El Atleti sigue en su derrumbe

Sonrojante derrota ante el colista con un solo tiro entre los tres palos. El VAR le arrebató un penalti. Melero fue el autor del gol. Gol anulado a Correa en el 96´.

Patricia Cazón
As
El Levante hizo más grande la herida que desangra a este Atleti. La falta de fútbol, ideas, de un equipo que se fagocita a sí mismo cuando no le acompaña la épica, el gol que salva en el último minuto. Desastre a desastre, derrota a derrota, infame en su particular derrumbe. Dos equipos golpeados saltaban a la hierba del Metropolitano para jugar este partido aplazado por la Supercopa en Riad. Uno, el Levante lo hacía buscando aire y sutura. Dientes apretados, defensa de tres, presión altísima. Como si no fuera colista. Como si el colista fuera el otro, el Atleti, como tal lo afrontó. Pálido, timorato, pequeño. Para perder como siempre. O peor. Porque fue peor.


Hundido atrás, fiado a las contras y dejando pasar la primera parte, como si le sobraran. Giménez, negativo en PCR, comparecía al lado de Savic como si eso fuera garantía de algo, en los días que esta defensa no es garantía de nada. A los veinte minutos bizqueaba bajo los focos. Último hombre, deslumbrado, decía, había despejado hacia atrás y no hacia delante una pelota. De Frutos escapó con el regalo en los pies, hacia Oblak, con tres tipos detrás, Reinildo, Savic y el propio Giménez, soplándole el cogote, sin alcanzarle.

Dos jugadas antes, el portero ya había calentado sus guantes. Roger remataba de cabeza sobre su portería y Oblak repelía con el aire de San Jan. Cuando vio llegar a De Frutos, mantuvo la calma. Aguantó y su pie hizo el milagro. No se amilanó el Levante, tan acostumbrado este año a los golpes. Siguió igual. Con la presión y el juego. Empujando a todos los hombres del Cholo hacia Oblak, en la jornada rojiblanca de puertas abiertas: todo lleno de huecos, de espacios, de hierba libre.

Porque el Atleti, que acumulaba más hombres que ideas, solo miraba y solo parecía saber mirar. No se revolvía. Trotón, a tirones. Koke y Kondogbia, incapaces de construir, de generar. De Paul, en la banda, brusco y precipitado, con riesgo de roja en cada acción. Solo Lemar con sus desbordes y Llorente, cuando ganaba la línea de fondo, llevaban algo de peligro. Pero poco. Muy poco. Todo tan desesperadamente pobre. Y Cunha y Correa desconectados, sin oportunidad. El descanso llegó sin disparos rojiblancos a puerta y algún tímido pito: Lemar enviaba al cielo el único conato de ocasión.

El Atleti solo dio el paso cuando, como en tantas otras últimas tardes, miró arriba y se vio por detrás en el marcador. De Frutos, cómo no, en todas partes a pesar de jugar todo el partido con un golpazo tremendo en la nariz, había encontrado a Melero en el 54’. Melero empaló y adentro. Por el palo de Oblak, que llegó a tocarlo. Para nada, para que le quemaran los dedos. Pudo arreglárselo el árbitro al Cholo enseguida: penalti por mano de Duarte. Pero hubo llamada VAR: fuera de juego de Llorente. El 0-1 igual sobre la cabeza. Mientras Simeone preparaba triple cambio (João, Suárez, Vrsaljko), De Frutos se plantaba de nuevo ante Oblak como si fuera el mismo Voldemort: todo mala intención. Paró el portero. Cunha se fue tocado en la rodilla.

Sin final hermoso

Ahora ya sí, el Atleti empujaba, ahora ya sí, el Atleti buscaba. Pero sin disparos a puerta: cuando le tocó atacar se le perdió la linterna. El Levante, mientras, se abrazaba al otro fútbol, al tiempo del perder tiempo. Y los minutos pasaban y todo el talento de João no era suficiente, alumbraba poco, como una cerilla que solo ponía de manifiesto toda la sombra alrededor. El aire ya era un murmullo. Giménez mandaba callar. Llegaron los pitos, sonidos de otro tiempo, muy del pasado, aquellos con el Cholo siempre a raya, lejos

No hubo épica esta vez en el añadido. Aunque sí un gol anulado a Correa (primer y único disparo a puerta del Atleti, en 96 minutos) por falta de Giménez, un balón de Malsa al palo desde el centro del campo y un cabezazo de Oblak como última ocasión desesperada. No habría esta vez final hermoso. Lo único que le quedaba al Atleti era su partido feo. Su despeñe, sin que el fondo se aprecie. Solo cae, cae, cae. Con alma de colista, aunque siga tan cerca de Champions.

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