Independiente no para de sufrir: otro día negro del Rojo, con incidentes a la tarde y eliminación a la noche, frente a Ceará por la Copa Sudamericana
El local necesitaba ganar en Avellaneda por dos o más goles; el 2-0 fue para el conjunto brasileño, que dejó fuera al argentino; más temprano, violencia de la barra contra la policía
Nadie podrá negarle la actitud al equipo de Eduardo Domínguez, que empezó el partido con intención dominante, apretando la salida del rival, con movilidad y sumando muchas piezas en ataque. Sin embargo, no supo encontrar los espacios necesarios para desacomodar a la firme y nutrida defensa visitante. Peor aun, mostró debilidades en el fondo cada vez que Ceará logró salir de contraataque con velocidad.
Compacto de Independiente 0 vs. Ceará 2
Una clarísima ocasión que Vinícius falló por centímetros a los 12 minutos fue un anticipo de lo que ocurriría sobre el césped, aunque los dolores de cabeza para el Rojo ya habían comenzado por la tarde, en las afueras del estadio, cuando se cumplieron los peores pronósticos. Mucho antes de que se abrieran las puertas del estadio un grupo perteneciente a Los Diablos Rojos, la facción de la barra brava que responde a Pablo “Bebote” Álvarez, hoy disidente y sin posibilidades de acceso a la cancha, concurrió para forzar su entrada.
En la zona ya estaban integrantes de Somos Nosotros, que heredó el control de las gradas en 2017, cuando Álvarez fue detenido. Hubo pedradas, botellazos y corridas. Llegó la policía bonaerense y el enfrentamiento fue entonces entre los uniformados y la gente de “Bebote”, que en la semana había avisado vía Twitter de la presencia de sus huestes.
Esa escaramuza fue más violenta. Hubo disparos, de balas de goma y de fuego, y el resultado fue de 163 detenidos y dos policías heridos. El choque, por otro lado, eliminó el peligro de que la batalla continuara en el interior del estadio. La escenografía en el estadio Bochini fue entonces la misma que la de la semana pasada frente a La Guaira. Dueños de Avellaneda, la barra “oficial” ocupó la popular Norte, y Somos Nosotros, la Sur.
Estos grupos se aliaron hace algunas semanas y su misión actual es limitar las protestas y los cantos agresivos contra la gestión del presidente Hugo Moyano. De hecho, y como ocurrió en anteriores partidos, algunos miembros de los grupos violentos se ubicaron en las plateas para que los gritos fueran solamente de aliento al equipo. Lo lograron hasta que la impotencia sobre el campo era demasiado evidente y la bronca por todos los males que rodean al club encendió el motor de la protesta masiva, aunque con menos fuerza que en otras ocasiones.
Por entonces ya todo se había torcido para Independiente. A los 25 minutos, Ceará ya había logrado frenar el ímpetu del local. Comenzó a manejar la pelota en el medio, y la imposibilidad de recuperarla aumentó el nerviosismo del Rojo e incrementó el número de faltas innecesarias. De una de ellas nació el gol de Rodrigo Lindoso en la última acción de los 45 iniciales.
Ya obligado su conjunto a marcar tres goles –sin recibir ningún otro–, Domínguez incluyó a la vuelta del vestuario a Leandro Fernández y Tomás Pozzo (su suplencia resultó imposible de entender). Fue más incisivo Independiente durante un cuarto de hora, pero chocó con una defensa que se le hizo cada vez más impasable. Nunca se equivocaron Luiz Otávio ni Messías atrás, fue sobrio Lindoso en el medio y resultaron siempre peligrosos John Mendoza y Vinícius arriba.
Fue demasiado para la pobreza actual de un Independiente a la deriva, que cierra la puerta del semestre del peor modo posible, en lo institucional, lo económico, lo deportivo y hasta lo policial. ¿Conseguirá en apenas dos semanas barajar y dar de nuevo? Suena difícil, muy difícil. La rica historia del Rey de Copas necesita tal vez de la mayor de sus hazañas: volver a ser, a encontrarse a sí mismo para escapar del peligroso tobogán de la depresión.