9 de diciembre

Decís esa fecha y se termina cualquier discusión. La grandeza de River imponiéndose y derrumbando el castillo de mentiras que construyó Boca en su historia.

El fútbol siempre fue un deporte lindo hasta que apareció Boca con sus mentiras, con una pretensión de superioridad que jamás tuvo. Nunca tuvo escuela futbolística ni fue admirado por su juego, su historia está más ligada al conventillo o cabaret y hasta su cancha, llevada al extremo del marketing, tiene como particularidad un faltante notorio que la hace peculiar, por decirlo de un modo amistoso. 

Pero claro, como todo es mentira, Boca habló de la mitad más uno, de la mística de la Bombonera y otras menudencias que de tanto repetirlas logró instalar en la mente de mucha gente inocente que desconoce la verdad. En definitiva, allá Boca con sus problemas, sus mentiras y sus frecuentes equivocaciones. El hombre que les cambió la vida fue Carlos Bianchi, nacido hincha de River y criado futbolísticamente en Vélez. Antes de Bianchi y después de que terminara la onda expansiva de las enseñanzas del Virrey, Boca volvió a ser lo mismo de siempre, sin necesidad de pintar los números de la camiseta con fibrones gracias al cambio organizacional que propició la gestión Macri y el poder económico y político derivado de esa situación, hoy por cierto bastante comprometido.

La paternidad quedó evidenciada en Madrid, pero no sólo en la contundente victoria en el partido más importante de la historia, en el que sus máximos ídolos pedían cambios y en términos generales su equipo quería que el partido no se jugara o se jugara el menor tiempo posible. El gesto más elocuente de paternidad es la sincera felicitación del entonces presidente riverplatense Rodolfo D'Onofrio a Pipa Benedetto por su golazo en la final de Madrid. No hay gesto mayor de reconocimiento de paternidad que esa sincera felicitación en un momento cúlmine. Es un gesto de valorar lo hecho pese a no conseguir el objetivo, es la felicitación más importante y sincera. Porque a los que ganan los felicita cualquiera. Ese gesto de advertir esos detalles están vinculados a la paternidad.

Madrid

Antes y después seguirán con las mentiras porque así nacieron y así morirán. Aunque todos sabemos que esa fecha tiene un común denominador y es el 9 de diciembre. Ese día murieron todas las mentiras, el 'huevo huevo huevo' que debe relucir en las finales como sinónimo de personalidad porque el juego nunca lo entendieron. La mística copera que se adjudicaban y nuestra supuesta timidez en las bravas quedaron expuestas en las formas de uno y otro, más allá del resultado. Miren el partido de vuelta y traten de analizar las posturas. Sáquense la camiseta, entiéndanlo como un ejercicio de superación. Descubrirán enseñanzas maravillosas para el resto de su vida.

River vive la época más gloriosa de tantas inolvidables. Es una etapa marcada por la épica, de la mano de nuestro líder el Muñeco Gallardo. Somos el padre del fútbol argentino, porque nuestra escuela futbolística es la más querida y admirada en la cultura de nuestro país. No somos los únicos, porque hay otros equipos con la misma filosofía que hicieron grandes aportes, por supuesto. 

En este tiempo de reduccionismo y de definiciones binarias, de enfrentamientos y oposiciones, de grieta para todo, ya no sólo la oxidada peronistas o radicales, azules o colorados, republicanos o demócratas sino cosas más sencillas como asado o pastas, pizza o empanadas y la final final de todos los enfrentamientos que es el bien o el mal, más allá de los esfuerzos mediáticos por enturbiar absolutamente todo lo maravilloso y cristalino de nuestro juego, el bien es River y el mal nunca se sintió tan bien representado como por ellos.

A seguir cada uno por su vereda, que estamos muy bien así.

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