Pep Guardiola y su bronca: el lado B de la victoria de Manchester City en un festival futbolístico de la Champions League
El entrenador no pudo disimular su fastidio porque la victoria por 4-3 sobre Real Madrid fue demasiado corta para el dominio y las situaciones de gol que tuvo su equipo
La ida de las semifinales de la Champions League fue 4-3 para Manchester City, que estuvo siempre arriba (2-0, 2-1, 3-1, 3-2, 4-2 y 4-3). Acción y reacción; golpe y contragolpe; dos titanes que se desafiaron en cada lance. Jugaron como si lo hicieran por última vez, pero afortunadamente queda otro capítulo, el miércoles próximo, en el Santiago Bernabéu. Pusieron la vara muy alta, se los esperará con una tremenda expectativa. Lo que resulte del desquite no condiciona el agradecimiento por lo que entregaron en la ida.
Fue un partido imperfecto, desde ya. Con fallas y concesiones, también. Hasta con un insólito quedo de Camavinga antes del gol de Bernardo Silva, esperando que el árbitro sancionara una falta. Disputado más desde el corazón y el sentimiento que desde la frialdad del raciocinio. Una vorágine sin respiro desde que Manchester City se puso en ventaja a los dos minutos con un cabezazo de Kevin De Bruyne. El gol retrató al Real Madrid que se vería: agrupado en su campo, pero sin presión sobre la posesión rival ni rigor en los duelos individuales. Ausente Casemiro, el medio se quedó sin su principal comisario defensivo. Kroos se vio constantemente desbordado por el toque local y el resto también llegaba tarde al corte y las coberturas. Real Madrid haciendo de sonámbulo sobre la cornisa que da un precipicio, una vez más.
Lo más destacado de un partidazo
Cuando Real Madrid se está yendo a pique, Karim Benzema lo rescata, le hace sacar la cabeza a la superficie. Espectacular temporada del francés, un deleite para el espectador. Marcó el primero de los descuentos, el 1-2, con una definición exquisita. A 10 minutos del final volvió a acortar las cifras de la derrota con el penal del 3-4. Venía de fallar dos penales ante Osasuna. Nada que agrietara sus convicciones. En un partido que hacía colapsar el sistema nervioso de cualquiera, Benzema tiró el penal con una emboquillada que entró a unos centímetros del travesaño. En medio del hervidero, el mejor delantero del mundo del momento resolvió con una pasmosa serenidad. “Es confianza. Si no te haces cargo de un penal, nunca lo vas a errar. Y yo tengo mucha confianza en mí”.
Benzema ya es el goleador de esta Champions, con 14 de los 25 Real Madrid en la competencia. Desde que empezaron los playoffs eliminatorios, le anotó tres a Paris Saint Germain, cuatro Chelsea y dos a Manchester City. En esta temporada oficial, su promedio es de un gol por partido (41 en 41).
Benzema no fue la única figura de la noche. De Bruyne, Riyad Mahrez, Phil Foden y Bernardo Silva se destacaron en los locales. Cuando Manchester City ganaba 2-0, Guardiola maldecía y se descontrolaba con los goles que se perdía su equipo. Sabía que Real Madrid es un gigante que en algún momento se despierta. En el día previo había reconocido su admiración por un equipo al que le sobran jugadores para levantar la mano y asumir la reconstrucción cuando las cosas vienen mal. Fue lo que ocurrió. Real Madrid pasó de una virtual eliminación a volver a meterse en la serie. Indignado porque su equipo no podía evitar los zarpazos rivales, Guardiola se descargó con protestas al árbitro por un fallo. El entrenador catalán fue el primer amonestado de una semifinal que solo tuvo a dos jugadores con tarjeta amarilla: Fernandinho y Nacho.
Es cierto que los desajustes defensivos de ambos contribuyeron mucho al carrusel incesante de emociones. Los dos padecieron ausencias en la última línea (Cancelo, Walker, Casemiro) y durante la batalla se le fueron cayendo más soldados por las lesiones (Stones y Alaba, que ya llegaba físicamente con lo justo). En emergencia, Pep Guardiola mandó a la cancha al volante central Fernandinho como lateral derecho. El brasileño fue el artífice del tercer gol, con un anticipo a Vinicius y la proyección por la banda. Pero dos minutos después quedó desacomodado ante un giro en la mitad de la cancha de Vinicius, que corrió 45 metros al gol ¿Y los centrales de Manchester para la cobertura? Ausentes sin aviso. Sobre esas licencias defensivas, complementadas con la gran categoría individual de la mayoría de los delanteros, también se amasó un partidazo.
Tanto Benzema como Carlo Ancelotti invocaron el apoyo de los hinchas y la magia del Bernabéu para ilusionarse con la clasificación a la final. También reconocieron que deben defender mejor. “Es demasiado recibir cuatro goles”, reconocieron. Las voces de los protagonistas se repitieron sobre lo fantástico que había sido el partido. Lo estético también fue resaltado por Guardiola, que en la conferencia de prensa se mostró muy lacónico, monosilábico en las respuestas, seguramente reprimiendo un fastidio porque la victoria había sido muy corta en relación al dominio y cantidad de situaciones que había creado su equipo. Y queda ir a Madrid.
En un ambiente tenso y cortante, se dio el siguiente diálogo entre un periodista y Guardiola:
–¿Fue como un combate de boxeo?
–Así ha sido.
–¿Le molesta algo para estar así de arisco?
–Ustedes me preguntan, yo contesto. Es lo que vengo haciendo en estos 13 años de entrenador.
–¿Le gustó el partido?
–¿Que si me gustó? ¿Hablás en serio? No, no hablás en serio... Puede que no haya nadie en el mundo que no haya disfrutado de este partido, con estos goles fantásticos. Sí, 4-0 hubiera sido mejor. En los cuentos de hadas, en Marte o en Júpiter sí, pero en los partidos de fútbol, eso no pasa.
Eso sí, dentro de su hermetismo, Guardiola adelantó lo que no debe hacer su equipo: “Si jugamos como en la segunda parte del Wanda (la revancha contra el Atlético de Madrid), no tendremos ninguna opción”.
Como si lo de este martes hubiera sido poco, ambos tendrán un fin de semana de alta tensión. Real Madrid puede ser campeón de la Liga de España ante Espanyol y Manchester City defenderá el primer puesto de la Premier League frente a Leeds. Cuando se quieran acordar, otra vez se estarán viendo las caras con los ojos del mundo futbolístico puestos sobre ellos.