Boca jugó con la verde
Otra inocentada insólita en un mal partido vuelve a llenar el ambiente de dudas a horas del debut en la Copa. Boca se arruinó su propio festejo de cumpleaños. ¿Hay lugar para la ilusión?
Esta debía ser una columna de festejo: por el superclásico ganado que invitaba a un despegue definitivo y vertical, por el cumpleaños 117, por la esperanza que se abre siempre que está por empezar la Copa, esa vieja obsesión.
Es, sin embargo, una columna de calentura y de incertidumbre por los errores imperdonables que se repiten. ¿Cómo te van a hacer un (otro) gol sacando del medio? ¡Arsenal! ¡Ar-se-nal! No, no es la mejor respuesta a tres días del torneo que es la obsesión de todos. Y eso invita a la reflexión. Otra vez, la gente se fue pidiendo la Libertadores. ¿Se puede pedir la Libertadores en medio de este subibaja de rendimiento? ¿Cuál es Rossi, el imbatible de la cancha de River o el chambón que sale a la desesperada y se come ese gol insólito que fue el definitivo 2 a 2? ¿Figal va a ser una de las garantías de que Boca no sufra? ¿Puede Battaglia tardar tanto en darse cuenta de que le sobraba un 5 y le faltaba un creativo? ¿Cuánto tiempo más se lo puede seguir esperando a Salvio?
Demasiados interrogantes, poquísimas certezas. O en todo caso, respuestas que es mejor no dar.
Más allá de esos dos triunfos en fila contra Estudiantes y River, Boca sigue sin ser confiable. Puede ganar o perder. Puede jugar bien alguna vez y mal la mayoría. Y es muy difícil ilusionarse en estas condiciones. Más allá del grupo de la muerte. Es Boca el que asusta, más que los rivales, cuando juega como jugó contra Arsenal. Un equipo que extrañó horrores a Pol Fernández, sobre todo cuando su lugar fue ocupado por el burócrata de Rolón que sólo da pases hacia los costados. Otra vez, lo mejor fue Vázquez haciendo un gol de Benedetto. Otra vez, el desequilibrio llegó a través de la sociedad colombiana entre Fabra y Villa. Demasiado poco.
Que Boca aún no haya ganado en la Bombonera en lo que va del año es algo que también preocupa. Y el dato no parece una simple racha. Significa, quizá, que cuesta asumir la responsabilidad del protagonismo. En la Copa siempre hay que arañar algo de visitante, pero es fundamental ganar de local.
No está bueno celebrar el cumple así. No. Los jugadores se fueron cabizbajos, con bronca, sin ánimo para apagar las velitas de esta hermosa historia que lleva 117 años y que se llama Boca Juniors. Esa hinchada que fue a la Bombonera a cantar y los millones que se quedaron afuera merecen más. Mucho más.
PD: Que la coyuntura no nos haga olvidar de lo importante. Nuestro más absoluto y llano repudio al uso indiscriminado y a la comparación de la mascota de Qatar con el fantasma de la B surgido tristemente cuando River perdió la categoría. Cabe aclarar, en reparación de su honor, que Qatar nunca descendió.