El Madrid vive de penalti

Un líder muy flojo gana en Vigo con dos penas máximas transformadas por Benzema, que falló una tercera. González Fuertes le anuló, con justicia, un gol a Galhardo. Poco premio para el Celta.

Luis Nieto
As
De penalti en penalti, un Madrid de medio pelo mantuvo el tipo y la ventaja y se ahorró ansiolíticos antes de la visita al Chelsea. Tres penas máximas señaló González Fuertes a su favor, la última para el debate, más un gol bien anulado al Celta. Suficiente para que Balaídos encontrase un buen motivo para justificar una derrota injusta. El equipo vigués estuvo muy por encima de un líder aún bajo los efectos del soplamocos del Clásico, bajo de baterías y hasta de corazón. La Liga se le empieza a hacer larguísima.

Si existe una constante en la historia del Madrid, y ahí está la sala de trofeos del Bernabéu para testificar en su favor, es su facilidad para no ensimismarse en la derrota, ni siquiera si llega en un Clásico, ni siquiera cuando viene acompañada del estruendo de un 0-4. Esa capacidad para acortar los lutos (aquel uniforme negro que en mala hora estrenó ante el Barça tardará en volver), muy cultivada en el club, le ha diferenciado muy frecuentemente del resto. En Vigo no le salvó ese espíritu, sino una concatenación de circunstancias favorables que difícilmente volverán a repetirse.

Ancelotti, desde el sofá, ordenó el relevo de Carvajal, llamado por la Selección en su peor momento. Y Coudet no se atrevió con Araújo, recién aterrizado del premundial CONCACAF, ni con Cervi, que salía de una fascitis plantar, en una semana de banquillos: en el que se sentó Santi Mina de un juzgado de Almería, acusado de agresión sexual, y con el que amenazó el presidente Mouriño a Denis Suárez si no cambia de agente. El primero se quedó fuera del once, el segundo entró para completar ese quinteto de cuerda tan habitual en el Celta del argentino: Brais-Suárez-Nolito-Aspas-Galhardo.

Nolito mete la pata...

Eso es el equipo vigués, a pesar de lo que dice la tabla: mucho frente y poca retaguardia. En definitiva, una promesa de actividad en las dos áreas, más de salida en la del Madrid, que se vio atrapado en esa primera presión del Celta, una de sus huellas en esta Liga. Le dio para un remate interceptado de Aspas y otro lejano de Denis Suárez. El Madrid, con menos producción, se vio más cerca del gol. Benzema mandó un cabezazo al lateral de la red y Dituro rechazó un remate sin colocación de Vinicius. Todo sucedió antes de que Nolito le hiciera un penalti tan claro como manifiestamente evitable a Militao. Un delantero metido en área propia casi siempre es un entrometido. Así puso en ventaja Benzema al Madrid sin que al equipo le hubiese dado tiempo a pedirse perdón a sí mismo por los pecados del Clásico.

Una ventaja que sostuvo el otro gran activo del líder: Courtois. Aspas, que en Vigo es Benzema al cubo, mandó una falta junto a la escuadra derecha a la que el belga aplicó estirada y manotazo, a cual mejor. Cuando en junio el Madrid eche cuentas, la deuda con su portero tenderá a infinito.

El gol, en cualquier caso, aminoró el dominio del Celta y el encierro del Madrid. La cosa quedó en un ida y vuelta, con más actividad que ocasiones. Aspas apareció poco, Galhardo anduvo perdido, Vinicius se vio muy vigilado, Asensio ofreció su versión inestable... Todo bajo el control de un Madrid con el ojo puesto en la aguja del combustible y la cabeza en Stamford Bridge hasta que llegó uno de esos lances que el reglamento contempla y el público entiende mal. Nolito mandó un centro al área, Galhardo lo cabeceó a un palo y el balón recorrió la línea hasta entrar por el otro. Aspas, que estaba en fuera de juego y tiene mucha mili, se cuidó de tocar el balón, pero con su maniobra impidió el despeje de Alaba. González Fuertes, al VAR, y el gol, al limbo.

El penalti inventado

El Madrid volvió del descanso acomodado y descuidó mucho la banda de Javi Galán, el tercer jugador que más centra del campeonato. Por ahí le llegó el empate, en acometida del lateral, cuyo centro raso acabó en un Nolito ultradesmarcado para batir a Courtois. El Madrid arrastraba los pies, en la idea equivocada de que este era partido de un gol, perdía todas las segundas jugadas, no amenazaba en las contras. El choque se volvió celeste. A Thiago Galhardo se le fue el gol en una volea; Aspas lo tuvo cerca en una falta lateral cuyo remate no se quedó nadie...

Davide Ancelotti mandó una descarga desde el banquillo con Carvajal y Rodrygo para acabar con el jardín de Javi Galán. Lo primero que intentó el brasileño le salió estupendamente: quebró a Murillo en el área y este le mandó al suelo. El penalti se lo paró Dituro a Benzema, pero cinco minutos después se repitió la escena, ahora por derribo por los pelos de Kevin a Mendy. Esta vez no perdonó el francés. Nada había mejorado en el Madrid salvo el resultado mientras Balaídos bramaba por el cúmulo de decisiones arbitrales por las que se sentía agraviado. "¡Penalti, penalti!", gritó ante cualquier incidente reglamentario, fuera cual fuera la zona del campo.

De ahí al final, el Celta se dejó el alma por el empate y el Madrid defendió atemorizado e irreconocible su ventaja, a buen seguro con Ancelotti encogido en su sofá.. Solo mereció celebración el resultado, que le aleja de un final con foto finish.


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