Pedri dirige un arsenal

La capacidad de ataque del Barça, que volvió a marcar cuatro goles por tercer partido seguido, impresiona. Dembélé se suma a una fiesta que dirige un Pedri fabuloso.

Santi Giménez
As
Un cuarteto inimaginable hace sólo dos meses, cuando Dembélé era un apestado para los barcelonistas, de Aubameyang no había noticias, Luuk iba camino de Cádiz y Memphis estaba lesionado, firmó un triunfo clave del Barça ante un Athletic Club (4-0) que deshizo al final. El equipo blaugrana, que inició el partido como sexto en la tabla, es ahora cuarto a un punto del Betis, tercero, y con un partido menos. Por primera vez en la temporada el Barça encadenó tres triunfos seguidos. Se declara el estado de optimismo después de encadenar tres partidos marcando cuatro goles.


La intensidad no se discute en el Athletic Club, ni que Marcelino diera un revolcón a su equipo titular, porque el once de salida de los vascos iba mucho más allá de las rotaciones. El técnico asturiano cambió piezas a mansalva en un equipo sin los Williams, Muniain, Dani García, De Marcos o Iñigo Martínez, pero que supo plantar cara de inicio.

El equipo de Xavi, como era de esperar, dominó el juego desde el primer minuto de partido, pero los vascos dejaron muy claro que no habían ido a Barcelona a pasar el rato. Hay gente que considera que defender es algo innoble, pero el Athletic -y en general los equipos de Marcelino- subliman esta fase del juego con el amor que le pone un artesano a sus piezas. Hasta que se caen.

Tanto fue así, que el Barcelona, que movió bien la pelota, interpretó el juego y buscó todos los recursos posibles llegó a desesperarse por no ver la forma de meter mano al Athletic, que era una roca, que además, amenazaba tímidamente a Ter Stegen con alguna salida al contragolpe.

Aprovechando que los sanitarios salieron a atender a Raúl García, que se dio un coscorrón con Alves, Xavi improvisó un tiempo muerto en el que empezó a retocar detalles de su equipo. Alves abandonó la banda para aparecer más por el medio y Dest tuvo mucha más profundidad por la izquierda.

De una jugada del estadounidense, que cuando parecía perdido sacó un córner que fue petróleo, llegó el primer gol del partido.

El saque de esquina lo botó Alves, Piqué remató al larguero y el rechace lo empalmó con tanta belleza como dificultad Aubameyang al fondo de la red. Lo de marcar goles también es un oficio. Y el gabonés, tiene oficio.

El 1-0 abría el cielo a los blaugrana, que se fueron al descanso más tranquilos, pero no había que olvidar que el Athletic tenía en el banquillo mucha pólvora. Casi tanta como el Barça.

En el inicio de la segunda parte entraron Iñigo Martínez y Sancet por los tocados Raúl y Yeray. Pero más allá de los cambios de hombres, lo más significativo fue el cambio de actitud del Athletic, que empezó a dificultar la salida de balón del Barça, que veía como seguía sin poder matar el partido. Ferran siguió fallando (una falta y un disparo) y Xavi le cambió por Dembélé, que volvió a ser recibido con pitos, pero que cambió a los cinco minutos por aplausos con un golazo que daba oxígeno a un Barça que empezaba a ponerse nervioso ante las acometidas de Sancet y Nico Williams.

A partir de ese gol, el Barça recuperó el mando moral del partido y empezó a gustarse hasta el punto que Pedri regaló al mundo un caño de espaldas de tacón sobre Balenciaga, que se ha librado de Messi, pero al que le ha caído ahora el tinerfeño. Pedri siguió con su recital y de una jugada suya llegó el centro de Dembélé que sirvió para que Luuk marcara el tercero. El francés, desatado, también sirvió el cuarto para Memphis en el descuento. Se declara el estado de optimismo.


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