Pinchazo en la curva de siempre

El Atleti prolonga su mala racha ante los equipos en descenso. El Granada, sólido con Karanka. Debuts de Javi Serrano como titular y Giuliano en partido oficial.

Patricia Cazón
As
Asomó otro equipo en descenso por el Metropolitano y, voilà, el Atlético volvió a ser el que solía. El de antes de LaLiga de 14. Triste, ramplón, desquiciado. Con la vacuidad hecha rutina. La necesidad que se impuso fue la del Granada. Karanka arranca con un punto que no saca del descenso pero mantiene vivo. Esa necesidad, la nazarí, fue la que imperó. Como si la Champions no fuese también la vida para un Atleti que volvió a ser poco Atleti.


Desde el 4', Karanka tomaba apuntes en su banco. Con medio entrenamiento en el Granada y en descenso se presentaba en Madrid. Sin tiempo a una revolución, su once era continuidad, con defensa de cuatro y el regreso de Suárez. La revolución era del Cholo. Seis cambios. Si de la necesidad del Calderón emergió Torres para echarse el Atleti en la espalda y las pecas, de la necesidad del Cholo ayer (entre bajas y sanciones), lo hacía otro: Javi Serrano, puro Atleti, titular por primera vez.

El Atlético comenzó cómodo, con Reinildo en el lateral y mirando más a la portería contraria. La izquierda era el camino rojiblanco al área. Carrasco acechaba, buscaba los desmarques, los espacios. Pero al llegar a ésta, nadie remataba los centros. Toda la movilidad de los del Cholo se apagaba ahí. Enfrente, un ejército de rojo y verde que era el Granada, inmerso desde el minuto uno en un ejercicio de supervivencia. Quini era la foto. Desde el 4' con tarjeta. Y ante Reinildo y Carrasco.

Serrano se movía cómodo, jugando fácil, sin complicarse. Se le veía nervioso, pero no arrugado. Salvo por dos veces que perdió el balón en zona roja, donde no se pierde, cumplió de sobra. Aquí hay futuro. Fue en el 20' que el Granada sacó la cabeza de los pies de Maximiano y se estudió las ropas. No había heridas. Polvo, poco. El dominio rojiblanco había sido en realidad fogueo, con un sólo disparo de verdad: De Paul, fácil para Maximiano. Los de Karanka vieron y se atrevieron. Por qué no. Mientras ellos comenzaban a crecer en posesiones largas, Griezmann caía en su área. Corría a controlar un centro de Carrasco cuando sintió la plancha de Víctor Díaz como un mordisco al tobillo. Su media ensangrentada, sin embargo, no llevó a Gil Manzano al castigo ni ante la pantalla. En ese momento, la chispa del Atlético se había apagado de tanto hacérsele de noche en el área. Los primeros minutos eléctricos se habían esfumado, como la lluvia con la que había amanecido el día en Madrid. Fútbol plomizo, sin ocasiones. Y peor sería.

La segunda parte comenzó sin Serrano y sin Reinildo. Del túnel regresaba el Atleti con Vrsaljko y el otro Suárez del partido. El del Cholo. El Atleti comparecía con otro aire, con más intención. Griezmann quiso llevarlo al marcador enseguida, con un disparo seco se fue fuera un palmo. Y, como de cerca no, los rojiblancos desempolvaban los kalashnikov y apuntaban a Maximiano también desde fuera. Pero el ejército nazarí estaba listo para regresar a los pies de su portero. Se ordenó marcial, se espesó y sólo tuvo que soplar. Esa vuelta del Atleti era, en realidad, pura espuma. Diez minutos y ya estaba como antes del descanso: a media luz y estampado en un frontón.

Sin ideas, sin garra, sin centro del campo. Lentísimos Koke, Llorente y De Paul, como en todos aquellos partidos de antes de LaLiga de 14. Y cuando el Atleti no es intenso se hace vulgar. Muchos nombres para tan poco gol. Ni Grizi, ni Carrasco ni Suárez ni Correa. Lo más peligroso que pasaba en las áreas venía de Savic. En la de Maximiano, amenazando de cabeza. En la de Oblak, al juguetear con un balón en la frontal bajo el espíritu Felipe, con un rival en la nuca.

Los minutos corrían y en el Metropolitano ya era un runrún el mal del descenso, la curva en la que se ha estampado una y otra vez este Atleti en LaLiga. Porque Cunha tampoco. Intentó el Granada dos zarpazos sobre Oblak mientras Carrasco tiraba de las camisetas de sus compañeros para que el peligro sobrevolara de nuevo a Maximiano. Pero sólo fue eso, intenciones. Porque ese balón de Cunha se fue al palo. Porque todos los demás sólo fueron uys desquiciados. Ni siquiera el debut de Giuliano consiguió hacerlo Atleti.

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