El Betis dice adiós a un sueño
El equipo de Pellegrini cae en el 120 tras haber forzado la prórroga con un gol agónico de Borja Iglesias en el 90. Sobró ímpetu y faltó fútbol en los verdiblancos.
Hubo reparto de respetos en el arranque. Canales, colocado junto a Guido para que el Betis tuviera una mejor salida de balón, tardó en entrar en escena. Jakic vigilaba a Fekir. La apuesta del Eintracht parecía un reflejo del choque de ida, con Sow lanzando conducciones y Lindstrom buscando alianzas con Borré entre los espacios de Bartra y Edgar. Había un puzle en escena. Y Sabaly era el único que parecía esquivar el control del Eintracht. Amagó el equipo de Pellegrini con avisar a su rival, pero fue el Eintracht el que tuvo en las botas de Knauff la primera ocasión clara tras un pase magistral de Sow. El larguero salvó a Rui Silva.
Cada intento de construcción por parte del Betis se convertía en atasco. El equipo de Pellegrini tardó sólo 20 minutos en comprender que la escena se repetía. Guido parecía desubicado. Incapaz de cubrir espacios. Incapaz de ejecutar su mayor especialidad. Quizá mérito de un Eintracht tan hermético como valiente. Llegaba más y mejor el conjunto alemán, con Kostic dañando a Sabaly y Sow convertido en omnipresente. El descanso fue aire para el Betis, como lo había sido el pitido final del envite de ida del Villamarín.
Debía cambiar algo Pellegrini y lo hizo. Juanmi sustituyó a Miranda y Ruibal retrasó su posición. Más valentía, menos control. Las líneas se rompieron y el Eintracht amagó con ser más temeroso. Fue entonces cuando el Betis construyó más. Pero también invitó a su oponente a ser letal en los espacios. En ese festival de golpes nadie demostró su pegada. Juanmi tuvo una opción con un remate de cabeza que salvó Trapp y Borja Iglesias salió a escena para cambiar la historia. Cada acometida parecía más impetuosa que real hasta que la garra de Ruibal abrió un espacio inesperado a Fekir, que sirvió al área para que Borja Iglesias abriera las puertas de la prórroga en Frankfurt. Enloquecieron los hinchas verdiblancos y el equipo volvió a creer.
La prórroga expuso un Betis más liberado. Abandonó sus miedos y el Eintracht evidenció los suyos. Pero las fuerzas eran ya escasas en ambos bandos. Fekir se marchó tocado y Glasner revolucionó a su equipo sin encontrar gotas de mejoría. Fue Borja Iglesias el que tuvo de nuevo la opción de batir a Trapp, pero el destino le dijo que no. El balón parado entró en escena para despedir al Betis de un sueño que parecía cerca de alargarse. Una falta innecesaria. Un balón al área que Rui Silva no logra agarrar y que Guido manda de forma involuntaria a su propia portería tras el lanzamiento de Kostic. El tanto tumbó todas las ilusiones verdiblancas a las puertas de la tanda de penaltis. El orgullo no bastó al Betis para alargar su sueño de caminar hacia esa final del Sánchez-Pizjuán.