El universo Boca y la locura por no saber detener tantos escándalos más allá de la pelota
El caso Salvio detonó nuevamente el mundo xeneize; el club acumula casos de violencia de género y problemas de conductas de sus futbolistas
Desde hace un tiempo que Boca debe lidiar con lo que sucede fuera de la cancha. Su escena deportiva se contaminó con las acusaciones que recayeron sobre sus futbolistas por actos de violencia de género: Sebastián Villa, Cristian Pavón, Agustín Rossi, Eduardo Salvio... Es cierto que todo se amplifica en el universo xeneize. Cobra fuerza aquella frase de Claudio Borghi, cuando fue el entrenador del equipo: “Estar en Boca es hacer el amor con la ventana abierta”. Y desde ese lugar es que llama la atención que los futbolistas no comprendan dónde están y qué implica pertenecer a ese lugar. Y mucho más que los que están a cargo de la institución no tomen medidas que protejan la estabilidad del club. ¿Cuánto puede demorar el presidente del club, Jorge Ameal, en pronunciarse cuando un caso como el de Salvio domina la escena pública? Lo que más aturde es su silencio.
Era absolutamente necesario, por el momento y porque la coyuntura empuja los cambios, pero no fue casual que Boca haya anunciado públicamente que se aprobó en agosto del año último un protocolo para casos de violencia de género, que entró en vigencia el 10 de diciembre de 2021. Lo que sucedió con Villa fue determinante. Si bien es cierto que el colombiano salió un buen tiempo de la cancha por ser acusado de haber golpeado a su ex pareja, sigue generando controversia que haya sido aceptado nuevamente en el plantel.
Para comprender mejor la dimensión de lo que sucede con Villa, la exposición que tuvo Boca por este caso y por qué genera tanta polémica que siga siendo parte de la institución es necesario recordar que el colombiano tiene una causa que el juez de garantías de Lomas de Zamora, Javier Maffucci Moore, resolvió elevar el año pasado a juicio oral por violencia de género contra su expareja, Daniela Cortés, que lo denunció en abril de 2020. A pesar de haber acordado extrajudicialmente en la parte civil, la investigación penal no se detuvo y el futbolista será juzgado en un debate oral. La acusación es por “lesiones leves agravadas por el vínculo y por mediar violencia de género en concurso real con amenazas coactivas”. De ser declarado culpable, se estima una pena posible de 5 a 10 años de cárcel.
La vicepresidente tercera de Boca, Adriana Bravo, responsable del Departamento de Diversidad y Género del club, intentó explicar en una charla con Télam por qué jugadores como Villa o Pavón no fueron sancionados con más severidad por el club y se apoyó en la ausencia de un protocolo sobre violencia de género... ”Fueron situaciones que se manejaron a través de la justicia. En ese momento no teníamos un protocolo activo, recién se aprobó en agosto del año pasado”, dijo la dirigente.
Boca vive en estado de alerta. Pavón fue imputado por la justicia de Córdoba por el presunto delito de “abuso sexual con acceso carnal” contra la denunciante, Marisol Doyle, por un hecho ocurrido en Alta Gracia en noviembre de 2019. El episodio ocurrió durante una fiesta en la localidad cordobesa de Valle de Anisacate, de donde es oriundo Pavón. El futbolista fue imputado por la violación de la joven y se presentó a declarar ante el fiscal de Instrucción del 2° Turno de la localidad cordobesa de Alta Gracia, Alejandro Peralta Otonello. El delantero de Boca negó haber cometido el abuso.
Es de suma importancia que Boca comprenda que necesita tomar medidas ejemplares, hacer un estudio más concreto de qué tipo de futbolistas suma a su plantel e inocular una línea de conducta para evitar que la entidad sea la que quede siempre lastimada por el accionar de sus empleados más notorios.
Y no se trata sólo de pensar en el último escándalo en el que quedó envuelto Boca, por una situación que tiene a Eduardo Salvio en el foco porque es acusado de atropellar a su ex pareja Magalí Aravena y darse a la fuga. Tampoco es cuestión de analizar las culpabilidades de cada caso. Es la acumulación de situaciones complejas de los futbolistas del club lo que enciende la alarma, porque sólo hace falta repasar el archivo para advertir que son los casos se acumulan. En mayo de 2017, Ricardo Centurión fue denunciado por su ex novia Melisa Tozzi, que acudió a la Comisaría de la Mujer de Quilmes para contar que fue agredida por el futbolista, que en ese momento jugaba en la entidad de la Ribera. ¿Boca puede impedir que estas situaciones ocurran? No. ¿Boca puede hacer algo diferente a lo que hizo hasta ahora cuando estas situaciones ocurran? Sí.
En los primeros meses de 2017, también fue denunciado Agustín Rossi por su ex pareja Barbi Segovia. La mujer publicó en su cuenta en Facebook una serie de situaciones violentas que le tocaron vivir con el arquero de Boca. Incluso, subió chats de WhatsApp en los que supuestamente hablaba con Rossi, en los que él admite haberle pegado.
En enero de 2018 hubo otra denuncia de violencia de género, en este caso contra los colombianos Edwin Cardona, Wilmar Barrios y Frank Fabra. Los futbolistas habrían participado de una fiesta, habrían ingerido mucho alcohol y perseguido a mujeres con armas blancas en un hotel porteño. Otra vez, el asunto se diluyó con un acuerdo privado.
Está claro que los escándalos en Boca se multiplican y la repuesta de la institución, en la mayoría de los casos, es no pronunciarse. El caso Centurión fue uno de los más resonantes: en varias oportunidades llegó fuera de horario a la concentración y hasta se vieron videos en los que estuvo cerca de golpearse con algunos de sus compañeros en uno de los hoteles en los que se alojaba el plantel.
Hace un par de meses fueron Cardona, Villa y Carlos Zambrano los protagonistas de una “intoxicación” en las horas previas al partido con Newell’s, cuando el entrenador Sebastián Battaglia les había dado medio día libre: “Sufrieron una intoxicación. Los tres cambios fueron producto de un malestar que tenían ellos. Zambrano incluso no hizo la entrada en calor porque no estaba en condiciones”, fue el argumento al que apeló el entrenador para evitar un escándalo mayor.
Y la novela con Agustín Almendra, con las peleas con Battaglia, las faltas de respeto del futbolista con el entrenador, los entredichos con sus compañeros con Darío Benedetto -escudo del DT-, la intervención del Consejo de Fútbol, que encabeza Juan Román Riquelme, para calmar las aguas y tratar de entender al jugador, volvieron a agitar las aguas del día a día de Boca.
Poca pelota, poco fútbol, poco control, mutismo de la conducción. Demasiados síntomas que explican por qué Boca tiene tantos trastornos y no logra vivir en paz.