El hombre que mantiene funcionando el sistema ferroviario de Ucrania desde un tren secreto

Oleksandr Kamyshin es el gerente de la compañía estatal de trenes. Le dicen “el mago de las vías”. Opera desde una pequeña formación que está en permanente movimiento para no ser detectada por los rusos. Logró el milagro de que tres primeros ministros europeos viajaran este martes en tren a Kiev para entrevistarse con el presidente Zelensky

En las últimas dos semanas, los trenes ucranianos transportaron a 2,1 millones de personas, la gran mayoría huyendo hacia el oeste del país e intentando cruzar hacia Polonia, Hungría o Rumania. No alcanzan los 160 kilómetros por hora habituales antes de la guerra y muchas veces se tienen que detener por unas horas para reparar las vías alcanzadas por los misiles y morteros enemigos. Pero mantienen un honroso promedio de 60 kilómetros por hora. La última hazaña de los ferroviarios ucranianos: llevaron desde la frontera polaca hasta Kiev a los primeros ministros de Polonia, República Checa y Eslovenia para entrevistarse con el presidente Volodymyr Zelensky. Un golpe de efecto ante la opinión pública global que muestra el apoyo total de la Unión Europea al gobierno democrático ucraniano. Diplomacia sobre rieles.

El centro neurálgico de control también está en permanente movimiento. El gerente Kamyshin, de 37 años, y los cinco ingenieros y administradores que lo acompañan operan desde un tren que no permanece más de unos minutos en las pocas paradas que realiza. Gracias a un antiguo sistema telefónico de circuito cerrado de la época soviética, mantienen contacto con las 1.450 estaciones del sistema. “La estrategia es moverse rápido para que no te atrapen, y no pasar mucho tiempo en un mismo lugar”, explicó Kamyshin en una entrevista con la CNN. Frente a los mapas y atendiendo las comunicaciones con los responsables de las diferentes formaciones en movimiento, es lo más parecido a un general en el frente de guerra. Su barba candado, el cabello cortado al ras en los costados de la cabeza y la cola de caballo que le llega a los hombros, lo hacen parecer más a un rock star que a un ejecutivo. También dejó sus trajes de corte estrecho para enfundarse en un uniforme militar.

Stanislav despide a su hijo David, de 2 años y a su esposa Anna en la estación central de Kiev que escapan de la guerra. El se quedó a luchar. (AP Photo/Emilio Morenatti)
Stanislav despide a su hijo David, de 2 años y a su esposa Anna en la estación central de Kiev que escapan de la guerra. El se quedó a luchar. (AP Photo/Emilio Morenatti)

La mayor preocupación de Kamyshin y sus “generales” es la de hacer llegar ayuda humanitaria a las ciudades sitiadas por los rusos. El estratégico puerto de Mariupol, en el Mar de Azov, es ahora la prioridad. Allí hay decenas de miles de civiles atrapados. Los corredores pactados para que salga esa gente son constantemente bombardeados. No tienen agua ni comida. Hay un tren con víveres y tanques de agua y combustible en las afueras de la ciudad esperando el permiso de los rusos para entrar. Está esperando desde hace 48 horas. Hay pedidos de ayuda desesperados por las redes sociales y Kamyshin está buscando una alternativa: la posibilidad de hacer entrar la ayuda en pequeñas locomotoras que se usan para reparar vías. Las está mandando desde Ternopil en la otra punta del país. “Si lo logramos, significa que derrotamos a los rusos, al menos en Mariupol”, dice al reportero del Bussines Insider que lo entrevista.

Otro orgullo de los ferroviarios son los trenes acondicionados para el transporte de heridos a los hospitales y que también tienen salas para realizar operaciones de emergencia. “Recibimos ayuda del exterior, pero nosotros pudimos acondicionarlos en cuestión de horas”, explica unos de los ingenieros en otro reportaje con el diario Telegraph de Londres. La gran mayoría de los 231.000 empleados que tenía la compañía antes de la guerra continúan en sus puestos de trabajo. Forman parte de un “mini ejército”, mezcla de ferroviarios y milicianos populares, que custodian y controlan la red de ferrocarriles. También están en movimiento permanente. Kamyshin cree que esa es la clave. No quedarse encerrados en un lugar. A él y sus colaboradores más cercanos les ofrecieron operar desde el mismo bunker donde se encuentra el presidente Zelensky en Kiev, pero lo rechazaron. “Los trenes se controlan desde otros trenes”, dice el gerente. “Nuestra lógica es muy sencilla. Si tenemos empleados que están trabajando en esta estación, y creemos que es seguro para ellos, entonces nosotros también tenemos que ir”, agrega Kamyshin.

Este es el pequeño tren desde el que Kamyshin y sus cinco ingenieros mantienen en funcionamiento toda la red ferroviaria ucraniana. Está en permanente movimiento para no ser detectado por los rusos. (Gobierno de Ucrania)
Este es el pequeño tren desde el que Kamyshin y sus cinco ingenieros mantienen en funcionamiento toda la red ferroviaria ucraniana. Está en permanente movimiento para no ser detectado por los rusos. (Gobierno de Ucrania)

Otra preocupación de los ingenieros es la enorme cantidad de pasajeros que viajan en cada formación. Obviamente, no se exige ningún tipo de boleto o pago y no pueden impedir que los que huyen desesperados se queden a pie. En los primeros días de la evacuación desde Kiev, los soldados ucranianos tuvieron que hacer disparos al aire para que la multitud permitiera partir un convoy con gente que viajaba hasta en los techos de los vagones y que se expusieron a temperaturas de 20 grados bajo cero. “La decisión de dejar subir a los trenes al mayor número posible de personas ha sido difícil porque cualquier acontecimiento desafortunado afectaría a mucha más gente. Pero no teníamos alternativa”, comentó al Bussines Insider, Oleksandr Pertsovskyi, el segundo de Kamyshin y responsable del servicio de pasajeros de la compañía.

Los ferroviarios ucranianos también sufrieron bajas. Hasta este martes contaron 33 empleados muertos y unos 150 heridos. Los peores momentos los viven los que reparan las vías. Muchas veces lo tienen que hacer bajo el fuego enemigo. Si destruyen un puente, tienen que reorganizar el servicio por otros tramos. Incluso, hay vías en el este del país, en las zonas separatistas del Donbás, y en las conexiones con Crimea, en el sur, que están controladas por los rusos y saben que lograron operar algunos trenes. El importante centro ferroviario de Volnovakha está en manos rusas.

Kamyshin y sus hombres dentro del vagón protegido por gruesos cortinados y la antigua central de radio de la época soviética con la que se sigue comunicando con las más de 4.000 estaciones de todo el país (Twitter)
Kamyshin y sus hombres dentro del vagón protegido por gruesos cortinados y la antigua central de radio de la época soviética con la que se sigue comunicando con las más de 4.000 estaciones de todo el país (Twitter)

Saben que es muy probable que el avance ruso se extienda en las próximas horas y pierdan el control de muchos otros circuitos ferroviarios. Los aviones rusos están bombardeando estaciones y convoys para impedir el desplazamiento de suministros militares y la evacuación de los civiles, que dentro de las ciudades pueden terminar siendo una moneda de cambio para los sitiadores. Las redes sociales están abarrotadas de mensajes con alternativas de los trenes. “Muchas gracias por salvarnos”, dice Konstanty en un chat de Telegram. “Pasó por acá el tren que va a Lviv y está en horario”, advierte Kiki, que vive en una casa junto a las vías en Poltava. Kamyshin y los suyos pueden recibir estos mensajes gracias al sistema Starlink de Elon Musk, pero lo usan en forma muy limitada porque el enemigo puede detectar sus movimientos.

Y en el medio de los dramas humanos, Kamyshin y sus hombres también intentan sacar la producción agrícola ucraniana, que es la que genera las tan necesarias divisas en euros, y que hasta ahora salían por los puertos del Mar Negro, dominados ya por los rusos. Están enviando trenes cargueros hacia las conexiones con el oeste a través de Polonia, Rumania y Hungría. Pero tienen un inconveniente: el ancho de vía. Hay diferencias entre las redes europeas y los granos tienen que volver a cargarse en las fronteras.

Mapa del sistema ferroviario ucraniano en la mesa de trabajo de Kamyshin y sus ingenieros. (Twitter)
Mapa del sistema ferroviario ucraniano en la mesa de trabajo de Kamyshin y sus ingenieros. (Twitter)

“Ni yo puedo creer que el sistema siga funcionando después de 20 días de guerra. `Es un milagro’, me decía el otro día el presidente Zelensky”, comenta Kamyshin. “Bueno, vamos a seguir intentándolo hasta que tengamos la fuerza necesaria”. Estos hombres no ven a sus familias desde el 24 de febrero, cuando comenzó la invasión. Estuvieron muy preocupados hasta que este fin de semana terminaron de enviar a sus mujeres y sus hijos fuera del país. Kamyshin los despidió en el andén cinco de la estación central de Kiev. Trenes de todo el país pasan por esa magnífica estación de estilo art nouveau inaugurada en 1904 bajo el reinado del emperador Francisco José I. “Hasta ahora, era para mí una de las estaciones más lindas de nuestra compañía. Pero después de despedir a mi familia se convirtió en la más triste”, confiesa Kamyshin, el mago de las vías. 


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