El Madrid adorna su alirón

Los suplentes del equipo blanco rematan el merecidísimo título del Madrid. Doblete de Rodrygo y 42º gol de Benzema en 42 partidos. Se lució Ceballos y debutó Gila.


Luis Nieto
As
De principio a fin, de verano a primavera, con los de siempre y con los de casi nunca, el Madrid lleva al museo del Bernabéu su 35ª Liga. Una conquista fuera de todo debate y a las puertas de otro intento aún de mayor calado, la Champions. Esa es patología de las leyendas: los éxitos duran lo que va del Bernabéu a Cibeles y los debates ocupan semanas o meses. Una mayoría de suplentes firmó el acta de esta Liga, para dejar constancia que el éxito, aun mal repartido, acaba siendo de todos. Fue en un partido de tensión baja, sin abismo al que asomarse, ante un Espanyol en las mismas, salvado y bendecido. Pero es que el partido no fue el fin sino el medio para que el equipo recibiese el abrazo de los suyos por un título conquistado con mano de hierro en el que la última palabra fue de Rodrygo, el último titular y el primer suplente, según las épocas.

La alineación ante el Espanyol también encerraba la que presentará el Madrid ante el City y, en cierto modo, lo que se ventilará en verano. Algo parece tenerle reservado a Valverde Ancelotti para la noche de Champions. Y alguna duda le queda (a él y a parte de la afición, que se mostró entusiasmada con su gran partido) con Ceballos, algo que hace tiempo dejó de sucederle con Isco. Solo extrañó ver a Modric, primerísimo espada, entre aquel grupo de jugadores que han sido segundo plato o postre durante el curso.

Al partido, en cualquier caso, le faltó drama desde el principio. Suele suceder que en días así los preparativos de la fiesta devoran el sentido del deber. También entre el público, que acudió a celebrar más que a empujar. La ovación a Nadal, que hizo el saque de honor, con Alcaraz en el palco, tuvo más intensidad que cualquiera otra durante el choque. Incluso en ese clima de distensión fue apreciable que andaba suelto un Balón de Oro: Modric. Su renovación era innegociable más que porque aún anda en muy buen uso porque no hay nada igual en el mercado.

Rodrygo abre la fiesta

En ese partido equilibrado, aparentemente confortable para el Espanyol, a Mariano se le fueron dos goles cantados. Su primer cabezazo, a un metro de puerta, lo estrelló en el palo. El segundo se le fue desviadísimo. El envío con lazo de Modric merecía otra cosa.

Al otro lado, De Tomás ponía todo el empeño en demostrar lo que pudo haber sido y no fue. Delanteros que no pierdan propiedades fuera del área como él (y como Benzema) escasean. Y en ocasiones cuesta que entren por los ojos a la primera. Le pasó al Madrid con él.

Vicente Moreno planteó una zaga de cinco, con dos laterales de largo alcance. Aleix Vidal a la derecha y Vilhena, que vino para otra cosa, a la izquierda. Un equipo muy aerodinámico para el contragolpe pero que apenas creó peligro en la primera mitad.

En ese duermevela anduvo el choque durante media hora hasta que Marcelo honró al brazalete y cerró su cita con Cibeles. Recibió de Rodrygo y esperó a que este encontrara su hueco en el área para ponerle el gol en suerte. Ahí, en el terreno donde viven los cocodrilos, sí está por encima de Vinicius. Así que se abrió paso y fusiló a Diego López. No mucho más tarde repitió con la misma precisión quirúrgica y desde el mismo lado tras una pérdida de Yangel Herrera. Definitivamente Rodrygo mejora mucho arrancando desde la izquierda, pero por ahí, la temporada que viene, no estarán las oportunidades. En cualquier caso, ese fruto empieza a madurar.

A esas alturas el público ya le ofrecía un improvisado partido homenaje a Marcelo, el jugador más laureado en la historia del club, un extremo disfrazado de lateral que en campo ajeno aún es un tormento. Medio Marcelo todavía es capaz de emocionar al Bernabéu.

Vinicius y Benzema sirven el postre

Con el partido y la Liga listos de papeles el Espanyol intentó justificarse con diez minutos de dominio aparente al que puso final el tercer del Madrid en una contra cuya clave estuvo en la sincronización del pase de Camavinga a Asensio. El francés supo esperar y el balear se contuvo hasta encontrar el punto exacto en que la jugada ya no era defendible. Asensio ejecutó con remate preciso ante la salida de Diego López.

Con la fiesta en marcha llegó la hora de los héroes, Benzema, Kroos y Vinicius. Probablemente era lo pactado con Ancelotti en ese tres en uno soñado: ganar, celebrar y descansar. Resultaba imposible contener en el banquillo a la hora del alirón a sus principales responsables. Esa verbena llevó a Camavinga a jugar un ratito de central. Oposita para cualquier cosa que depare el futuro.

A los postres hubo pastel de gloria para todos, porque dos paradas de Courtois recordaron dónde anduvo el reverso del título, porque Ceballos se ganó a la grada con un amplísimo repertorio (mezcló garra y fantasía) y porque Isco dio muestras de lo que aún le queda. Le anularon un gol, por fuera de juego posicional de Rodrygo, que él preparó y cerró. También debutó Gila, un central que jugó un año en el juvenil del Espanyol. Y no faltó el gol de Y no faltó el gol de Benzema a pase de Vinicius, la pareja del año. 42 goles en 42 partidos. El francés sí que se sienta en la mesa de Cristiano y Messi... con 34 años. Y Ancelotti pasa a la historia como el único técnico con el Grand Slam, las cinco grandes ligas. El City ya sabe lo que hay.

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