El Barça sale vivo de un atropello

 Un gol de Ferran Torres maquilló un partido en el que el Barcelona se vio superado por la intensidad de un Eintracht al que le falló la puntería y será el Camp Nou quien decidirá el semifinalista.

Santi Giménez
As
El Barça salió vivo de un atropello en Frankfurt. El empate (1-1) que sacó el equipo de Xavi y que deja la eliminatoria a merced de lo que pase en el Camp Nou es un resultado excelente tras lo que se vio sobre el césped, donde la intensidad de los alemanes le hizo revivir al Barcelona el calvario de Betzenberg ante el Kaiserslautern que salvó Bakero. Esta vez, fue Ferran el que maquilló lo que apuntaba a desastre.

Xavi arriesgó en la alineación, no por el hecho de dar descanso a Dembélé y a Frenkie de Jong por Adama y Gavi, sino por alinear al quinteto de jugadores que llegaban a la ida amenazados de tarjetas para afrontar un partido que el propio técnico blaugrana advirtió en la previa que iba a ser una tormenta dada la intensidad de los alemanes.

El Eintracht es un equipo alemán de esos de antes, de los que en una ventolera, llevados en volandas por una grada entregada a la causa, tratan de aplastar al rival a base de percusión.

Y fue eso, ni más ni menos, lo que sucedió en la puesta en escena del encuentro, que vivió el espejismo de un disparo lejano de Ferran Torres en el minuto dos de partido y que luego fue una tortura para los catalanes, que no pudieron igualar la intensidad de los locales, que les pasaban como aviones.

Nunca se había visto tan desarbolado al equipo de Xavi en la disputa del balón como en la primera parte del duelo ante el Eintracht. La suerte para los barcelonistas fue que los de Glasner no estuvieron finos en la finalización. Knauff y Sow fallaron ocasiones clarísimas y si no llega a ser por las rectificaciones in extremis de Gavi, el Eintracht hubiera materializado su superioridad en el campo con algún gol.

La lesión de Piqué, que a los 23 minutos tuvo que ser sustituido por Lenglet, empeoró las cosas. Pedri estaba perdido en combate, Adama jugaba sobre jabón, Alba no daba abasto, Araújo era un drama con la pelota y Busquets no cogía las riendas del partido. Y Ter Stegen sembraba el pánico con sus indecisiones. Fruto de un balón que se le escapó, el árbitro señaló penalti por zancadilla de Busquets, pero el VAR demostró que el capitán llegó a tiempo al balón y evitó un tanto que el Barça se merecía en contra y los alemanes a favor.

Que el Barça llegara al descanso con empate a cero fue un milagro, pero en los milagros no puede confiarse eternamente, porque hasta los que creen en ellos predican lo de “a Dios rogando y con el mazo dando”. Y en esta ocasión, el mazo era propiedad de los alemanes y más concretamente de Knauff, que a la salida del primer córner que cedió el Barça en la segunda parte (a los dos minutos) colocó desde la frontal y sin oposición alguna un disparo ante el que Ter Stegen no pudo responder.

Tuvo en ese momento el Eintracht la oportunidad de rematar a su rival, pero le volvió a fallar la puntería y dio tiempo a Xavi a remodelar el desastre dando entrada a Dembélé y a Frenkie de Jong. Y funcionó: seis minutos después, ambos jugadores se asociaron con Ferran para anotar el empate en una jugada de tiralíneas. El empate valía su peso en oro, aunque el ánimo de los alemanes no decayó. Pero donde antes había anticipación, llegó la precipitación, como la que sufrió Tuta, que al cortar un contragolpe de Pedri vio la segunda amarilla y dejó a su equipo con 10 a falta de un cuarto de hora. Sin embargo, el Barça fue incapaz, también en superioridad, de domar un partido del que puede salir más que satisfecho, porque por momentos, estuvo muy cerca del KO. Le atropellaron, pero finalmente, salió milagrosamente vivo.

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