Las lágrimas del chico Tomás Pozzo, que hizo el gol de los primeros puntos del Rojo de Eduardo Domínguez

El equipo rojo mostró apenas intenciones de la propuesta ofensiva de su nuevo entrenador; no jugó bien y sufrió, pero consiguió el triunfo inicial del ciclo del DT

En el estreno en casa, tenían muchas ganas sus hinchas de llevarse las primeras impresiones del trabajo de Eduardo Domínguez al mando del timón; de ver un funcionamiento colectivo diferente que compensara las marchas de Fabricio Bustos, Silvio Romero y Alan Velasco; de ilusionarse con un 2022 más provisto de fútbol. La derrota en La Plata tuvo el atenuante del penoso estado del campo de Estudiantes y el rival limitado de esta vez en Avellaneda parecía una buena opción para el despegue. Lo fue sólo a medias.

Hubo que esperar al segundo tiempo para ver algo de lo que pretende el director técnico que viene de ser campeón en Colón. En ese lapso, empujado por el oficio de Lucas Romero y la mayor dinámica que otorgaron los ingresos de Gastón Togni y el chico Tomás Pozzo, que dejó escapar lágrimas al marcar su primer gol, Independiente fue encerrando al conjunto de Sarandí en su área hasta derrumbar su resistencia.

El gol de Tomás Pozzo

Amenazó con dos cabezazos de Juan Manuel Insaurralde. Un palo devolvió el primero, Axel Werner desvió al córner el segundo, y de éste llegó el tanto que definió el partido. Pero antes y después el juego dejó mucho que desear. Es cierto que se percibe otra intención. Un mayor cuidado en la tenencia de la pelota, la idea de ser dominador, acumular gente en ataque y de apretar arriba… Por ahora, sin embargo, pesan mucho más los defectos.

Ante un adversario montado para obstruir, durante muchos minutos al local le faltaron continuidad, cambio de ritmo y sorpresa para desacomodar a una defensa muy poblada. El déficit mostró dos componentes: el general, relacionado con desajustes en los movimientos y carencias de sociedades creativas, y el individual, porque no hubo quien rompiera la monotonía y porque la buena voluntad no es sinónimo de eficacia. Contrariamente, se acumularon los errores, algunos grotescos, en pases, controles y remates.

Compacto de Independiente 1 vs. Arsenal 0

Así, el primer tiempo se fue de largo con apenas dos disparos de Andrés Roa que se fueron cerca de los palos y cien centros mal tirados. La mejoría en la segunda mitad le alcanzó a Independiente para dibujarle una sonrisa, incluso a pesar del sufrimiento final –Arsenal tuvo tres ocasiones de gol muy claras en los cinco minutos finales–, y darle a Domínguez aire para trabajar y sus tres primeros puntos. Seguramente, él más que nadie sabe que falta mucho para que Independiente al menos se parezca al que imagina.

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