Lodi corre, el Atleti vuela

Doblete del brasileño para liderar una convincente victoria ante un Celta que le faltó en los últimos metros. Kondogbia se fue tocado. Savic, baja ante el Betis.

Patricia Cazón
As
Desde la sala de prensa, Simeone jugó al despiste. Que si los kilómetros, que si el desgaste ante el United, pero no hay mayor fuerza para los músculos que la que te dan los resultados, y los once del miércoles pasado le habían arrancado de verdad al Atleti su aire de animal durante un eclipse de gran parte de la temporada; errático, desbordado, perdido. Descansar, ya mañana. Si eso. Ni Carrasco, ni Grizi ni que Suárez enmohezca en el banquillo. La temporada bien le ha enseñado al Cholo que no se vive mirando fotos antiguas. Por eso los del United eran los mismos que los del Celta. Y cómo sonríen para las fotos.

Y así comenzó el partido, como si el sábado siguiera siendo miércoles. Lodi en modo bala, cubierto atrás por el muro de Reinildo, Kondgobia con imán, Herrera todo orden y dirección. Pero estos gallegos no eran aquellos ingleses. El Celta de Coudet propone y se atreve, presiona, roba y ataca. Y rapidísimo. Saltaba con su once de gala y su rombo a espejar. Si el Atleti jugaba, el Celta jugaba. Si el Atleti tiroteaba a Dituro, ora Correa, ora João, el Celta respondía con una intención: apuntar a Oblak, por eso de que, este año, el primer disparo ya le tumba.

Nunca lo sabrá Cervi porque, cuando lo hizo, recibir, controlar y apretar el gatillo ante Oblak, un futbolista apareció como una exhalación para lanzarse a ras de suelo y atajar ese balón. A los 15 minutos, a Simeone ya le sobraba el abrigo: el Celta crecía y Savic y Giménez, los dos, ya tenían amarilla. La del segundo, por un pisotón en el tobillo a Aspas, en un balón dividido, que lo dejó tendido y con un bocado de sangre.

Se replegó el Atleti, como si las piernas de pronto pesaran quilates, el miércoles, el desgaste. Se acomodaba el Celta, con balón y peligro por la derecha con Brais. Cervi pudo llevarlo al marcador la segunda vez que se vio ante Oblak. Era de córner, hasta hace poco un casting para Psicosis entre los rojiblancos. Pero si de primeras Oblak salió tímido y dejó el balón en la frontal, de segundas, su cara fueron sus guantes. Llorente cogió la moto en la jugada siguiente y, como hace un año, cuando Llorente coge la moto y arranca pasan cosas. Sus llegadas a la línea de fondo devolvieron al Atleti el rubor perdido. La sangre al Celta, sin embargo, se la hizo el Cholo por el otro costado.

Porque Lodi, con Reinildo a su espalda, solo sabe correr, sabe que puede correr y correr. Kondogbia levantó la cabeza y, desde el medio y por alto, le envió el balón. Lodi controló, se comió a Mallo y chutó raso y seco para batir a Dituro por su palo y escuchar alto eso que tanto le gusta a un lateral brasileño al final de una carrera al área contraria: goool.

El Celta regresó de la caseta con más brío y la intención de acampar en el área de Oblak. Pero llegó a sus pies y Giménez se hizo candado mientras despejaba un centro de Mallo. Y João, en un intento de despeje, prolongó un balón a Aidoo que casi. Y Giménez casi le manda a Oblak un balón a la red en otro intente de despeje, ahora de una pelota de Aspas. Pero el Atleti no se inquietó. Ese Atleti después de Osasuna y el United ya no. Brilla el sol en el cielo, se acabaron los eclipses. Poco a poco fue volcando el campo. El Celta podía tener el juego entrelíneas, ulularle a Oblak al oído en cada córner, pero se le hacía de noche al llegar al área de Oblak. No encontraba remate, resquicio, todos sus planes eran agua. Disparos, acampadas. Mientras, hacia la de Dituro ya se dirigía un futbolista con sus botas aporreando la hierba como si fueran tambores.

Era Lodi para filmar Soy una bala en tu red II. Kondogbia, como un rato antes, le intuyó y, por alto y desde el medio, allá que le envió el balón. Lodi se comió a Mallo y, de primeras, remató con la suela colándole el balón a Dituro entre las piernas. El Looodi, Looodi, Looodi con el que estalló el Metropolitano duró unos minutos. El brasileño se fue con la emoción al borde del ojo mientras Simeone introducía cambios (De Paul, Griezmann, Carrasco). El 0-2 cayó con losa sobre un Celta al que las carreras le fatigaban los remates. Galán, Beltrán, Aspas, Nolito. Nadie encontraba el agujero en la defensa por los que, antes de ellos, pasaron tantos. Pero esos están cegados. Este Atleti es otro. O es más bien vuelve a ser el mismo de siempre. Fiable, contundente. Aunque Kondogbia se fuera tocado y el partido muriera con un Celta estampado en el área de Oblak. Mientras, al Cholo, ni falta le hizo que Griezmann lloviera, su libre directo pudo ser 3-0 pero se fue fuera acariciando el palo. Con Lodi fue suficiente.

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