El Atleti gana de casualidad
El Atlético logra su cuarta victoria seguida en Liga en un partido gris. Negredo marcó para el Cádiz. João y De Paul, goleadores. Lodi, lesionado. Javi Serrano, expulsado.
El Cádiz no acusó el golpe. El Atlético, con el estómago lleno con el gol, se fue enredando, lento, lentísimo. Herrera torpón. De Paul, más en su partido dentro del partido, refriega a refriega con Alcaraz, que en el propio partido. Koke de regreso, inoperante. El juego se convirtió en pelotas en largo de Oblak y a ver a quién le caía. Y solía vestir de amarillo. El Cádiz iba dando avisos, zarpazos. El primero fue un remate fuera de Pacha tras carrera de vértigo de Negredo. El Atlético había regresado a los tiempos de antes de su Liga de 14: los pasos atrás. Griezmann era una isla desgajada, Llorente con la moto gripada en el lateral, Carrasco acelerado y romo. La pelota era del Cádiz. Las posesiones largas. La intención. Los uy. Negredo con un zurdazo, Sobrino después de robarle cartera y balón a Oblak.
El Atlético eran nervios. Ese Atleti con lo puesto, la enfermería llena y Reinildo jugando como si en el fútbol no existieran las tarjetas. Y, claro, en una de esas, fue con los dos pies por delante para quitarle el balón a Alcaraz y la roja cayó sobre su cabeza desde el bolsillo del árbitro. Una llamada del VAR al oído de González Fuertes la hizo amarilla. Inexplicablemente. El suspiro de alivio al Cholo poco le duró. El Cádiz se fue al descanso con el marcador equilibrado. Tanto llamar a las puertas de Oblak que al final las abrió. Por alto, claro. Cabezazo de Negredo tras un centro de Espino.
Simeone era hombre de hombros caídos bajo el abrigo, en el banquillo, cuando el partido regresó del reposo. Había tomado una decisión difícil. Para que entrara Lodi un rojiblanco se había quedado en la ducha. Y no uno cualquiera: era Koke, su capitán. El cambio enseguida se trasladó a la hierba: Carrasco carrilero por la derecha y Llorente al medio. Los rojiblancos tenían más el balón, pero a ratos, a oleadas. Y el Cádiz había aprovechado la lluvia para enraizar en el Metropolitano, sin sufrir. Pronto anuló el movimiento de pizarra del Cholo, que debía volver a buscar en su banquillo: Correa, que ahí estaba, indestructible, y Suárez. Llorente regresaba atrás. Negredo era un dolor de cabeza. El Atleti, una chirigota.
Javi Serrano expulsado
Pero ocho minutos después todo lo habían cambiado esos hombres. Correa, Llorente y Suárez. Pared entre los dos primeros y centro raso del ‘14’. Suárez la deja pasar para el chut de Correa. Ledesma, horrible, deja la pelota en el área para que un rojiblanco llegue y la patee con el alma. Era De Paul. 2-1 y a sufrir. Porque el Cádiz no se amilanó y siguió buscando al Atleti por alto. A un Oblak que ya no es Oblak sino un portero mucho más inseguro. Giménez sacaba un balón en la línea antes de caer en la hierba. Llegaban los nervios, los brazos en molinillo del Cholo, las bajas (Lodi se fue tocado tras una entrada de Akapo al tobillo) y el show del árbitro, que comenzó a disparar amarillas hacia los banquillos, por doquier. Sobre Javi Serrano cayó la roja a los cinco minutos de entrar, por una entrada sobre Álex. Y esta vez el VAR no llamó, aunque era menos roja que la anterior: fuerte sí, no con los tacos. El Cádiz moriría de pie ante un Atleti que impuso su Ley. Sin brillo, de casualidad casi, pero toda su esencia. A sufrir. Y volando a Mánchester.