ATLÉTICO 2 - ESPANYOL 1 / Gracias al VAR y a Carrasco

El belga abrió el marcador y anotó en el 99' de penalti otorgado por el VAR para dar un triunfo agónico al Atleti. RdT congeló el Wanda de falta, con pifia de Oblak.

Patricia Cazón
As
Todo acabó muy mad, niño. Mad, bad and dangerous. Qué frase regaló la prensa inglesa tras el City. Si buscaban insulto, definen, han fabricado un icono. Porque no hay en el mundo nada más mad que el Atleti. Loco, loco. Tú eres testigo. Ese último minuto. El balón de Carrasco que impacta en el codo de Raúl de Tomás. Hay barullo, llamada de VAR. El árbitro va a la pantalla. Observa y juzga. Señala el punto. Penalti. Carrasco lo pide, Carrasco lo lanza, Carrasco bate por segunda vez en la tarde a Diego López. Es el final. Ya no hay más tiempo. El árbitro lo había pitado, el fin, antes de la llamada de VAR. El Metropolitano estalla en tu día, el de los niños, con la bendita locura prendida del aire. LaLiga de 14 otra vez desencallada. Los tres puntos. Y esa sensación: para el nuevo fútbol hay que desatornillarse los brazos antes de entrar en las áreas. Las manos condicionaron. Entonces y antes.


Vicente Moreno planeó el partido largo, con defensa de cinco por sorpresa que se le atragantó a Simeone. Un Cholo que respondió con giro de pizarra: renunció al 4-4-2 y la moto de Llorente híbrida, al carril en defensa, en ataque con libertad para subir. Fue de lo poco que se movió en una primera parte del Atlético con el peso de la eliminatoria, y la eliminación del miércoles, en las piernas. Bad. A veces los partidos son así, niño. La hora, el City, la costumbre de tantos partidos a las 21:00. El Espanyol cegaba caminos, bien plantado. Simeone negaba de cabeza. El sol vertical, sus jugadores que pedían el balón al pie, sin ritmo, sin tino. Lo más peligroso que han visto tus ojos bisoños en la tarde es ese cabezazo de Cabrera al que Oblak respondió con un manoplazo. Y azuzó a tu padre, a tu madre, en los asientos, incómodos. Uy. Venía de córner, de centro lateral y para este Atleti eso siempre es un peligro.

Tictac. El reloj corre mientras ocurre nada. No te duermas niño, no te duermas. João te lo pide mientras escapa de Calero para atrapar ese balón en largo de Kondogbia. Su zurdazo se va arriba. Pero mueve el aire. Un poco. No te duermas, niño, no te duermas. No siempre es así, aunque la tarde del Metropolitano sea de mascar chicle de cemento. O peor: el descanso llega con dos clac. Por un lado, Lemar, al intentar controlar un balón. Se va al suelo entre lágrimas. Por otro, João, pisotón en el tobillo. Los dos se van tocados a la caseta. Ninguno vuelve.

Dangerous. Eso busca el Cholo, nada más regresar. Triple cambio. Entran Griezmann, Carrasco y Cunha para generar juego entre líneas. El Atleti asentado, ya sí, en su 4-4-2. Entonces lo sientes, cómo la grada explota, el hormigón a tus pies cimbrea, las bocas expulsan los chicles mascados: Oblak saca la mano para evitar el gol de Darder y, en la jugada siguiente, los tres que acaban de entrar llevan el balón a la red de Diego López. Grizi distrae, Cunha asiste al hueco, Carrasco marca. El fútbol, niño, esto es el fútbol. Del 0-1 al 1-0 en medio minuto. Ahora sí que no cierras los ojos. El Atleti con más presencia en el área perica, con ritmo, juego, ganas. Aúpa el físico de Kondogbia, aunque falta último pase. Pero entonces llega lo dangerous. Esas reglas con las manos que ya nadie entiende.

La locura en las manos

Se castigan todas. Las voluntarias y no. Y en las segundas se le enturbia la tarde al Atleti. Un balón de Darder golpea a Kondogbia de rebote al borde del área. Segunda amarilla, roja. Raúl de Tomás, que hacía un rato había comparecido por primera vez en el partido, teledirigió la falta a la red de Oblak, que falló. 1-1. Y la grada sube la voz, y tú gritas, es tu día, no te gusta lo bad, las reglas que ya nadie entiende, ni los propios jugadores. Ves a los tuyos lanzarse con más precipitación que cabeza sobre el área perica. Pero a Llorente este año no le salen los goles, pero Griezmann está seco. Y Oblak para a Wu Lei y Diego López se hace frontón ante Carrasco antes de que estalle lo mad. La mano de Raúl de Tomas en el área, el tiempo cumplido, la llamada de VAR, el penalti, Carrasco, el gol. Mad, bad, dangerous. O como se diga, niño. Bienvenido a la bendita locura.

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