El Atleti calca su año en Anoeta
Los del Cholo acaban terceros tras un partido que refleja su temporada: mala primera parte, gran segunda. Goles de De Paul y Correa. Guridi marcó para los vascos.
Desde el inicio mandó Imanol. El partido se jugaba en el centro del campo. Y ahí, con su rombo, Zubimendi en un vértice, Rafinha, casi mediapunta, indescifrable para Kondogbia, en otro, Ia Real tenía cuatro hombres por los tres del Cholo. Al Atleti le costaba trabajo crear y llegar. Como si quien jugara por algo más que el orgullo fueran los vascos y no al revés. Había salido con un empeño: retratar fidedigno lo que ha sido su año. La pura irregularidad. Más nada que gloria.
Un balonazo al travesaño de Remiro recorrió Anoeta como escalofrío nada más volver el partido. Era de Cunha, tras rozar en Le Normand. Un aviso, cambio de tercio. También estaba en la foto: primeras partes rojiblancas de nada, segundas de todo. El área de Remiro se empezó a llenar de gente. De ocasiones y balones mordientes. Fue entre Grizi y De Paul, que lo llevaron al gol. El primero cedió, el segundo soltó un latigazo que voló inapelable a la red. La posibilidad de igualar el récord de 20 porterías a cero de Arconada se le acababa de esfumar a Remiro.
Mano a mano ante él, sin embargo, Griezmann siguió sin arrancarse el tapón. Estrelló la pelota en el portero. Y eso también es esta temporada: Grizi en todas partes, el juego y el reparto, el sacrificio, pero seco de gol. La Real era todo espacios. La segunda parte, del Atleti. Un Atleti que si había comenzado esta temporada como finalizó la anterior, con Ángel, con Correa en el gol, así la acabó: regresó a éste el argentino 13 partidos y varias suplencias después.
Su definición intacta, tras un control cirujano de Koke. Llovía en Anoeta. Y parecía que el partido había terminado. Por mucho que aún quedaran los últimos cinco minutos de Suárez con la rojiblanca y la sensación, en la cabeza del Cholo, al mirar la tabla, terceros, otro año, este año tan raro, sí, que nunca llueve eternamente. Pero al retrato le quedaba un epílogo. Una mano de Felipe por ahí a pasear, los balones parados, el Oblak humano. Marcó Guridi el 1-2, se llenó Anoeta de nervios. Y el banquillo del Cholo, claro. Puro Atleti todo hasta el instante final.