El Atleti calca su año en Anoeta

Los del Cholo acaban terceros tras un partido que refleja su temporada: mala primera parte, gran segunda. Goles de De Paul y Correa. Guridi marcó para los vascos.

Patricia Cazón
As
Hacía un año, un año justo, que el Atleti había sido campeón en Valladolid. LaLiga sin público. La del puntín de Correa, LaLiga de Suárez. Y de la pareja Trippier y Llorente y el penalti de Oblak a Joselu. Aquella que Griezmann vio por la televisión, añorando terriblemente al Atleti y al Cholo. 365 días después, el francés era uno de los rojiblancos que le bajaban en San Sebastián, ante la Real, el telón a una Liga en la que se ha cumplido el objetivo, la Champions, y terceros, pero a poco sabe. A muy poco. Todos esperaban más. Hasta ellos mismos.

Desde el inicio mandó Imanol. El partido se jugaba en el centro del campo. Y ahí, con su rombo, Zubimendi en un vértice, Rafinha, casi mediapunta, indescifrable para Kondogbia, en otro, Ia Real tenía cuatro hombres por los tres del Cholo. Al Atleti le costaba trabajo crear y llegar. Como si quien jugara por algo más que el orgullo fueran los vascos y no al revés. Había salido con un empeño: retratar fidedigno lo que ha sido su año. La pura irregularidad. Más nada que gloria.

La Real apretó y empezó a tener también las ocasiones. El foco de esta foto de fin de curso volaba ahora hasta Griezmann. El Griezmann de la 21-22, el Griezmann gris. Ni siquiera de vuelta, respirando Anoeta. No estaba, no pisaba el área. En la contraria, Felipe trataba de romper todas sus fotos feas con oficio y forrado de candado. Por su vera nadie pasaba. Sorloth se escapó, sin embargo, de Reinildo. Un corte por allí, un quiebro por allá y un remate que Oblak no bloca. El rechace lo estrelló Rafinha en el palo cuando Anoeta ya tenía el gol en la lengua. Cuando asomaba el descanso, Sorloth le robó un balón a Savic y, en la frontal, dejó a Rafinha mano a mano con Oblak. Pero su remate otra vez se fue desviado. Al Atleti le hacía tercero que no ganaba el Sevilla. Ya. Todo en él era planicie. Tan lejos estos de aquellos que eran el año pasado. Aunque, salvo Cunha, De Paul y Griezmann, fueran los mismos.

Un balonazo al travesaño de Remiro recorrió Anoeta como escalofrío nada más volver el partido. Era de Cunha, tras rozar en Le Normand. Un aviso, cambio de tercio. También estaba en la foto: primeras partes rojiblancas de nada, segundas de todo. El área de Remiro se empezó a llenar de gente. De ocasiones y balones mordientes. Fue entre Grizi y De Paul, que lo llevaron al gol. El primero cedió, el segundo soltó un latigazo que voló inapelable a la red. La posibilidad de igualar el récord de 20 porterías a cero de Arconada se le acababa de esfumar a Remiro.

Mano a mano ante él, sin embargo, Griezmann siguió sin arrancarse el tapón. Estrelló la pelota en el portero. Y eso también es esta temporada: Grizi en todas partes, el juego y el reparto, el sacrificio, pero seco de gol. La Real era todo espacios. La segunda parte, del Atleti. Un Atleti que si había comenzado esta temporada como finalizó la anterior, con Ángel, con Correa en el gol, así la acabó: regresó a éste el argentino 13 partidos y varias suplencias después.

Su definición intacta, tras un control cirujano de Koke. Llovía en Anoeta. Y parecía que el partido había terminado. Por mucho que aún quedaran los últimos cinco minutos de Suárez con la rojiblanca y la sensación, en la cabeza del Cholo, al mirar la tabla, terceros, otro año, este año tan raro, sí, que nunca llueve eternamente. Pero al retrato le quedaba un epílogo. Una mano de Felipe por ahí a pasear, los balones parados, el Oblak humano. Marcó Guridi el 1-2, se llenó Anoeta de nervios. Y el banquillo del Cholo, claro. Puro Atleti todo hasta el instante final.

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