Profetas en su tierra: LeBron y Curry, las estrellas del All Star que nacieron en la misma ciudad, hospital, piso y con el mismo médico
Akron, de 200.000 habitantes, pasó de ser la Ciudad Mundial del Caucho a la cuna de dos de los mejores jugadores de la historia. Cómo se dio la ¿casualidad’ y la historia de cada una en la ciudad y durante este fin de semana de estrellas. Por qué aman al Rey y Steph pasó del abucheo al amor en horas
Pero así son las vueltas del destino, una rueda que sigue girando y que permite que, décadas después, ambos hayan regresado a su hogar, pero como superestrellas de la NBA. Dos de los mejores 15 basquetbolistas de siempre volvieron a Cleveland con el circo más brillante del mundo y, vaya casualidad (en realidad, causalidad), terminaron siendo los grandes protagonistas de la nueva edición del All Star. Más allá de la presencia de Michael Jordan, quien se llevó toda la atención del entretiempo del partido, antes y después fue todo de ellos...
Uno, LeBron, por ser el hijo pródigo, el máximo ídolo de la historia, el chico que retornó a la ciudad y le devolvió la gloria (mítico título en 2016), por eso hubo ovaciones constantes para él. Con un final digno de Hollywood gracias a esa conversión -un doble con marca- que le dio el nuevo triunfo a su equipo y generó el efusivo festejo nada menos que con el otro pibe de la ciudad, al que tantas veces enfrentó y tantos millones –también en Ohio- querían ver jugando –y ganado- juntos. Steph, claro, también se llevó su buena porción del protagonismo en la noche del domingo. Básicamente, por ser el basquetbolista revolucionario que es. Porque, durante buena parte del fin de semana, hubo resistencia del público hacia él. Claro, el base no creció en Akron o la región, porque su padre (Dell Curry), jugador profesional, debió mudarse (a Charlotte), y encima la historia quiso que debiera enfrentarse a los Cavs en cuatro finales, todas consecutivas y dejando a la ciudad sin tres títulos, en todas batallas muy recordadas por la rivalidad que se generó. Pero este pibe es distinto. Y tan bueno que, este domingo, los hinchas terminaron rindiéndose a sus pies. O a sus manos, en realidad, luego de verlo dar un nuevo show, en este caso con 16 triples –récord histórico para un All Star Game- y 50 puntos. Números que sirvieron para que Curry hiciera una donación a un distrito escolar de Cleveland. El mejor lanzador de la historia había anunciado antes del juego que donaría 1000 dólares por cada punto y 3000 por cada triple anotado. Buena suerte para los chicos de ese distrito, que gozarán de las mejoras en programas educativos que permitirán los 98.000 dólares que Steph transferirá… ¿De película todo, no? Dicen que la NBA está guionada y esta vez volvimos a tener otra muestra gratis…
Impresionó el festejo de ambos cuando terminó el partido, sobre todo porque un triunfo en un All Star tiene poca y nada importancia para una superestrella. Pero quizá las ganas de jugar –y ganar juntos-, cómo fue el final, lo bien que jugaron ambos y el estar los dos en Cleveland resultaron los condimentos para ese fuerte abrazo, con el clásico “yeahhh” y algunas palabras que se escaparon a los gritos. “Steph es de otro planeta. Tiene una ametralladora automática conectada al brazo. Siempre que tira pensás que la va a meter y nueve de cada diez veces sucede eso. Este chico de Akron es muy bueno”, tiró James en conferencia de prensa. Y no fue casualidad que dijera Akron.
En realidad, es su ciudad, no la de Curry, pero el Rey siempre intenta unir, no dividir. Tampoco le interesa la gloria para él. Ya sabe lo que hizo y lo que tiene, en especial el amor incondicional de los ciudadanos de Cleveland, luego de todo lo que vivieron en esta relación que tuvo sus idas y vueltas. Recordemos que, luego de su infancia y adolescencia en la ciudad, donde saltó a la fama nacional –y a la NBA-, sin pasar por la universidad, LeBron tuvo la suerte de ser elegido en el draft por los Cavs, pero en 2010, tras llegar a una final, le rompió el corazón a cada fan al decidir no renovar e irse a Miami. Pero, luego de conseguir dos anillos en el Heat, James regresó y, tras perder una definición más (2015), logró un título inolvidable, en 2016. Por ser el primero nacional en 52 años para ciudad y por cómo y contra el rival que fue. Cleveland perdía 3-1 ante un super equipo que se recuerda como uno de los dos mejores de siempre (los Warriors) y terminó ganando 4-3. La final más increíble de la historia.
Justo enfrente estaba Curry, que la venía rompiendo pero terminó colapsando, sin poder frenar ese vendaval que fue LeBron, un hombre en una misión que en aquella final promedió 29.7 puntos, 49% de campo, 11.3 rebotes, 8.9 asistencias, 2.6 robos y 2.3 tapas. Una de las actuaciones más impactantes de la historia, en el mayor escenario posible. Steph, casi siempre, ha estado en la vereda de enfrente del Rey. Casi nunca jugaron juntos, salvo en All Stars, y demasiadas veces se midieron, generando rivalidad –más de la prensa y los hinchas que propia-, sobre todo a partir de que estamos hablando de tal vez los dos mejores –junto a Kevin Durant- de esta nueva generación que tomó el testigo luego de los retiros de aquellas míticas figuras que, comenzando por Jordan, estuvieron dándole brillo a esta edición, como parte de los festejos por los 75 años de la NBA.
Pero ellos están en otra. Se admiran y respetan. Al extremo. Se los vio juntos en varios momentos del All Star Weekend. Desde la salida a la cancha hasta el himno, uno al lado del otro, también charlando y riendo en la previa del partido y en las prácticas de tiro. Hoy LeBron ya no está en los Cavs, aunque por estos días dijo que “la puerta no está cerrada” -¿volverá para jugar ahí con su hijo Bronny?-. En 2018 decidió dejar Cleveland, otra vez, para intentar devolver la gloria a los Lakers –lo logró, con el título del 2020- y potenciar su marketing y diversas unidades de negocio en Los Angeles. A los 37 años tiene una vigencia increíble (tercer goleador de la NBA con 29.1, además de 7.9 rebotes y 6.5 asistencias), aunque su equipo se cayó y es uno del montón, incluso con chances de quedarse afuera de los playoffs (están novenos con marca negativa: 27-31). Curry, en cambio, volvió a disfrutar. Es uno de los máximos candidatos al MVP (25.8, 6.3 asistencias y 5.3 rebotes) y el líder de unos peligrosísimos Warriors que, con el regreso de Klay Thompson, están segundos en el Oeste (42- 17) y van por todo.
“¡Los tiradores tiran!”, fue lo primero que escribió Steph tras ser el MVP del All Star. Para luego dedicarle el resto del posteo a su ex ciudad y a LeBron, que ha ganado los cinco partidos de All Star desde que está este formato con capitanes –uno por conferencia, cada uno elige a su equipo-. “Saludos a Cleveland por los abucheos... Y por darme amor después... Fue un increíble fin semana que terminó con LeBron y su tiro ganador. Hay algo en el agua de Akron… Ganar este trofeo en mi ciudad natal es increíble. Estoy honrado”, finalizó, volviendo al comienzo, al inicio, a las raíces.
Para eso hay que remontarse a la temporada 87/88. Dell Curry, de apenas 23 años, había sido canjeado de Utah a Cleveland, tras su primera campaña en la NBA. Justo cuando Sonya, su esposa, estaba embarazada. El 14 de marzo de 1988, en aquel hospital que ya debería ser Patrimonio de la Humanidad, nacería Stephen, el hijo mayor. Dos años después llegaría el menor, Seth, otro gran tirador que tiene la NBA -hoy en los Nets-. Pero ya sería en Charlotte, la ciudad donde se asentaría la familia gracias a que papá Curry se afianzaría como uno de los mejores lanzadores de la competencia, cerrando su carrera profesional a los 37 años, luego de 16 temporadas en la NBA –casi 1100 partidos- y con promedios de 11.7 puntos y 40% en triples. Justamente allí, en la ciudad del estado de North Carolina, creció Steph, a casi 800 kilómetros de la casa de LeBron y en otra condición totalmente distinta, siendo el hijo de un deportista millonario –Dell embolsó 20 millones en su carrera-.
James nació cuatro años antes que Steph, el 30 de diciembre de 1984, ya sin la presencia de padre biológico. Anthony McClelland, una figura del básquet callejero cuyo talento, aseguran, fue superado por su adicción alcohol y una clara tendencia a la delincuencia que lo hizo pasar buena parte de su vida en la cárcel, había decidido abandonarlos. Fue duro para él. Y para Gloria, quien se convirtió en madre a los 16 años, cuando ni siquiera había terminado el secundario. Una situación difícil que no mejoró cuando, pocos años después, se puso de novio con Eddie Jackson, un muchacho a quien el niño LeBron le había tomado cariño hasta que terminó en prisión por tráfico de cocaína.
Gloria vivía de la pensión de desempleo y el dinero no les alcanzaba ni para alquilar un modesto departamento. Se la pasaban mudándose a distintos lugares que le prestaban amigos. Un problema de alojamiento que tuvo su punto álgido durante 1993, cuando ella y su hijo debieron mudarse cinco veces en tres meses mientras ella esperaba en una lista de espera de casas subsidiadas por el estado. LeBron dormía en un colchón en el piso, vivía con miedo de que su madre no volviera –cuando salía de noche-, se la pasaba jugando a los videos juegos y no le gustaba ir a la escuela. En ese año, se ausentó en 82 de los 160 días de colegio.
LeBron tuvo dos salvadores para evitar el mal camino. El primero fue el deporte: fútbol americano hasta los nueve años y luego el básquet. Primero se lo llevó a vivir su entrenador de football y luego Frank Walker, el coach que siguió y padre de su amigo Frankie. Con Gloria acordaron que LeBron viviría de lunes a viernes con la familia y los finde volvería con ella. En esa casa, James entendió las diferencias y lo que necesitaba para su vida. “Me hacían levantar bien temprano cada día e ir a la escuela. A veces no quería, como antes, pero en lo de los Walker no había elección. Además, ser parte de una familia, con una madre pero también con un padre y hermanos, resultó una experiencia increíble, muy especial, a una edad que lo necesitaba. Me abrió los ojos para ser quien soy hoy, para comportarme de la manera que lo hago actualmente”, admitió el Rey, quien encontró en esa casa el ambiente ideal para hacer la valiosa transición de niño a adolescente y empezar a despuntar en el deporte.
Así fue su crecimiento en Akron, lugar donde siempre volvió –jugara o no- y con el que tiene un enorme compromiso. En 2005, junto a su esposa, LBJ fundó “Familia LeBron James”, que ha tenido una activa ayuda social enfocada en los niños y adolescentes. A lo largo de su carrera, ha realizado donaciones millonarias a diversas asociaciones, siempre apuntando a generar un verdadero cambio social para niños (y sus familias) desde la educación pública, para que los niños puedan alcanzar sus objetivos y así devolver, ya de grandes, a la comunidad, como él hace desde hace años.
“Prometí nunca olvidarme de dónde vengo y ése es mi camino”, aclaró quien popularizó una frase (“just a kid from Akron”) que vislumbra que, en definitiva, pese a ser quien es hoy, sigue siendo un chico normal de Akron. Hace tres años siguió, fundando la escuela “I Promise”, a la cual asisten niños que, por razones económicas o sociales, no tienen acceso a una educación de calidad y necesitan trabajar en sus traumas y carencias emocionales y/o académicas. LeBron fue el principal donante del establecimiento, haciéndose cargo de los gastos que no cubría el sistema de escuelas públicas del estado. “Este es el principal logro de mi carrera. Siempre quise devolver a mi ciudad y empujar para que los niños tengan oportunidades, un impulso para encontrar su pasión”, declaró quien logró ampliar el cupo a 1.000 estudiantes. LeBron trabaja en los hechos y en el mensaje. Por eso, aprovechando que fundó una productora de contenidos con su socio Maverick Carter, generó una serie documental con ese nombre (I Promise School) para reflejar el objetivo de la escuela y los problemas a los que enfrentan muchos niños afroamericanos dentro de un sistema educativo con severas fallas. El producto busca transmitir cómo los niños y sus historias son ejemplos de cómo el trauma de la pobreza en Estados Unidos crea problemas de conducta que impiden el aprendizaje y a través de avanzar en la serie se pueden entender las conductas de muchos de ellos.
Este también es el legado de LeBron. Distinto al de Curry, claro. Porque su vida ha sido diferente. Pero, como dice la frase popular, el deporte une. Y este fin de semana, ambos volvieron a ser protagonistas y, de alguna forma, a ser los Chicos de Akron. Una ciudad que hoy es mundialmente conocida por ellos.