El Bayern Múnich, rival del Villarreal en la Champions

El Bayern es un equipazo, pero no arregla sus problemas en las transiciones defensivas. El 1-3-4-2-1 de Nagelsmann tampoco ayuda. Lewandowski, a lo suyo.

Javier Sillés
El Bayern es tan fiero como lo pintan, ¿o no? Apremiado por el mal partido de ida en Salzburgo en los octavos, resolvió el envite de vuelta en solo 23 minutos con un Lewandowski plenipotenciario. Es la muestra perfecta de que es un rodillo. Sobre esta percepción no hay debate alguno. Pero tampoco hay que olvidar que el campeón austríaco se pudo adelantar nada más empezar el encuentro. Desde este punto de vista, el conjunto bávaro también deja siempre una puerta abierta al rival. Entre esa contradicción se mueve un Bayern que, si se pone a jugar, figura como el mejor equipo del momento, pero de cuyos desajustes defensivos hay bastantes evidencias.

La ensoñación ultraofensiva de Nagelsmann, atado en los últimos tiempos a un sistema 1-3-4-2-1 abiertamente atacante, hace del Bayern un equipo realmente fascinante cuando le salen las cosas. Su nivel técnico, táctico y físico a nivel colectivo, posiblemente, sea el más alto de Europa. Es un gigante, inmune a la apatía, con ambición siempre por progresar y emparentado como pocos clubes con la mística de la Champions. Sus cifras ofensivas, con 107 goles entre la máxima competición europea y la Bundesliga, simplemente asustan y acreditan su extraordinario potencial. Es cierto que ha tenido algunos tropiezos sonados en las últimas semanas, como la derrota ante el Bochum (4-2) o los empates ante Bayer Leverkusen y Hoffenheim (1-1 ambos) que han permitido al Dortumd recortar la distancia a solo cuatro puntos en el campeonato alemán. Todo se debe a sus deficiencias corrientes en el retroceso defensivo, donde se le ven en demasiadas ocasiones sus dobleces. Hasta una voz autorizada como Kahn ha avisado públicamente a Nagelsmann y a los suyos de que, si no corrigen esta mala dinámica defensiva, se lo harán pagar en Europa. En fase de posesión, el Bayern es una máquina, aunque ha perdido algo de pasión cuando el rival se le encierra. Es capaz de generar superioridades por dentro y por fuera y de encontrar continuos espacios entre líneas. Su presión tras pérdida es muy agresiva, de ahí que si se ve sorteada padece tantos males para replegar en condiciones.

Nagelsmann, por ahora, sigue a lo suyo y no parece que vaya a rearmar el bloque. Apela a la disciplina colectiva y las apariciones decisivas de un Neuer rehabilitado bajo los palos para salir airoso de su aventurada apuesta. La línea defensiva estará formada por Pavard, Upamecano (no le queda otra tras la lesión de Süle) y Lucas. No estará, en ningún caso, como carrilero de ida y vuelta Alphonso Davies, convaleciente aún de una miocarditis. Por delante, para dar equilibrio y ritmo a la circulación, actúan Kimmich y Göretzka, ya de vuelta a los entrenamientos después de su lesión. El joven Musiala siempre es una alternativa, capaz de lucir como pivote de contención o como un llegador nato. Gnabry y Coman dan amplitud por fuera, mientras que Müller y Sané juegan entre líneas. Arriba permanece Lewandowski, cuya carta de presentación va más allá de los 43 goles que lleva esta temporada. Con eso queda todo dicho.

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