Lo tuvo el Atleti
Los de Simeone tuvieron contra las cuerdas al equipo de Guardiola, pero no estuvieron certeros. Felipe terminó viendo la roja en el tiempo de descuento.
Esta es una eliminatoria que solo puede empezar a escribirse por el final. Cuando el brillo es ceniza. Cuando ves a Guardiola acabarlo con los puños en alto, abrazado al cerocerismo y al 1-0 de la ida como billete a la semifinal. El Atleti despertó tarde, cuando a los cuartos le quedaban solo cuarenta y cinco minutos. Cuarenta y cinco minutos que llenó de ocasiones. Cuarenta y cinco minutos de taquicardia en el pecho, de rezar en voz alta esa palabra, Atleeeti. Cuarenta y cinco minutos en los que se acarició la prórroga mientras los futbolistas del City, incapaces, caían al suelo como bolos, en esa vieja treta del fútbol desde la prehistoria: perder tiempo cuando se gana y se quiere ganar. Sí. También Guardiola.
Desde la primera pelota, Simeone demostró que la idea era otra, esta vuelta la segunda parte de su plan. Lemar era la novedad en su once. Un Lemar para atraer y filtrar entre líneas. Enfrente, para el City, Bernardo Silva ejercía de falso 9, Walker estaba de vuelta y Cancelo y Mahrez ampliaban el verde desde las bandas. El Atleti tenía claro su guion. Cada vez que se hacía con una pelota, salida por banda y Lemar buscando a João. El primero, rápido y a un toque; el segundo, libre. Koke, cubriendo las espaldas de los dos.
A los catorce minutos, una venda cubría la cabeza de Foden tras un salto con Felipe. Un Felipe en uno de esos días que él tiene y que son capaces de arruinar cualquier cosa. Hasta la épica. Un rato más tarde se vería. La amarilla que se jugó entonces la vio al poco por una protesta. A su lado, menos mal, Savic cortándolo todo. Lo propio y lo ajeno. Sobre sus hombros firmes y las piernas de Kondogbia, con balón y sin balón, en corto y en largo, se aupaba el Atleti para sostenerle la mirada a Guardiola.
Un Guardiola que salía del laberinto intercambiando a Bernardo Silva y a Foden. El partido hizo clic. El primero, indetectable, comenzó a recibir siempre con espacio y tiempo para pensar, abrió la hierba. El Atleti comenzó a preocuparse de nuevo más por atar que por desatarse a sí mismo. Gündogan remató una pelota al palo y Felipe evitó el gol de Foden en el rechace poniendo el pecho. El descanso asomaba con el 1-0 de la ida sin mácula. Pero es que en el 5-4-1 João estaba demasiado solo frente al mundo. Griezmann era un tapón en la derecha.
Segunda parte emocionante, segunda parte de ser el Atleti
En la caseta, el Atleti debió mirar el reloj. Al partido de los 180 minutos le quedaban 45'. Y al Atleti ya solo una cosa para cambiar ese destino escrito en inglés: salir y ser el Atleti. Pero el de verdad. El que es capaz de emocionar hasta la misma raíz. A morir. Brotó en la segunda parte lleno de mandíbula, potencia e intención. Comenzó a morder y robar como no lo había hecho en los 135' que ya habían pasado de estos cuartos. Había despertado y la eliminatoria aún seguía ahí. Lemar, Griezmann y João se encontraban, el Metropolitano subía la voz forrada de viejo Calderón. Ale, ale, aleeee. El partido se llenó de pelotas que silbaban como balas alrededor de la madera de Ederson.
João remataba alto un centro de Llorente, un disparo de Griezmann se iba fuera casi besando el palo. Los médicos atendían a un Walker caído en la hierba, cuando Simeone introducía tres cambios: Carrasco, De Paul y Correa. Era el 69'. Más electricidad y vigor. Los ingleses se ahogaban entre tantas ocasiones y lluvia de balón. Acarició la prórroga De Paul dos veces, pero un remate se le fue fuera y otro alto. La buscó Correa con la bota y el puntín. A ocho minutos del final, Simeone miró atrás en su banquillo: dentro Cunha y Suárez, la última parte del plan. Ya solo quedaba la épica. Pero Stones se entrometió en una pelota de Cunha y Savic se quedó sin ángulo en el córner. Pero el centro de Carrasco no encontró remate. El Atleti tan cerca, parecía. El Atleti tan Atleti, al fin. Pero... aún seguía ahí Felipe. Y Felipe segó a Foden y se convirtió en la chispa adecuada que hizo estallara al final este partido regado en gasolina. Tanta tensión, nervio, tictac al cuello. Tangana, roja, descuento de nueve minutos que fueron once. La tuvo Correa, al final, pero Ederson desbarató. La Champions se iba, se terminaba. El Atleti fuera por esa herida leve en la ida que resultó mortal en la vuelta. Pero pitaba el árbitro y nadie se iba, se movía de allí. La grada comenzaba a entonar ese Atleeeti, Atleeeti emocionado, a sus valientes.