El mejor mercado de pases de la última década: las inesperadas razones de las figuras del exterior que volvieron al fútbol argentino
De Benedetto a Quintero, varios cracks regresaron a pesar de la economía; qué los atrae, más allá del Mundial
Insistía el defensor: “La sociedad es la gran diferencia, no sólo el fútbol. Vivir en Estados Unidos es otra cosa. Hay seguridad, se puede caminar por la calle en cualquier momento del día, el tema de la organización… son cosas que influyen. Solo hay que dedicarse al fútbol”, apuntaba. Ahora, volvió a la Argentina, va a jugar en Boca y se ríe como un niño.
“Es un gran desafío vestir la camiseta de Boca. Llego en una edad en la que me siento muy bien en lo mental y físicamente. Cuando se dio la posibilidad de venir, no lo dudé un segundo. Quería volver al país, necesitaba jugar en la Argentina”, contó, días atrás, a los 27 años.
Pol Fernández será su compañero: vuelve a su casa por motivos personales, familiares. Darío Benedetto también está de vuelta. Lo curioso es que se fueron hace un puñado de meses. “Cuando fui a Elche no tuve los minutos que quería tener, por distintas situaciones. Estaba bien físicamente, pero no estaba feliz, necesitaba algo más… La decisión la tomé con el corazón, no me puse a pensar ni cómo está el país ni nada, quise volver”, explica el artillero, que llegó por 3 millones de euros.
El contexto es desfavorable: nuestro país bordea la bancarrota. Los clubes siguen endeudados, el dólar convive sobre las nubes. La Argentina es la imagen de la incertidumbre. Y, sin embargo, el mercado de pases de primera –del insólito certamen con 28 equipos, que abre el telón este jueves- es el mejor de la última década. No solo Boca y River: casi todos los clubes incorporaron piezas que representan un salto de calidad, que entusiasman. Básicamente: todos están mejor que en la anterior competencia.
En el caso de los poderosos, hay razones para entender el derroche: dinero fresco por pases o porcentajes de jugadores (los que son transferidos ahora o los que se fueron hace un tiempo y aportan regalías), nuevos contratos de indumentaria, explosión de publicidad y marketing. La mayoría, lo perciben en dólares o euros. Según el sitio Transfermarkt -especializado en cotizaciones-, los clubes invirtieron en contrataciones (hasta ahora) unos 52,5 millones de dólares. En la temporada anterior se invirtieron sólo 30 millones. Y hubo ventas por 140 millones (21 pertenecen al pase de Julián Álvarez a Manchester City).
No hay una explicación exclusiva, concluyente, para comprender el fenómeno. Es una suma de factores, pero lo humano representa todo un símbolo en un mundo súper profesional. Lo que confirma la competitividad de un medio que siempre está a punto de naufragar y, de pronto, saca la cabeza como un campeón de natación.
El Mundial. Será en Qatar, desde el 21 de noviembre: casi un año para ponerse en forma. Muchos creen poder estar. El factor humano. La pandemia resignificó qué es lo verdaderamente importante: los afectos. Sentirse útiles. Más allá de integrar un medio prestigioso, la falta de minutos (ser suplente habitual o ni siquiera ser citado) ya no es una opción. El valor del dinero. Lejos de entrometerse en los bolsillos ajenos, la mayoría entiende que ya hizo la diferencia económica, que es tiempo del equilibrio entre las finanzas y el bienestar general.
Colgar los botines en casa. Ya sucedió en otros casos, pero en este mercado, se reforzó la tendencia, un modo de relanzarse y recuperar estímulos amateurs. Boca y River arriesgaron inversiones desmedidas, fuera de la lógica presupuestaria. Otros, en su rubro, también.
Pero el caso de los gigantes es asombroso: se trata de la urgencia por recuperar el dominio en América del Sur. Los últimos tres campeones de la Copa Libertadores son brasileños (Flamengo y dos veces Palmeiras). El valor del mercado de nuestro medio es de 847,75 millones de euros (con 28 equipos). El de Brasil sigue lejos: más de 1.000 millones (con 20 conjuntos...). Otra curiosidad: según el mismo sitio especializado, River tiene el plantel mejor cotizado, con 135 millones. El más bajo, Central Córdoba, no llega a los 5 millones...
El calor de la gente. Volvió el público, con protocolo y solo los locales: aun así, los que vuelven lo hacen porque extrañan el folclore de nuestro medio, más allá de los excesos.
Bernardo Romeo fue un goleador formidable. Y un exitoso manager. Hoy, transmite su experiencia como coordinador de los seleccionados juveniles. Y se inclina por dos factores: Qatar y la pasión. “Es muy importante el Mundial. Como es en noviembre, los jugadores que volvieron saben que tienen un año para ser mirados por el técnico de la selección, por Lionel Scaloni. La economía ahora no se toma en cuenta, porque hay una diferencia muy importante con otras ligas. Otro punto importante es recuperar la pasión, sobre todo aquellos que tuvieron buenas etapas en clubes grandes (en Boca, River, San Lorenzo o Estudiantes, con Boselli), quieren recuperar esas sensaciones, demostrar que están bien, que pueden hacer un buen año”, describe.
A Bernie le ocurrió echar de menos detalles que no nos damos cuenta en el día a día. Jugó en Alemania y España. Y volvió a Boedo. “La pasión por volver a sentir el fútbol argentino, se extraña todo. Pero no hay que olvidarse del Mundial, es un año largo, así que muchos van a tener aspiraciones por estar. Es algo natural en el argentino”, reflexiona.
Gustavo Lescovich es empresario. Representa técnicos y jugadores. No duda en la respuesta: la familia es lo primero. “Esta situación se da por los efectos de la pandemia, es la necesidad de volver a casa, de estar con los tuyos. Muchos chicos sufrieron a la distancia pérdidas irreparables, de padres o abuelos y no pudieron viajar para despedirlos ni con todo el dinero del mundo. Hoy, no toman en cuenta la plata: nuestro medio está último en ese factor, incluso por debajo del fútbol boliviano”, grafica.
Tiene una mirada a largo plazo. “Se van jóvenes para hacer una diferencia importante. Ahora, vuelven, por lo humano y porque el fútbol argentino es un trampolín: saben que, si les va bien, van a volver a Europa. Yo estoy en España, pongo la tele y veo Boca-Aldosivi. El chico que juega en Mar del Plata sabe que los están siguiendo en todo el mundo. Retroceden un poco, para volver a estar en las grandes ligas. Y los que llegaron a Boca y River no creo que no tengan el deseo de volver a partir”, suscribe.
Mirado con relativa desconfianza en nuestro medio, Pedro Troglio era múltiple campeón en Honduras. Volvió, se casó y se incorporó a San Lorenzo, que va a tratar de recuperar a Ricardo Centurión, el 10 de tres grandes. Hay otras razones, más allá del desafío deportivo.
“A mis hijos mayores los habré visto tres meses nomás. Se dio esta posibilidad de volver y no dudé. En cuanto a mi familia, no quiero quebrarme, pero estoy en un momento sensible. En estos tres años a mi esposa y mis hijos los vi muy poco, entonces hay una decisión importante de volver y encima San Lorenzo que es un grande, que me da la posibilidad de estar en la Argentina”, admitió, en una entrevista.
El DT se refiere al factor humano: “Fue muy difícil estar separado tanto tiempo de ellos, son situaciones que van más allá, porque perdí a mi papá en la pandemia, parece que no somos seres humanos… pero lo somos”.
Mauro Boselli es uno de los que regresan (a Estudiantes, en este caso), con el corazón en la mano, como Diego Valeri a Lanús, Walter Montoya a Rosario Central, Leonel Vangioni a Newell’s o Gonzalo Bergessio a Platense. Cuenta algo parecido: “Si yo no volví a Estudiantes antes, no fue por una decisión económica ni deportiva, sino familiar. Decisiones que no pasan por el trabajo propiamente dicho. Aclaro esto por algunas cosas que se dijeron y que no son verdad. En mi caso, siempre puse delante a la familia”.
River sumó a Quintero, Mammana, González Pírez, Pochettino, Gómez, Barco, Herrera. Invirtió más de 11 millones de dólares. Racing tiene a Cardona. Independiente busca a Gaich. La mayoría de las entidades siente que está mejor abrigada que en la temporada pasada. Hay una necesidad de volver, de estar. De hacer un gol, levantar la cabeza y ver a los de siempre.
Decía Juanfer, antes de partir: “La vida nos exige siempre, pero perdí muchas cosas que la gente no sabe y no me interesa decirlas... El mundo de River es fuerte, te lleva al extremo, pero así es la vida. Hoy vemos personas que amamos y se van, hay que vivir todos los días así. River trae una carga emocional, física y mental que es fuerte, y que a veces te satura. Eso a mí me pasó y ya está...”
Ya pasó, ya está. La pandemia juega en primera. Ahora, nada es más importante que el grito de gol con la complicidad de un buen abrazo.