ATLÉTICO 0 - ELCHE 2 / Otro año más a la Champions
Los del Cholo ganan en Elche para atar su clasificación matemática. Cunha y De Paul goleadores. Los de Francisco, salvados. Los del Cholo, terceros.
Un Elche que, de inicio, renunció a su defensa de tres para ordenarse con cuatro. Un espejo ante el Cholo, en un 4-4-2. Con Reinildo. Que ahí estaba, con sus botas como ladrillos cimentando el muro ante Oblak. El Atleti vestía de rojo, escudo tradicional, tenía que ser el día. Vrsaljko poco pudo lucirlo: en el primer córner del Elche, con remate peligroso de pecho de Milla, acabó en el suelo, manos atrás. Lodi ocupó su lugar, como si Wass, para el Cholo, nunca hubiera llegado. Sus hombres ya estaban ordenados con tres centrales. La Champions iba cosida a un balón de De Paul que Lodi estropeó ante Edgar, por recortar y no disparar.
El partido era un toma-daca, sin dominador claro. Los dos equipos con su calculadora haciendo números en las botas. Los de Francisco por salvarse, ya, un punto necesitaban. Los del Cholo, por esa Champions cuadrada en las cuentas con tres. Pero Oblak salía de su portería con un megáfono en la boca al oído de Reinildo: Boyé acababa de rematar solo un córner. Pero Bigas cabeceaba otro balón fuera por poco. El Elche ganaba a los puntos, en cada pelota parada. El Atleti metiéndose en una de esas primeras partes de esta temporada. Muy abiertos. Sin dominio. Con la pelota volando sobre sus centrocampistas como un objeto volador no identificado: siempre la veían de lejos. Hasta que Griezmann dio un paso atrás, para cementar esa línea del medio necesitada de hombres. El balón volvía a ser un amigo. Y no tardó Cunha en llevarlo al fondo de la red. El cunhaísmo es de las pocas cosas buenas que, de verdad, le han pasado al Atleti en esta 21-22.
Grizi alzó la cabeza y, de reojo, vio la carrera de Lodi en la banda contraria. Plac. Allá envió la pelota, para que el brasileño que había sido suplente de inicio y ahora no dejaba de ser puñal en la izquierda, controlara en una brizna y centrara raso con una intención: Cunha. Éste se lanzó a patear esa pelota ante Edgar sabiendo cuánto valía. 70 millones. Pero sólo en la red. Allá la envió. Simeone se llevaba por primera vez la mano al bolsillo con media sonrisa. Y esa liberación sobre su cabeza. 0-1. La Champions matemática. Después de tanto sufrir, tras haberla visto por primera vez en diez años, tan difícil, lejos.
El gol liberó a los rojiblancos que llegaron al descanso tocando y jugando con velocidad. Y rascando a la espalda de la defensa del Elche.
El Elche certificó su salvación al descanso
Cuando el partido regresó, Francisco ya podía guardar también su calculadora al fondo del bolsillo. El marcador que mandaba en el Martínez Valero era el 0-0 del Pizjuán, el del Sevilla ante el Mallorca. Eran de Primera. Pasara lo que pasara ante el Atleti. El público recibió a los suyos con una ovación. El cunhaísmo la apagó nada más regresar el fútbol, en otra conexión con Lodi casi calcada. Esta vez se topó con la cabeza de Bigas en su vuelo a la red. Pasado el susto, la grada a lo suyo: ola a ola entre oles y oles. El Atleti, por cierto, no sólo estaba clasificado para la Champions, también miraba al Sevilla por el retrovisor. Tercero.
El partido andaba sumido en aire de objetivos cumplidos hasta que Grizi volvió a frotarse la bota y ponerle un balón en los pies a De Paul. Gol. Ese Grizi en modo Prime. Con su corte de pelo, su influencia en el juego como centrocampista, su sonrisa al aire. Sólo le faltó el gol. Ese que rozó Correa al final con un palo. Pero ya llegará. En los dos partidos de Liga que quedan. O en la próxima Champions. Eso que gritaba en mayúsculas la calculadora del Cholo.Sin necesidad de salir del bolsillo.