Dembélé, indultado por las gradas: de los abucheos a los aplausos

Xavi evitó que las gradas se cebasen al ponerlo a calentar en la banda junto a Busquets y Gavi, sacando a los tres a la vez. El jugador recibió una buena carga de pitos, pero poco a poco se fueron diluyendo y hasta hubo alguna tímida ovación al final.

Javier Miguel
Ousmane Dembélé tragó sapos y supo afrontar, con profesionalidad, el mal trago del castigo por parte de la afición, que pudo reprocharle abiertamente su desagrado por la forma en que ha llevado su futuro en este mercado de invierno, donde no tan sólo rechazó la oferta de renovación, sino que también hizo oídos sordos a la posibilidad de salir este enero. El público tenía ganas de echárselo en cara: cuando saltó en la banda a calentar se escucharon los primeros pitos, que no fueron multitudinarios, porque Xavi 'protegió' al jugador haciéndole saltar a calentar junto a Sergio Busquets y Gavi.

Cuando saltó al campo, se multiplicaron los abucheos, y más porque el sustituido era Adama Traoré, que ha encandilado a la afición con su juego y rendimiento. Aquí Xavi también intentó que no se alargara mucho la situación, sacando seguidamente a Sergio Busquets y Gavi, para frenar los pitos.

Dembélé se ubicó en la banda derecha y escuchó los primeros reproches en el primer balón que tocó. Los pitos aumentaron en su segunda y tercera acción, pero ya a la cuarta vez que recibió la pelota, se empezaron a escuchar algunos aplausos, que fueron a más a medida que avanzaba el partido, sobre todo porque Ousmane empezaba a crecerse en el campo y completar acciones interesantes. Tanto es así que al final habían ganado los aplausos a los pitos iniciales.

Así pues, Dembélé puede respirar tranquilo: acabó indultado por buena parte de la afición. Eso sí, el fútbol tiene poca memoria, para lo bueno y para lo malo. Cuando vuelva a salir al Camp Nou, se escucharán seguro todavía algunos pitos, y si falla alguna acción, se redoblarán. Pero la sensación es que lo peor ya ha pasado para el delantero francés y que lo único que tendrá que gestionar es la poca paciencia que tendrán las gradas, a partir de ahora, con sus fallos.

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