Racing estiró su racha de victorias en la Copa Sudamericana y ni el cansancio le impide acercarse al récord del Equipo de José

Fue 2 a 0 ante Cuiabá, de Brasil, con goles de Correa y Joao Carlos, en contra; se afirmó como líder de su grupo

Y no es para menos. En lo que va de este año es el único invicto que tiene el fútbol argentino. Son 13 partidos sin caídas. Y ocho veces consecutivas que se lleva el triunfo. Ocho. Es una cifra que impacta. Y que lleva a viajar en el tiempo para encontrar una estadística similar. Es algo que la Academia no lograba hace 55 años. El último entrenador que consiguió una racha semejante fue Juan José Pizzutti, en 1967, el año en que Racing fue campeón de América y del Mundo. Aquel célebre Equipo de José llegó hasta 9. La comparación suena exagerada, pero ese es el logro que quedó cerca de igualar el equipo de Fernando Gago en este 2022, luego de su cuestionado arranque del año pasado, con un inicio fallido.

Pero no se trata sólo de una cuestión de resultados. Racing encontró un funcionamiento que se repite cada tres días, ya sea en la Copa de la Liga, la Sudamericana o la Copa de la Liga. Cambian los nombres y los artífices de cada victoria, incluso se siente el desgaste en el ritmo del equipo, pero el equipo entrega una imagen de un cuadro paciente para manejar la pelota, voraz para recuperarla lejos del arco de Gastón Gómez y con movimientos ensayados que ya salen de memoria.

Más allá de las virtudes futbolísticas que provocan este presente, también el entrenador académico anda con esa cuota de suerte necesaria. Esta vez no precisó de goles agónicos. Pero igual la moneda cayó de su lado. Desde el arranque de la doble competencia que dio lugar a una rotación escalonada, con algunos cambios de nombres en mitad de cancha y en el ataque según el partido. Para este duelo con Cuiabá los retoques eran el ingreso de Fabricio Domínguez como extremo derecho y la presencia de Javier Correa como centrodelantero. Fueron los artífices del gol que destrabó el juego.

Alcaraz en acción, durante el partido entre Racing y Cuiabá, por la Copa Sudamericana
Alcaraz en acción, durante el partido entre Racing y Cuiabá, por la Copa SudamericanaALEJANDRO PAGNI - AFP

Domínguez, en una posición nueva que le encontró Gago, mostró su capacidad de desequilibrio en los últimos tres partidos. Su ingreso como extremo fue clave en Montevideo ante River Plate y también en Vicente López, ante Platense. Por eso se ganó su lugar desde el arranque. Y fue el mejor jugador de Racing. De sus pies, ante Cuiabá, salió el centro al que Correa fue a buscar con una palomita contundente.

Para Cuiabá la excursión al Cilindro de Avellaneda significaba la primera presentación fuera de Brasil en su historia. El equipo fundado en 2001 jugó la Copa Sudamericana de 2016, pero cayó ante Goiás. Llegó a esta Copa tras haber terminado en el 15° puesto del Brasileirao, a sólo cuatro puntos del descenso. Sus pocos antecedentes, sin embargo, se contraponían con su buen presente. Era un duelo de invictos en Avellaneda. La gran racha de este equipo de Fernando Gago se topaba con el buen andar del cuadro brasileño, que acumulaba 14 juegos sin caer entre Copa de Brasil, Brasileirao, el Campeonato Matogrossense y la Sudamericana.

El invicto brasileño terminó en el Cilindro. Racing, como le suele ocurrir en lo que va de este 2022, impuso las condiciones de entrada. Ya de entrada el uruguayo Domínguez dio anuncio de que iba a ser su noche: construyó una pared con Carlos Alcaraz y tiró el centro, al que Hauche impactó con una palomita que detuvo el arquero Joao Carlos. La jugada que terminó en gol de Correa fue casi calcada. Y le dio la tranquilidad necesaria al local, que a partir de ahí dominó el trámite y el resultado. Fue un partido con poca exigencia, al punto que el árbitro paraguayo Alberto Díaz de Vivar no repartió ninguna amarilla. Apenas un detalle que no llega a empañar la ilusión que late en Avellaneda.

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