Un vallecano toma Vallecas

Quinta victoria seguida de los de Simeone en Liga que les deja a dos puntos del Sevilla. Koke marcó y João Félix volvió a asistir. Correa vio la roja directa.

Patricia Cazón
As
Los pulgares que en el 49’ se señalaban el ‘6’ a la espalda bien saben lo que es Vallecas. El barrio, la lucha, la entrega. Ese lugar en el que Koke creció y que siempre irá en su fútbol, aunque sus colores sean otros, rojiblancos desde alevín. Porque a Koke le faltaba solo el gol para reafirmar su resurrección y tenía que ser en Vallecas. João puso la magia y Koke la llevó a la red con el interior nada más regresar del descanso. Ya saben, no hay peor cuña que la de la misma madera.

Koke y João, los dos de inicio. Bueno, en realidad estaban todos los de Old Trafford. Para Simeone no hay mayor principio que aquel de que, si algo funciona, mejor no tocarlo. Ni entre los márgenes de Vallecas, más estrechos, tuvo la titularidad Suárez y en el epílogo del partido se demostraría por qué. Iraola, mientras, abría su once tipo a los méritos: Bebé, autor de sus dos últimos goles, titular. Suya fue la primera llegada del Rayo ante Oblak. De Griezmann, la primera ante Dimitrievski. Los dos balones se fueron a algún balcón de los que abrazan Vallecas. El reloj no había llegado al minuto cuatro y los dos equipos jugaban como si el partido estuviera instalado en un largo minuto 90. Intenso, disputado, aunque nada se concretara en las áreas.

Ni esa falta que lanzó De Paul con periscopio para Joãomann, el último invento del Cholo para agujerear rivales: la dupla que forman su ‘7’ y su ‘8’ como un solo hombre. Siempre móviles, activos, derramando talento. João, de cabeza, prolongó para el remate de Griezmann que, por segunda vez, solo ante Dimitrievski, remató fuera y mal. El Atleti comenzó cómodo, sobre el orden de Herrera y la lucidez de De Paul, pero según fueron pasando los minutos, el Rayo comenzó a tener más balón. Posesiones más largas siempre estampadas en el mismo lugar: Reinildo, un ladrillo inamovible. El regreso de la palabra perdida por el Cholo, la solidez, hay que buscarla en sus botas. Fin.

En el área contraria, el Atleti entraba sin descanso pero sin tino. Con sus laterales cegados, Llorente sin moto y Lodi sin vuelo, todo giraba en torno a Joãomann. Era el turno de las ocasiones del portugués, en una masterclass deliciosa de controles orientados toda la primera parte. Pero, como antes Grizi, tampoco. La más clara que tuvo, un cabezazo a la escuadra, se fue un palmo fuera. El Rayo, vertical, siguió creciendo con balón aunque sin peligro. El Atleti se fue cerrando. Cuando el descanso asomaba, Comesaña, ya con amarilla, se jugó irse a la ducha por frenar con cepos una carrera de João. Si le enseñan la segunda, se la queda.

Koke, João y esa carrera fatigada de Suárez

Nada más regresar el partido del descanso, Koke se señaló con sus pulgares el ‘6’. La jugada colectiva, la pared, sublime de João a Koke, la definición del capitán, cirujana. La portería del Rayo abierta después de que la pelota le pasara a Mario Suárez entre las piernas. Pero entonces Vallecas alzó su puño y el Rayo lo llevó a la hierba después de que Griezmann rozara el 0-2 asistido por un De Paul que ya sí es De Paul, en todo. Un Rayo que se lanzó sobre la portería de Oblak. Pero este Oblak ya también es Oblak y, ante un zapatazo de Mario Suárez desde fuera del área, sacó sus guantes milagro. En la jugada siguiente, pedía el Rayo penalti por mano de Reinildo que ni árbitro ni VAR castigaron. Simeone respondió con un triple cambio.

João se fue mascando clavos, Suárez y Correa entraron. El Rayo se había soltado a pesar del desgaste de Griezmann con el mono de trabajo sobre el frac, en otro ejercicio de sacrificio por el grupo emocionante. La pelota, suya, las ocasiones, también. Pero Nteka, solo ante Oblak, enviaba otra pelota a un balcón y Correa, cuando quedaban cinco minutos, decidía autoexpulsarse. Le dijo algo al árbitro, roja. Los nervios llenaban el aire. Y la última del Atleti fue una contra que Suárez desbarató a la vez que le enseñaba al mundo que hasta en Vallecas le cuesta correr. Y el Rayo respondía con una doble ocasión, de Nteka y Balliu, que acababa entre las manos de Oblak, abrazado el Atleti a su viejo y bendito unocerismo. En la noche en la que un vallecano tomaba Vallecas. Koke, su barrio.

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