La despedida anticipada Argentina regaló al Messi más genialmente amateur y un festival en la Bombonera

La selección le ganó por 3-0 a Venezuela con goles de Nicolás González, Di María y Messi, la gran figura de la noche; el público ovacionó al equipo, que difícilmente vuelva a jugar en el país antes del Mundial de Qatar

En el principio quedó claro que Venezuela no iba a jugar el papel de facilitador de una celebración ajena en la Bombonera. Un cruce fuerte de Herrera sobre De Paul, reprendido por el árbitro peruano, dio la señal de que los visitantes no sacarían la pierna ni aflojarían en su intensidad. A los 11 minutos, el debutante Navarro recibió la primera amonestación del partido tras una falta a Messi, la sexta de su equipo… El aplaudido José Pekerman boceta un plan que mira al Mundial 2026, con el objetivo de llevar por primera vez a la Vinotinto a una Copa del Mundo: no iba a dejar pasar la extraordinaria oportunidad de sacarle tajada a un enfrentamiento de esta magnitud.

Nicolás González, a punto de anotar el primer gol del partido
Nicolás González, a punto de anotar el primer gol del partidoMauro Alfieri - LA NACION

La selección también tenía algunas ventanas por donde espiar el futuro. El inmediato, a diferencia de su oponente. Un desafío era reemplazar a Lautaro Martínez, el goleador del ciclo. Y para eso, Scaloni decidió que el 9 del equipo fuera el espacio… con Messi circundándolo. El capitán, acariciado por el estadio entero en todo el calentamiento, vive esta paradoja que nadie hubiera imaginado en aquellos años de hostilidad en su propia tierra: ahora es cuestionado en su club y aplaudido hasta cuando se ata un cordón en la Argentina.

Enchufado desde el comienzo, a Messi le costó 15 minutos calibrar su tono. Movedizo, entraba y salía con asiduidad para desarmar el cerco defensivo que intentaba apretarlo. El gol que encontró Nicolás González, el del 1-0, lo había buscado el propio Messi con insistencia.. Antes y después de ese toque a la red del delantero de Fiorentina, le sirvió dos veces la pelota a Joaquín Correa, que falló en la definición. Al cabo, el delantero del Inter fue apropiándose de esa posición inicialmente vacía, mientras Messi se recostaba en la derecha y González se iba a la izquierda. El imán del juego, no importa donde se ubicara, siempre era el 10…

Messi y la pelota, ante una marca pegajosa. El capitán se fue feliz

Messi y la pelota, ante una marca pegajosa. El capitán se fue felizMauro Alfieri - LA NACION

La etapa inicial se cerró con un festival de pases en velocidad, símbolo de una voracidad saludable. Entre las virtudes del DT, una es haber dotado al equipo de una tensión competitiva capaz de salir a jugar con los dientes apretados este partido intrascendente para la estadística. El dominio se podía contar también en otros números: la posesión del balón favoreció a la Argentina en un 73 por ciento en esa etapa. Si era el último partido en el país antes del Mundial -aunque falten ocho meses- que fuera con la pelota al pie, parecía ser el mensaje que devolvían los jugadores desde la cancha a un público entregado a la causa.

En esa lista de pruebas que Scaloni armó, otro ítem lo cubría Alexis Mac Allister, el nombre propio -entre los titulares- que más atrás parte en la carrera a Qatar. El volante de Brighton de Inglaterra se sumó esta vez a un tándem hiper chequeado: el de De Paul y Paredes. Inteligente, el reemplazante de Lo Celso abrió el manual y decidió hacer siempre lo más simple que tuviera a mano. Un pase de primera suyo a De Paul limpió la jugada que terminó en el primer gol; esa capacidad de jugar a un toque hizo que se luciera en algunas descargas. Una definición desviada, también a un toque, le impidió coronar la mejor jugada colectiva del segundo tiempo. De todos modos, dejó la Bombonera con un aprobado y la ilusión intacta.

Cuando Mac Allister salió, ingresó Di María. El cambio fue el prólogo de un fin de fiesta fenomenal, que incluyó un golazo de Fideo y otra asistencia suya para el gol de su amigo Messi, que lo fue a abrazar en el festejo. Durante todo ese trance de éxtasis del público, la selección se activó como no lo había hecho en el segundo tiempo. Las ovaciones llovían conforme caían los goles, las paredes y los robos tirándose a los pies, que terminaron siendo un compendio de la felicidad. Un rapto, al menos, en medio de los pesares diarios. Nada mal para quienes fueron a buscar precisamente eso. Una sonrisa. Que es también una ilusión.

La selección goleó y emocionó al público, en una noche emocionante
La selección goleó y emocionó al público, en una noche emocionanteMauro Alfieri - LA NACION

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