Superclásico: González Pirez y un error que lo convirtió en el antihéroe del River-Boca

El defensor del Millonario fue protagonista de otro desacierto en un superclásico y venía de cometer un penal frente a San Lorenzo hace dos fechas

González Pirez y Paulo Díaz se retiran cabizbajos
González Pirez y Paulo Díaz se retiran cabizbajosNicolas Aboaf - FotoBAIRES

González Pirez había quedado marcado contra Boca por su recordado error en el 2-2 del Torneo Final 2012. Aquella tarde ingresó a los cuatro minutos por la lesión de Ramiro Funes Mori y, cuando River ganaba 2-0, a los 29′ del segundo tiempo le cometió un claro penal a Lautaro Acosta: quiso rechazar la pelota y se llevó puesta la pierna del delantero. Santiago Silva lo cambió por gol y el partido terminó con el empate agónico de Walter Erviti. Desde ahí, le costó despegarse de aquel marcado error y los hinchas lo apuntaron por esa acción. Y anoche, en el Monumental, volvió a fallar en una jugada crucial.

Hasta su error, que también tuvo complicidad de Armani, el gran dominador del partido era River. Más allá de que no pudo mostrar una versión aceitada y lúcida como el fin de semana pasado con Gimnasia, atacó constantemente el arco rival, no sufrió nunca en la primera parte y encontró espacios para atacar y empezar a agigantar la figura de Agustín Rossi: remató 16 veces sin poder convertir y el arquero Xeneize se lució con nueve atajadas. Pero esa fatídica jugada torció el partido. A partir de ahí, Boca se envalentonó, se posicionó mejor en el campo y el Millonario, más allá de que siguió acumulando situaciones de gol, se aceleró por demás y le costó reaccionar y acomodarse con más calma y precisión tras el impacto inesperado.

 

De acuerdo a los números de Opta, González Pirez completó el clásico con 100% de efectividad en duelos ganados (4/4), 88% de efectividad en pases (63 completos sobre 72 intentos), sin cometer faltas, sin ser regateado, con dos faltas recibidas y un total de dos despejes y dos intercepciones. Y hasta despejó en la línea una pelota que podría haberse transformado en el 2-0 de Óscar Romero. Pero los números en frío no reflejan lo que sufrió River en caliente el cachetazo que le produjo el 1-0.

Lo curioso es que, más allá del penal que cometió con San Lorenzo y alguna desconcentración puntual lógica de un defensor que comienza a ensamblarse al juego de un equipo, su nivel venía en alza en los seis partidos previos que había jugado por la lesión de David Martínez, con buenas actuaciones que permitían presagiar un partido de redención. Pero la cita en Núñez terminó agigantando una estadística de la que todavía no se puede despegar: de los cuatro superclásicos que disputó entre su primer ciclo (2011-2013), empató dos y perdió dos.

Ahora vendrá una semana de trabajo sin partido por la fecha FIFA en la que González Pirez tendrá la misión de cambiar el chip, dejar atrás esa jugada que definió el juego, trabajar con calma para lo que viene y levantar la cabeza. El destino le vuelve a presentar al Cabezón una barrera a superar en un difícil camino en el club que lo vio nacer. Tiempo y banca interna tiene.

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