SEVILLA 3 - DINAMO DE ZAGREB 1 A Zagreb con los deberes hechos

Dos chispazos en el final del primer tiempo dan ventaja al Sevilla para la vuelta ante el Dinamo de Zagreb. Martial se estrenó como goleador y Navas regresó tres meses después.

José A. Espina
Suena en el descanso del Sánchez-Pizjuán la maravillosa Abre la Puerta, de Triana, esa Bohemian Rapsody del Rock Andaluz. "Yo quise subir al cielo para ver, y bajar hasta el infierno para comprender". Nervión acaba de probar el paraíso con dos chispazos, una volea con rebote de Ocampos y un toquecito sutil de Martial en su estreno como goleador del Sevilla. Orsic, en un fallo impropio de Diego Carlos, había puesto el 1-1 (41') instantes antes, pero de ese infierno rescató inmediatamente el equipo de Lopetegui un marcador que no se movería más en una segunda mitad soporífera, pero en la que el Hexacampeón logró conservar una ventaja de dos goles que sabe bien, mejor todavía desde que la UEFA ha decidido que marcar en campo contrario no concede ya ventaja alguna.

Rakitic se había redimido pronto de su error desde los 11 metros en el descuento de El Sadar (1-0, 12') y todo hacía prever una noche más o menos plácida para un Sevilla que, eso sí, jugaba plano y andaba asfixiado por la valiente presión del Dinamo. Fue en un balón largo donde Martial creó la jugada del primer tanto, un tiro flojo que Livakovic no atajó para después derribar a Munir. No era la noche de Koundé, ni de Ocampos a pesar de su gol ni tampoco del todo de Papu Gómez, más impreciso que de costumbre.

El loco final de la primera parte presagiaba un segundo tiempo también eléctrico y bien que amagó con ello: un doble paradón de Bono, otra vez el marroquí, evitó el 3-2 cuando el personal se preguntaba qué agua envenenada había tomado en el vestuario el Sevilla. Pero los cambios de Lopetegui apaciguaron al rival, con el regreso de Delaney al campo y el toque de Óliver Torres. No había pasado mucho cuando al final se producía otra vuelta, muy esperada, la de Jesús Navas tres meses después. El palaciego salió de extremo, como en sus inicios, y ovacionado por un público que le adora y que se marcha contento sobre todo por el resultado. No es definitivo, pero pone mucho color sevillista a la eliminatoria antes de la vuelta en Zagreb.

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