Vinicius no descuida la Liga
Un pase de fantasía del brasileño saltó el cerrojo del Getafe. Ancelotti se ahorró a Kroos y Modric y Benzema reservó fuerzas. Volvió Bale dos años después y fue pitado.
A la hora que Ancelotti anunciaba su once ante el Getafe, el Chelsea acababa de hacerle un set en blanco al Southampton, un clase media del fútbol inglés. Quién sabe si hubo un principio de causa-efecto, pero lo cierto es que el aviso que llegó de la Premier coincidió con la precaución del italiano de guardarse a Kroos y Modric, decisión de las que dan vértigo aunque al adversario ande cerca de la cola y todo tenga remedio en LaLiga. Pero el Madrid anda con un ojo en los Oscar y otro en los Goya y camina sobre la delgada línea que separa la necesidad y la virtud. A buen seguro que a Ancelotti también le hubiese apetecido ahorrarse a Courtois y Benzema, pero poner un caudillo en cada área le ha traído en carroza hasta aquí.
Con Valverde y Camavinga, el Madrid fue otra cosa: una presión más alta, una construcción más baja. Lo que ahí perdió quiso ganarlo en las bandas, con dos extremos metidos en la piel de laterales. Aun así, le costó al principio frente a un Getafe muy bueno en lo suyo, mortificar al adversario, negarle el espacio, emplearse en cada ayuda. Incordios así también son de curso legal en el fútbol. Otra cosa es que ese plan también exige soltar una contra de cuando en cuando para quitarle el ansia ofensiva al oponente. En esta segunda parte suspendió.
Vinicius prepara, Casemiro dispara
Dicho esto, y pese a la presencia de Enes Ünal y Mayoral, quizá el próximo nueve blanco de repuesto, el partido circuló en una sola dirección. Sin meter el DRS que acostumbra en la Champions, el Madrid fue trabajándose el duelo. En las bandas, con Marcelo y Vinicius en la izquierda, que fabricaron las primeras ocasiones; en el centro, con un buen disparo de Valverde, un futbolista más de avenidas que de callejones; a la carrera, con una buena llegada de Lucas Vázquez. Sin embargo, no daba con la verdadera salida del laberinto, encontrar a Benzema en aquel bosque azul, porque nadie como el francés para manejarse en las distancias cortas.
Le fue mejor a Vinicius, que cimbreándose sobre la banda izquierda estuvo a punto de hacer rentables un par de zigzagueos. Al final siempre aparecía un defensa del Getafe. Aquello era ir de guardaespaldas en guardaespaldas. Y entonces decidió intentarlo a contraestilo. Tomó el balón en la banda, abrió su horizonte hacia el centro y metió un centro perfecto con el exterior del pie (de algo tiene que servir la convivencia con Modric), uno de esos que agarran un efecto indefendible, al que no llegó el titular de la plaza, Benzema, pero sí un rematador de segunda instancia, Casemiro. En plancha superó a David Soria.
De ahí al descanso metió el Madrid un acelerón. La cosa estaba en archivar pronto este caso, inevitable entre Chelsea y Chelsea. Benzema y Marcelo, que frente a rivales de poca profundidad todavía es muy útil, lo probaron sin suerte. También quedó tiempo para que Casemiro protestase absurdamente, lo que le costó la tarjeta y perderse el partido del próximo domingo en Sevilla. La continencia nunca fue su fuerte.
Volvió Bale
Aquella onda expansiva no tuvo continuidad en la segunda parte. Quique metió a Óscar y Sandro para darle color a su equipo sin resultado y el Madrid puso el piloto automático demasiado pronto. Nadie está libre de un gol accidental que lo estropea todo. No soltó el control del partido pero pisó menos área. Marcelo mandó un trallazo al lateral de la red y Valverde uno más lejano e intencionado que rozó el palo.
El Getafe también fue agrietándose atrás, por cansancio o por aburrimiento. De otra forma no se explica el segundo tanto encajado por un equipo tan bien protegido. Un tuya-mía de Lucas Vázquez y Rodrygo acabó con el gallego en el área pequeña. Tuvo tiempo y espacio, hecho insólito en la zona. Colocó la pelota en la red con su zurda.
El gol cerraba el partido y le abría hueco a Gareth Bale, ese crack que perdió la salud, la actitud y el juego. Por ese orden. Dos años llevaba sin pisar el Bernabéu. Hubo ovación para Benzema en la salida y pitos sin paliativos para el galés en el ingreso. Ni siquiera en tiempos de paz olvida este público la falta de compromiso. No habrá puente de plata para él en su marcha.
También tuvo minutos Ceballos tras la disculpa de Ancelotti por obviarle más de lo debido. No tiene porvenir aquí, pero ayudó esta vez a que el descanso de Kroos y Modric fuera completo. El Chelsea volverá exigirles que anden de punta en blanco.