Miedos y presión: Sebastián Battaglia y el déjà vu del tembladeral constante en Boca

El día del partido contra Always Ready es la nueva fecha límite; ¿y si al club le conviene disputar la Copa Sudamericana?

Claro que su crédito va disminuyendo a medida que se acrecientan los tropiezos. Y nada es casualidad: por algo el propio entrenador, como si la estrategia para sostenerse en el cargo estuviera premeditada, decidió frenar su entrada al estacionamiento del predio para avisarle la semana pasada a los hinchas que “siempre me siento fuerte”, advirtiendo indirectamente que si su continuidad es interrumpida, dependerá de Román Riquelme y compañía. Pero la expectativa de crecimiento futbolístico una y otra veces cae en el barranco de la desilusión.

Un poco de aire había encontrado en Santiago del Estero el último sábado, cuando su equipo logró sumar tres puntos importantes por la Copa de la Liga Profesional contra Central Córdoba (2-1) con el doblete de Eduardo Salvio. Había sido apenas dos días después del cara a cara con el Consejo de Fútbol y el encuentro de Riquelme con los futbolistas. Parecía que el motor reaccionaría. ¿Sí? No.

Cómo Boca, Óscar Romero se rasca la cabeza: no halla la salida para un desempeño deslucido constante.
Cómo Boca, Óscar Romero se rasca la cabeza: no halla la salida para un desempeño deslucido constante.

Apareció rápido la cachetada brasileña: el pesar no se detiene en lo sucedido en el Arena Corinthians, algo posible desde que el azar los ubicó juntos en el grupo, sino que que se potencia al unirlo con el mal debut en Cali, ante Deportivo (0-2), y al único triunfo, sobre Always Ready (2-0, en la Bombonera). La suma hace que el panorama se torne realmente preocupante.

Desde hace rato puertas adentro muchos (para no incluir a todos) consideran que la etapa del ex volante a cargo del timón de Boca está acabada, más allá de que cualquiera sea la fecha final. Sin dejar de apuntar, también, a algunos futbolistas que llevan años en el club.

El equipo de trabajo de Riquelme piensa lo mismo: antes de aquella reunión habrían esperado la autocrítica del DT y el sinceramiento acerca de sus días en el club, pero apareció un Battaglia diferente y, desde ahí, se encomiendan a la confianza que evidentemente ostenta el entrenador. También, claro, son intentos que pueden terminar contra una pared y, en consecuencia, ahorrándoles tener que echar a otro ídolo. Desde ya, desean que el cuadro xeneize levante y Battaglia termine siendo el mejor entrenador de todos, pero si eso no sucede, que sea el propio Sebastián el que ofrezca el paso al costado.

Román Riquelme quiere fuera a Battaglia, pero el director técnico no se va; el choque con Always Ready en Bolivia por la Copa Libertadores es el nuevo día de vencimiento si no hay un cambio radical de juego o al menos algunos resultados positivos.
Román Riquelme quiere fuera a Battaglia, pero el director técnico no se va; el choque con Always Ready en Bolivia por la Copa Libertadores es el nuevo día de vencimiento si no hay un cambio radical de juego o al menos algunos resultados positivos.

El choque del miércoles próximo ante Always Ready, en la altura de La Paz (acaso, lo que más respeto causa) resultará crucial. La angustia de los hinchas está justificada desde lo futbolístico y, sobre todo, desde el puesto que ocupará Boca en su zona antes de jugar en Bolivia: último, tres puntos por debajo del puntero Corinthians, que –incluso– puede estar acompañado en el liderazgo por los bolivianos o Deportivo Cali (se enfrentarán este jueves en el estadio Hernando Siles).

Es decir, todo puede oscurecerse más: hoy por hoy, ni siquiera accede a la lucha por la Copa Sudamericana (debe quedar tercero). Claro que el mayor anhelo tiene que ver con recuperar el terreno perdido y clasificarse para los octavos de final de la Copa Libertadores entre los dos mejores del grupo, pero la desesperación por volver a ser empuja a varios fanáticos a creer que jugar la otra competición sería importante para poner los pies en la tierra. Y comenzar de cero.

Sebastián Battaglia se mantiene firme en sus convicciones y, por ende, en su cargo, más allá del poco convencimiento que su equipo le transmite a Riquelme, sus laderos y demás dirigentes de la institución.

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