El equipo de Arteta logra una victoria pírrica
después de adelantarse en el marcador y jugar con diez hombres en los
últimos 25 minutos.
Los Wolves empezaron tomando la iniciativa, aunque sin llegar a hacer daño a la defensa planteada por Arteta. El peligro estaba en la otra orilla, cuando el Arsenal orientaba su juego hacia la banda de Saka:
el jovencísimo extremo encaraba con destreza a Marcal y Saïss, y regaló
varias ocasiones que Lacazette no supo aprovechar. Portaba el brazalete
de capitán y estuvo a punto de abrir el marcador, aunque el delantero
francés no llegó a rematar una ocasión clara. Pero en el minuto
24 se adelantó en un córner al guardameta amarillo José Sá, y asistió a
Magalhães, que dio el primer gol a los cañoneros. Toda una sorpresa, teniendo en cuenta que los locales no habían encajado un tanto a balón parado en toda la temporada.
Con el resultado a favor, el Arsenal empezó a encontrar a Odegaard y arrebató el dominio a los locales.
En esos minutos, las triangulaciones del noruego con Saka y Lacazette
podrían haber ampliado el marcador, pero no fue así. Y los jugadores gunners
empezaron a acumular tarjetas amarillas, para disgusto de Arteta, que
en los encuentros precentes había terminado con diez hombres, y que veía
cómo les volvería a suceder, ya en la segunda parte, cuando Bruno Lage
"movió el árbol" y sacó a Aït Nouri y a Chiquinho para dar una marcha
más al Wolverhampton.
Las sustituciones convirtieron el choque en una ida y vuelta
constante, lo que perjudicó al Arsenal, con serias dificultades para
replegarse. Ahí llegó la expulsión de Martinelli, pasado de revoluciones, que dejó al conjunto de Arteta con diez hombres para los últimos 25 minutos. Eso espoleó a los Wolves, que estuvieron muy cerca de empatar en tres ocasiones distintas, pero Ramsdale apareció. El guardameta del Arsenal tuvo una actuación milagrosa y salvó a su equipo, cuando este más lo necesitaba.