Murió Carlos García Cambón, el delantero de Boca que entró en la historia con cuatro goles a River en su debut
El ex delantero y entrenador había sufrido un cuadro de aneurisma aórtico abdominal; fue campeón en Chacarita y en el Xeneize; como DT interino, en 1998 inició el ciclo de 40 partidos invicto que completó Bianchi un año más tarde
Ese delantero implacable, pero al mismo tiempo con muy buena técnica, falleció este miércoles, a los 73 años. Sus últimas semanas fueron inmerecidas para un hombre bonachón y muy querido. Demasiado sufrimiento para él y para su familia, que hasta último momento lo acompañó.
Un cuadro de aneurisma aórtico abdominal comenzó a apagarlo. Sin embargo, dio batalla. La muerte lo sorprendió mientras estaba en proceso de recuperación después de la última de cuatro operaciones. Pero el cuadro se complicó y ya no hubo nada que hacer.
La noticia fue confirmada a LA NACIÓN desde la institución de la Ribera, que minutos después publicó un sentido mensaje de despedida en sus redes sociales. “Boca Juniors lamenta el fallecimiento de Carlos María García Cambón, que tuvo un inolvidable debut en Primera con cuatro goles a River, se consagró campeón dos veces y fue DT interino. El club acompaña a sus familiares y amigos en este triste momento”, expresa el texto en Twitter.
García Cambón llegó a Boca a comienzos de 1974 e integró uno de los equipos más recordados de la historia xeneize. El dirigido por Rogelio Domínguez, que se caracterizaba por practicar un fútbol total. Ofensivo, de buen pie y con la calidad suficiente como para llegar al arco contrario por abajo. Siempre respetando el balón.
Sus compañeros en el ataque eran Osvaldo Potente y Enzo Ferrero. Más atrás, se lucía como número 5 Marcelo Trobbiani, poseedor del mismo ADN que Fernando Redondo y Fernando Gago. El wing derecho era Ramón Mané Ponce y de 8 jugaba Jorge Chino Benítez. Se repite: fútbol total. Un equipo tan capaz de escribir ese triunfo por 5 a 2 ante River como de golear 6 a 0 a San Lorenzo en el viejo Gasómetro (dos goles de García Cambón). Todos atacaban. Un lujo. Por esas injusticias del fútbol no logró coronar tamaña producción con una vuelta olímpica. Igual, quedó en la memoria colectiva de todos los que lo vieron jugar. Y quedó para siempre el cantito: “Tres cosas hay en el fútbol / Ferrero, Potente y Cambón /el que tenga esas tres cosas / que grite Boca campeón”.
Antes de su paso por Boca, donde ganó el Metro y el Nacional de 1976, García Cambón ya había formado parte de otro hito: campeón del fútbol argentino con Chacarita, la institución que lo vio nacer. Fue en el Metropolitano de 1969, con la inolvidable goleada por 4-1 sobre River en la final.
El Funebrero también expresó su dolor por la partida de uno de sus íconos. En su cuenta oficial de Twitter destacó que jugó 219 partidos y anotó 53 goles.
Después de que Boca le ganó a River aquella icónica final del Nacional 76 con gol de Rubén Suñé, a comienzos de 1977 García Cambón se incorporó a Unión de Santa Fe. Apenas seis meses más tarde emigró a Grecia, para vestir la camiseta de Olympiakos.
Su deseo de regresar a Chacarita se concretó rápido, en 1978. Aunque solo un año más tarde se fue a probar suerte en el incipiente soccer estadounidense. Primero defendió los colores de Rochester Lancers, y luego los de Las Vegas Eagles. Su retiro del fútbol fue en 1981, a los 32 años, después de formar parte de Loma Negra de Olavarría, aquel equipo que contaba con el apoyo de la empresaria Amalia Lacroze de Fortabat.
El vínculo con el deporte que más amó siguió firme. Aunque se alejó de los flashes. Tanto se alejó, que sus cinco hijos se enteraron que tenían un padre futbolista gracias a un profesor de educación física. Se casó después del retiro. Antes, le avisó a sus amigos que ya no jugaría más y que podían pasar por su casa a buscar lo que quisieran. Regaló todas sus camisetas. Sólo guardó recuerdos en su memoria. Si hasta la pelota con la que marcó esos cuatro goles a River hasta no hace mucho era uno más de los tantos juguetes que tenían sus nietos.
“Reniego de todos los 9 que sólo la empujan, no los quiero ni ver. Yo digo que los 9 tienen que formar parte del circuito de juego. No quiero que sólo se dediquen a empujarla. No puedo quitarle mérito a un Palermo, que hizo doscientos y pico de goles, pero todos los jugadores deben tener conocimientos técnicos. No pueden estar ajenos a devolver una pared, a poder desbordar y sacarse un jugador de encima. Acá se cristalizó una imagen del 9 como un jugador sólo de área, torpe pero bien ubicado. Para mí, era más lindo dar un pase gol que hacer un gol”, plantó bandera en 2013, en una entrevista con la revista Un Caño.
Recién en 1998 volvió a cobrar protagonismo. Y es en esa época donde el pasado y el presente se unen. Un Boca envuelto en una crisis futbolística (como ahora), dio por finalizado el ciclo de Héctor Veira y apostó al interinato de Carlos García Cambón. El exgoleador condujo al equipo durante cinco fechas. La primera fue derrota 3 a 2 ante Deportivo Español. Pero luego enhebró cuatro triunfos al hilo: 4-2 a Huracán, 3-1 a Gimnasia, 2-0 a Racing y 4-0 a Gimnasia y Tiro.
En ese partido ante el conjunto salteño se dio otro guiño al presente: García Cambón hizo debutar a un joven mediocampista de 17 años que prometía tener un gran futuro: Sebastián Battaglia. Fueron apenas cuatro minutos (reemplazó a Diego Cagna, a los 41 del segundo tiempo), pero bastaron para que el volante santafesino comience a edificar su carrera, que terminó como el máximo ganador de títulos de la historia del club de la Ribera.
Con un 1 a 1 frente a Unión de Santa Fe, García Cambón cerró su interinato con cinco partidos sin derrotas. Luego del receso invernal de aquel 1998 asumió Carlos Bianchi y le sumó otros 35 encuentros sin caídas. Entre ambos le permitieron a Boca encadenar 40 juegos sin perder, un récord aún vigente en el fútbol argentino.