La increíble historia de Boca y Deportivo Cali: la estrategia de los perros policías para molestar a los colombianos en una final clave

En la vuelta de la final de la Copa Libertadores 1978, el Xeneize aplastó 4-0 al conjunto cafetero y revalidó su título continental pero, según denunciaron los propios jugadores visitantes, “hubo muchas cosas extrafutbolísticas…”.

Luego del empate 0-0 en el Estadio Pascual Guerrero, ambos equipos tuvieron que definir el título en La Bombonera, donde, según rememoró tiempo atrás Fernando Pecoso Castro, “ocurrieron cosas que ignoraba el periodismo, los hinchas, y muchas veces hasta nosotros como jugadores…”.

Además, el por entonces futbolista del Cali dio detalles sobre lo que sucedía en el vestuario local antes de la revancha: “Teníamos gente que sabía qué estaban haciendo ellos en el camerino; en esa época no existía el antidoping, entonces, había ventajas para algunos equipos”.

Un contundente 4-0, gracias al doblete de Hugo Perotti y los tantos de Ernesto Mastrángelo y Carlos Salinas, le permitió a Boca revalidar su chapa de campeón y levantar su segundo trofeo continental de manera consecutiva sobre el verde césped. Aunque la revancha comenzó a jugarla muchas horas antes. “Previo a la final, tuvimos gente alrededor del hotel durante toda la noche haciendo bulla, para no dejarnos dormir”, contó Castro.

Boca 1978

Mientras que Ángel María Torres, una de las figuras del conjunto verdiblanco en aquellos tiempos, reveló los métodos controvertidos del Xeneize para sacar ventajas en los sectores claves de La Bombonera: “Nos pusieron los policías con los perros en los tiros de esquina y les soltaban las cuerdas para que nos amedrentaran. También, nos acosaron con la pólvora. Todo estaba a favor de ellos, para que ganaran la Copa”.

Más allá de las polémicas y las numerosas conjeturas que se hicieron sobre aquel encuentro crucial, lo cierto es que el Boca dirigido por Toto Lorenzo, un loco de las cábalas, terminó gritando campeón frente al Deportivo Cali de Carlos Bilardo, otro DT con sus mañas. Fue su primera vuelta olímpica en La Bombonera y un capítulo inolvidable de su historia.

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