Lanús festejó sobre la hora en un partido con muchas pruebas y pocas emociones
El equipo del Sur venció por 1-0 con un tanto de Ángel González, por la 13° fecha; la Copa Sudamericana, el único objetivo en común que les queda; si Rosario Central le gana este lunes a Huracán, quedará último en la Zona 2
Los dos tienen la cabeza en otras cuestiones. Desde el punto de vista de los números, porque para ambos la clasificación en la fase de grupos de la Copa Sudamericana es el único objetivo en lo que resta del semestre. Desde el juego, porque los dos entrenadores siguen buscando el funcionamiento y los resultados que no han podido encontrar. Desde el sentimiento, porque en las dos orillas reina un inocultable sabor a decepción.
En esas condiciones, era lógico que tanto Jorge Almirón como Eduardo Domínguez aprovecharan la noche para hacer pruebas, tal como si se tratara de un encuentro de pretemporada.
El técnico granate le dio cancha a Franco Ortellado, un central de 20 años que hizo su debut (en el cuarto de hora final también a Julio Soler), y a la experimentada sapiencia de Diego Valeri y Nacho Malcorra para liderar la ofensiva. El del Rojo le abrió por primera vez la titularidad a Juan Cazares y el chico Julián Romero en la punta del ataque; no dudó en mandar al campo a Alex Vigo, Gerónimo Poblete y Lucas González, los tres recién recuperados de sus lesiones, y en la última media hora le permitió estrenarse a Ramiro Lobo, que enseñó cualidades a tener en cuenta, y Rodrigo Atencio.
Noventa minutos después, seguramente los dos habrán sacado numerosas conclusiones. Almirón, además de con el triunfo, tiene que haberse quedado satisfecho con la profundidad que por momentos le dio al movimiento colectivo la posición bien abierta de Ángel González y Malcorra por las alas, con los ocasionales aportes de los laterales o de Valeri por derecha.
Lo mejor del partido
Fue por ahí que el granate le produjo los mayores dolores de cabeza a la defensa visitante en la primera mitad. Dos centros de González, a los 4 y a los 24, generaron las ocasiones más claras. Claudio Spinelli no llegó a empujar la inicial, Sebastián Sosa se estiró y desvió el remate de Samuel Careaga desde la puerta del área en la otra.
A Domínguez tiene que haberle provocado alguna sonrisa la actuación de Gastón Togni, un jugador al que le renueva permanentemente la confianza pese a ser uno de los más resistido por los hinchas. Ubicado esta vez como volante por izquierda, el hombre surgido de las inferiores rojas recordó en los 45 iniciales a aquel que brilló en Defensa y Justicia. Tuvo movilidad para mostrarse como opción de pase y decisión para encarar y llegar hasta el fondo o probar el remate.
Al margen de estas cuestiones, las otras alegrías cayeron en cuentagotas. Por un lado fue interesante el despliegue del juvenil Samuel Careaga en el medio y de Spinelli en ataque; en la vereda de enfrente apenas tuvieron algunos toques positivos Cazares en la circulación y el pibe Romero en ataque, y mostró firmeza en el fondo Ayrton Costa.
Aunque es muy probable que Almirón y Domínguez hayan cargado con más datos la columna del debe. Le faltó consistencia a Lanús para estirar las ráfagas de supremacía en un dominio más constante que pudiera traducirse en más sustos para Sosa. No tuvieron la continuidad suficiente ni los desbordes por el exterior ni las apariciones de Valeri por dentro y las chances de sacudir el tedio quedaron atadas a acciones aisladas.
Independiente repitió falencias ya demasiado conocidas. La debilidad en la marca de Vigo y Thomas Ortega, los problemas para salir jugando de los marcadores centrales, el barullo permanente en el que vive inmerso Leandro Fernández y, en general, el enorme trabajo que le cuesta elegir (y ejecutar) lo más correcto en las zonas de definición y en consecuencia crear peligro: sus únicas aproximaciones fueron dos remates de Fernández en la segunda mitad. También es posible que el técnico haya anotado la baja forma de Poblete, muy lejos todavía del volante que fue un candado de seguridad en el mediocampo de Vélez el año pasado.
El partido, desde ya, nunca logró escapar de la mediocridad, con mayor cantidad de buenas intenciones que de aciertos. Dentro de ese contexto fue apenas algo más Lanús. Por algunos desbordes de Ángel González y la velocidad de Mateo Sanabria a partir de su ingreso.
Todo parecía llevar a un 0 a 0 lógico, pero ya en tiempo de descuento, un pase largo de Maximiliano González hacia su tocayo Ángel encontró la apresurada salida de Sosa y la definición por arriba que ratificó la paternidad de los últimos tiempos y le dio la victoria al granate.
En una noche para hacer pruebas, Almirón se fue más contento que Domínguez, aunque después de lo visto seguramente ninguno de los dos tendrá mucho margen para festejar.