¿Los síntomas del Parkinson pueden revertirse con un mini implante?, dos estudios recientes lo sugieren
Científicos del Reino Unido implantaron en un paciente un dispositivo de estimulación cerebral profunda para anular patrones anormales de las células cerebrales. ¿Cómo funciona este tratamiento y qué otros hay?
Los cirujanos del Southmead Hospital utilizaron un diminuto dispositivo de estimulación cerebral profunda (DBS, por sus siglas en inglés) para anular los patrones anormales de activación de las células cerebrales causados por el Parkinson. Actualmente, 175.000 personas en el mundo reciben la terapia de Estimulación Cerebral Profunda (o DBS por sus siglas en inglés).
La mayoría de las personas desarrollan síntomas cuando tienen más de 50 años, pero alrededor del 5% de los pacientes experimentan síntomas por primera vez cuando tienen menos de 40 años. Las operaciones tradicionales para el Parkinson implican implantar una batería bastante grande en el pecho con cables que pasan por debajo de la piel hasta la parte superior de la cabeza.
El nuevo sistema DBS, el más pequeño jamás creado, involucra un pequeño sistema de batería para el dispositivo implantado en el cráneo. Luego envía impulsos eléctricos directamente a áreas específicas del cerebro. Para hacerlo, se colocan sondas eléctricas a través del cráneo y profundamente en el centro del cerebro, en los núcleos subtalámicos. Lleva solo tres horas llevar a cabo la nueva operación, aproximadamente la mitad del tiempo que solía tomar con la batería más grande.
Pero, ¿qué es exactamente la estimulación cerebral profunda? Se trata de un campo en crecimiento en la neurocirugía que ha dado esperanza a las personas con enfermedades debilitantes. Según una investigación reciente, publicada en la revista científica Science Daily, para las personas con enfermedad de Parkinson avanzada, se ha demostrado que la estimulación cerebral profunda es más eficaz que los medicamentos para controlar sus problemas de movimiento.
Este es un tratamiento establecido para las personas con la enfermedad que no responden adecuadamente a la terapia médica. Es un procedimiento quirúrgico en el que se implantan electrodos en ciertas áreas del cerebro, generando impulsos eléctricos para controlar la actividad cerebral anormal.
La DBS ha sido utilizada por médicos desde la década de 1930, sobre todo por el neurocirujano Wilder Penfield, que inicialmente utilizó este método para tratar a pacientes con epilepsia. En 1987, un equipo de neurocirugía en Grenoble, Francia, desarrolló la versión moderna de la DBS como una forma eficaz de tratar el temblor esencial y la enfermedad de Parkinson. Según un artículo de 2019 publicado en Nature, más de 160.000 pacientes de todo el mundo se han beneficiado de la estimulación cerebral profunda para tratar una variedad de afecciones.
Actualmente, está aprobada por la Administración de Drogas y Alimentos de los Estados Unidos (FDA) para tratar a pacientes con trastornos del movimiento, incluida la enfermedad de Parkinson, temblor esencial y epilepsia. La FDA sancionó el uso de estimulación cerebral profunda para el trastorno obsesivo compulsivo refractario y la distonía bajo la exención de dispositivos humanitarios. Sin embargo, los científicos creen que aprovechar el cerebro podría tratar una amplia variedad de afecciones y continúan explorando la estimulación cerebral profunda como una posible terapia para una variedad de afecciones, incluidos ciertos tipos de depresión, dolor crónico, síndrome de Tourette y enfermedad de Alzheimer.
Tony Howells, fue la primera persona en recibir el tratamiento como parte de un ensayo. “El impacto fue sorprendente”, dijo este hombre que es uno de las 25 pacientes que han sido seleccionados para el ensayo que concluye el próximo año.
Según relató el paciente, antes antes de la operación, había salido a caminar con su esposa y, al alejarse 180 metros de su auto, tuvo que parar, descansar y volver porque no podía seguir caminando. Luego, después de la operación, que fue 12 meses después, volvió al paseo y recorrió 4 km. “Podríamos haber ido más lejos”, dijo.
El Parkinson es una enfermedad progresiva del sistema nervioso que afecta el movimiento. Los síntomas comienzan gradualmente. A veces, comienza con un temblor apenas perceptible en una sola mano. Los temblores son habituales, aunque la enfermedad también suele causar rigidez o disminución del movimiento.
“Se trata de una afección del sistema nervioso central causada por la pérdida de células productoras de dopamina en el cerebro. Se la considera una condición neurodegenerativa, porque las células nerviosas (neuronas) en el cerebro que controlan el movimiento se deterioran y se pierden. El faltante de dopamina genera que los mensajes cerebrales no sean transmitan de la forma adecuada, lo que da como resultado que los movimientos, coordinación, tono muscular y el equilibrio se vean afectados drásticamente, entre otras cosas. También es considerada una enfermedad progresiva, lo que significa que los síntomas aparecen gradualmente y empeoran lentamente”, explicó el doctor Carlos Alberto Ciraolo especialista en neurocirugía (MN 70.603), jefe de la sección neurocirugía funcional y estereotáctica adulta y pediátrica del Hospital Italiano de Buenos Aires.
En las etapas iniciales de la enfermedad de Parkinson, el rostro puede tener una expresión leve o nula. Es posible que los brazos no se balanceen cuando caminas. El habla puede volverse suave o incomprensible. Los síntomas de la enfermedad de Parkinson se agravan a medida que esta progresa con el tiempo. En Argentina, se estima que padecen Parkinson alrededor de 120 mil personas, en mayor proporción los adultos mayores de 65 años - aproximadamente la sobrelleva el 1-2% de este grupo poblacional-, y se trata de la segunda enfermedad neurodegenerativa crónica y progresiva más frecuente en el mundo.
“La enfermedad de Parkinson se manifiesta con síntomas motores y no motores. Los principales síntomas motores son la lentitud o bradicinesia, la rigidez y el temblor. En estadíos más avanzados pueden existir alteraciones posturales, del equilibrio y de la marcha. También se pueden presentar alteraciones sensoriales (pérdida del olfato, dolores diversos), gastrointestinales (constipación), del estado de ánimo (depresión, ansiedad, etc.), del sueño (insomnio, sueños vívidos o actuados) o autonómicas (trastornos urinarios). En estadíos más avanzados también puede verse afectada la cognición. Estos cuadros suelen comenzar luego de los 60 años, pero existe un 5% de menores de 40 que también son afectados. Se estima que 1 de cada 100 individuos mayores de 60 años padece la enfermedad de Parkinson”, agregó el especialista.
Tratamientos para la enfermedad
Actualmente no se cuenta con tratamientos curativos para el Parkinson, pero existen distintas opciones para el tratamiento de la enfermedad. Es importante comprender que cada paciente es diferente, por eso es necesario analizar y comprender las necesidades de cada uno, de forma individual a la hora de seleccionar una opción.
-Tratamientos farmacológicos: Existen varios medicamentos usados para tratar los síntomas motores de la enfermedad. Estos medicamentos son útiles en las primeras etapas de la enfermedad, pero su efectividad generalmente disminuye con el tiempo; así mismo es posible que con el tiempo requiera mayores dosis de medicamento para obtener control de los síntomas motrices, lo que a futuro podría ocasionar efectos secundarios.
-Tratamientos quirúrgicos: Cuando los medicamentos ya no funcionan tan bien para los síntomas motores de los pacientes, la cirugía de estimulación cerebral profunda (DBS) puede ser una opción para mejorar la calidad de estos pacientes. La terapia DBS es una forma de tratamiento que envía impulsos eléctricos a áreas específicas del cerebro que controlan los movimientos. Esto implica un procedimiento quirúrgico para implantar electrodos en el cerebro, conectados a un dispositivo neuroestimulador localizado debajo del pecho o el abdomen. El DBS es altamente efectivo en pacientes seleccionados adecuadamente.
-Terapias complementarias: En las primeras etapas de diagnóstico de Parkinson, su médico puede recomendar cambios en el estilo de vida y terapias que puedan mejorar algunos síntomas de la enfermedad, o puedan ayudarlo en su vida diaria. Algunas terapias complementarias comúnmente recomendadas son: Cambio en la dieta, Terapia de lenguaje, Fisioterapia y Terapia ocupacional.
“Entre los quirúrgicos, se destaca la Estimulación Cerebral Profunda, un procedimiento que se realiza en el país desde hace varios años y sobre el que ya existe cuantiosa experiencia. Una proporción seleccionada de pacientes con Parkinson podría beneficiarse con los resultados de esta tecnología médica, dependiendo de la edad, de las manifestaciones de la enfermedad y de la presencia o no de otras condiciones asociadas”, afirmó Ciraolo, médico de planta neurocirugía y neurocirugía pediátrica, y presidente de la Asociación Argentina de radiocirugía.
Y agregó: “Una de las terapias más avanzadas y reconocidas por su efectividad en minimizar los trastornos de movimiento propios de la enfermedad es la Estimulación Cerebral Profunda (DBS por sus siglas en inglés). Este tratamiento consiste en el implante de electrodos en la profundidad del cerebro que van conectados a un generador de pulsos o dispositivo eléctrico -similar a los marcapasos cardíacos- que se coloca en el tórax o el abdomen. Su mecanismo de acción se basa fundamentalmente en la capacidad de modificar el funcionamiento del sistema nervioso a través de estímulos eléctricos. El dispositivo es programado externamente a través de un software que define y regula los estímulos que recibe el paciente”.
Según el experto, el procedimiento del implante es un proceso multidisciplinario donde colaboran, entre otros, los neurólogos, los neurocirujanos y los bioingenieros. La precisión del implante se logra a través de diversos métodos, entre los cuales se destaca el registro de la actividad neuronal de ciertas regiones del cerebro durante la cirugía.
“La terapia de Estimulación Profunda busca controlar los síntomas motores de los pacientes, así como probables complicaciones y fluctuaciones que puedan desarrollar debido a la terapia farmacológica”, afirmó Ciraolo. “Cada caso debe analizarse con rigurosidad para asegurarse que sea la opción adecuada para el paciente, aunque esta terapia es una de las más avanzadas para tratar la condición. En estos casos, el objetivo siempre es mejorar la calidad de vida, el nivel de independencia y la funcionalidad de nuestros pacientes. La familia y el acompañamiento del paciente también juegan un rol fundamental”, agregó.