Puerta grande y enfermería
Otro exceso de confianza, de Baba, mata al Mallorca y dispara al Madrid. Benzema hizo un doblete y se marchó lesionado. También cayeron Rodrygo y Mendy.
Es difícil encontrar el momento de darle un respiro a Modric, el jugador por el que respira este Madrid. Duradero pero no infatigable, Ancelotti se echó al monte en Son Moix y le dejó en el banquillo en un partido de entreguerras, la que libró ante el PSG y la que viene ante el Barça, porque una derrota no rompía nada. También le ahorró gasto a Carvajal, que anda muy lejos de sí mismo. Una voladura controlada, nada que ver con aquellas rotaciones masivas de Zidane que ofrecieron resultados de todos los colores.
Sin Modric, al Madrid le costó de salida en un partido que no llamaba a engaño: el Mallorca le negó el campo abierto encogiendo sus líneas e invitándole al juego que menos le gusta, ese en el que escasean los espacios. De hecho, su primera gran oportunidad llegó a la contra, iniciada y culminada por Benzema, tras hacer escala en un esprint de Vinicius. Sergio Rico le adivinó el remate picado.
Maffeo y Vinicius
Sin el Bernabéu, sin el PSG, sin la adrenalina de la Champions y en un partido de lunes, el Madrid bajó peligrosamente el volumen. Nadie se descamisa todos los días, pero hay resacas que acaban en el cuartelillo. Se lo recordó al Madrid Muriqi, uno de esos delanteros de percusión sin finura pero con alma de gladiador. No deja pasar una disputa, aunque sí dejara pasar un remate clarísimo sobre la marcha en envío de Brian Oliván. La pelea es una cosa y el acierto, otra.
No es que el Madrid se apoltronara, pero le pudo esa propensión al fútbol control que retrasa demasiado sus triunfos, la mayoría al esprint, muy pocos en escapada. Además, su futbolista más activo, Vinicius, se encontró con el mejor defensor del Mallorca y uno de los mejores laterales de la Liga, Maffeo. Fue un hueso por las buenas y a veces por las malas (debió ver la roja en una entrada saldada con amarilla para el brasileño; menor castigo para la acción que para la reacción, un clásico del arbitraje nacional). Le dio incluso a Maffeo para llegar al otro área y mandar al palo un remate semipifiado que dejó de piedra a Courtois.
El Madrid produjo muy poca cosa antes del descanso. Valverde no quebró las líneas como Modric, el Mallorca dobló la guardia en las bandas para no verse asediado y todas las iniciativas de Benzema en el juego en corto fueron adivinadas por los centrales baleares. Solo Vinicius estuvo en máximos. Antes de irse al vestuario puso en suerte a Alaba dentro del área, pero su remate se perdió en aquella espesura bermellona que rodeaba a Sergio Rico.
El otro punto de interés del duelo, Kubo, no lo fue tanto. El japonés, eterno opositor al Madrid, es más esencia que presencia. Su izquierda aparece y desaparece, pero no decide.
El primer medio partido, en cualquier caso, se cerró con más opciones del Mallorca. Ya se sabe que todos los equipos se endurecen con del drama y que muchos de ellos son turrón de Jijona en otoño y de Alicante en primavera, donde se reduce a casi nada el margen de error. Nadie como Luis Aragonés explicó esa transformación estacional.
Cuesta abajo
El Madrid subió un punto su presión en la segunda mitad y eso, como ante el PSG, le dio el partido. Cuando el pulmón no da para el hostigamiento sostenido, la cuestión es elegir cuándo echar el resto. El acierto esta vez fue de Valverde, que cogió a Baba en Babia (el Mallorca pidió falta sin razón ni convencimiento). El robo fue medio gol porque dejó a Benzema y Vinicius frente a un Valjent indefenso. El brasileño resolvió de remate por abajo con esa calma aprendida con los años.
Ancelotti pensó entonces en amarrar el partido (al fin llegó Modric) y en el Clásico (Camavinga relevó a un Casemiro que había merecido sobradamente la tarjeta que le impediría jugar el domingo). Faltaba por llegar lo mejor y lo peor. Benzema hizo su doblete, de penalti y de cabeza, para igualar su temporada más goleadora, pero no pudo acabar el partido con una lesión en un gemelo. Antes, una entrada brutal de Raíllo había mandado a la caseta a Rodrygo con un tobillo muy maltrecho (la primera impresión es pésima) y también se había marchado tocado Mendy. Fue la parte dolorosa de una victoria crucial.
Quién sabe cuántos de los lesionados llegarán al Clásico, pero ese partido no será ya por la Liga. Será una cuestión de honor con muy pocos efectos contables. El horizonte del Madrid está en la Champions. El resto es ejercicio de mantenimiento.