BARÇA 2-EINTRACHT 3 (3-4) / Hundidos a domicilio

El Barcelona jugó la vuelta en casa pero sintiéndose un extraño en su propio estadio. Cayó por 2-3 tras maquillar un fracaso que va más allá de lo deportivo. La imagen del estadio fue vergonzosa para los barcelonistas.

Santi Giménez
As
El Barcelona dilapidó la opción más clara que tenía para ganar un título y, lo que es peor, clasificarse para la próxima Champions, después de hundirse sin paliativos en su estadio donde el Eintracht les ganó por 2-3. El fracaso no es sólo deportivo, que puede pasar, lo más grave de todo fue la vergüenza institucional de ver como el estadio del Barça se convertía en el WaldStadion, con más alemanes que culés y tener la sensación de sentirse extraño en casa propia. El escándalo fue tal, que alguien debería dar las explicaciones pertinentes, porque lo de ayer con 30.000 alemanes en las gradas no es cosa de reventas.

Tal y como se podía suponer, las excusas del Barça asegurando que ante la marabunta de seguidores del Eintracht que se desplazaron a Barcelona no había que sufrir porque el club iba a controlar la venta de entradas, quedó en eso, en palabras. El socio del Barça, con honrosas excepciones, dimitió de su equipo y situó al Barcelona en la histórica situación de ser el primer club que juega la ida y la vuelta en campo contrario.

Puede que económicamente, el club y los socios que se revendieron el abono hicieran un buen negocio que sirva para tapar agujeros o para pagarse una paella en el Empordà, pero deportivamente, dejaron al equipo de Xavi a los pies de los caballos.

La salida del Eintracht al campo, envalentonado por el aspecto del estadio, repleto de sus seguidores miraras donde miraras, fue contundente. Tres llegadas seguidas y antes de que el Barça pudiera pasar de medio campo, un penalti absurdo de Eric indicó el inicio del calvario blaugrana.

Kostic adelantó a los alemanes ante la fiesta del Camp Nou. El equipo, y parte de la grada que era del Barça, se rebeló contra eso y de la mano de un Dembélé muy picado en el orgullo, el equipo blaugrana puso cerco a la portería de Trapp. El dominio culé llegó a hacer callar a los alemanes por un rato, pero el riesgo estaba claro. Los germanos esperaban su ocasión para poder salir a la contra y tras avisar en un par de ocasiones, Santos Borré aprovechó el agujero de Mingueza en la derecha para colarse y marcar un golazo que dejaba al Barça a las puertas de la gesta de tener que remontar en 45 minutos y en terreno hostil.

Y sin Pedri, que se marchó del terreno de juego tocado y al inicio de la segunda parte fue sustituido por Frenkie de Jong, que saltó del equipo inicial por una enfermedad. Y si querían más contratiempos, pues en la segunda parte tampoco comparecieron los de la Grada d’Animació, que eran los únicos que habían mantenido que el Camp Nou en un acto de protesta ante la gestión de la venta de entradas, que duró hasta el minuto 10 del segundo tiempo cuando regresaron a apoyar a un equipo que estaba perdido.

No eran los únicos, todo lo que podía pasar, pasó en el Camp Nou. Incluso una revisión de posible penalti por manos en el área alemana no pudo comprobarse en el VAR porque el monitor no recibía imagen.

En busca de una solución, Xavi dio entrada a Adama y Dest, pero fue en vano, Kostic, a la primera que se encaró con el estadounidense, le colocó un disparo cruzado a Ter Stegen que suponía el 0-3. Es raro escribirlo y también vivirlo, pero el Camp Nou era una fiesta. El Barça, lo intentaba,, Busquets marcó en el 90, se dieron 9 minutos de añadido por la chapuza del VAR y el equipo culé buscó el milagro, que estuvo cerca porque en el noveno minuto, Memphis marcó de penal, pero el árbitro no quiso chafar la fiesta alemana en casa del Barça.

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