Xavi para la fiesta

El técnico no quiere repetir la euforia artificial que se generó tras el Clásico en Arabia y que acabó con el atropello de San Mamés en Copa. "No podemos sacar pecho", advirtió.

Juan Jiménez
As
"Un paloma no hace verano", decía con su impagable idioma castellano Johan Cruyff, eterno referente al que hay releer cada vez que ocurre algo interesante, o al menos llamativo, en el Barça. Lo tiene aprendido Xavi, que estuvo equilibrado en la sala de prensa después de la victoria ante el Atlético. "No podemos sacar pecho, hay que ser humildes", advirtió antes de pedir que el equipo encadene tres buenos resultados para ganar crédito. El objetivo es no caer en la euforia artificial que rodeó al equipo después del Clásico de la Supercopa en Arabia. En el vestuario no gustó nada que Joan Laporta irrumpiese con un discurso triunfalista en el que anunció la vuelta de un equipo que, en el fondo, no había hecho sino caer en la semifinal de un torneo menor en el que había jugado una buena segunda parte, pero en el que había estado perdido durante muchos minutos después del 1-0 contra el Madrid y que fue tremendamente inocente en la acción del 2-3 que volcó el partido del lado del Madrid. "Me dio pena que se dijera que estábamos orgullosos; no debe ser así", tiró de las orejas De Jong a su presidente. El relato, equívoco y mal entendido, terminó con el atropello en la Copa en San Mamés.


Esta vez, Laporta, que durante las semanas ha reflexionado sobre ese acto instintivo que sorprendió especialmente en él, que no soporta la derrota, y que incluso anunció que "perder tiene consecuencias", no bajó al vestuario. El vídeo que grabó la tele oficial del club se centró en Xavi felicitando a sus jugadores. Triunfo de vestuario. Esta vez sí, el buen juego había ido acompañado el resultado, que es el que da la razón en el fútbol. El Barça ganó credibilidad futbolística contra el Atlético y Xavi, como en el banquillo durante el partido, estuvo fino en la sala de prensa. "Nos vendría bien ganar tres partidos seguidos", anunció. Al técnico también le encantó ganar la batalla de la intensidad. Para ganar partidos, hay que ser mejores en las dos partes del campo.

Agarrándose a ese eslogan tan de moda ahora ("never too high, never too low"), Xavi quiso mantenerse equilibrado. "Ni fuimos un desastre en Vitoria ni este ha sido el mejor partido de la historia del club", insistió. Se le vio lberado, contento por tener más jugadores donde elegir, satisfecho por haber escogido bien las armas tácticas del partido (Alves de falso mediocentro, Gavi de disimulado extremo izquierdo). Pero, sobre todo, con hambre. El camino es largo y, después del aviso de Bilbao, nadie quiere discursos triunfalistas. Xavi metió el pecho hacia dentro y paró la fiesta. "Un paloma no hace verano".

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