Darío Benedetto y la vuelta al mundo Boca en casi 1000 días, con un gol que al final tuvo sabor a poco
El 9 con mejor promedio de eficacia luego del retiro de Palermo se puso nuevamente la camiseta azul y oro, convirtió y recibió el afecto de los hinchas; el empate sobre el final de Beltrán opacó su regreso
Sin embargo, el cariño siempre se mantuvo latente, a la espera de un nuevo encuentro que elevara aún más aquel promedio que lo coloca como el mejor artillero tras el retiro de Martín Palermo. Ese reencuentro fue anoche, en la igualdad 1-1 ante Colón por la Copa de la Liga, con un romance mutuo que se fortaleció ya con el primer grito en el arranque de su segundo ciclo.
El regreso al gol del 9
Debieron pasar 987 días para que Benedetto se volviera a poner los colores que ama y saliera al campo de juego para escribir una nueva historia que durará, según el contrato firmado, por lo menos tres temporadas. Aquel grito de guerra con el que dejó la institución se repitió para recibirlo: “¡Olé, olé, olé, olé, Pipa, Pipa!”, explotó la tribuna, primero, para ponerle el marco espectacular a la mención en el altoparlante: Sebastián Villa, agradecido, ya que el entusiasmo tapó rápido los claros chiflidos que surgieron al oír su titularidad. Luego, cuando saltó al campo con sus compañeros, levantando las manos para cada costado de la Bombonera y tocándose el corazón.
“El cariño de la gente es hermoso. Todo sigue intacto. Me puso muy contento volver a convertir con esta camiseta. Una lástima el resultado”, declaró el Pipa tras el 1 a 1. Sobre su gol, confesó: “Ni vi a dónde entró la pelota porque le pego con el costado derecho y no vi dónde entró”.
Lúcido, con ganas. El arenero que tuvo el campo -por las obras realizadas en el receso para mejor el drenaje- no impidió que se desenvolviese con energía. Para saltar entre los fuertes y altos zagueros Garcés y Novillo, pivotar, intentar Paredes para que el juego fluyera o bien limpiar la jugada hacia afuera.
Sobre el estado del césped, Benedetto fue contundente: “Se jugó en un campo complicado. A pesar de eso intentamos jugar. Sobre el final vinieron a buscar el empate y no lo pudimos controlar. Creo que es un resultado justo”.
El festejo de Benedetto
A los 21 minutos llegó el primer “¡Uhhh!” de la hinchada en el partido: por lo poco que faltó para conectar el centro raso de Advíncula y, por otro lado, porque el que no pudo definir ante el cierre de Garces fue el propio N°9. No obstante, apenas un minuto después, la emoción de la noche: Villa, que le “debía” aquel corte rápido tras la desaprobación popular, metió un centro medido para el ingreso de “Pipa” hasta el borde del área chica y un cabezazo letal para Leonardo Burián.
Un grito desde los más profundo de su ser y con la mirada fija en las tribunas, un abrazo inmediatamente fuerte con el colombiano, el clásico beso al cielo (con el que jamás se olvida de su madre) y un gesto de amor hacia el palco, donde estuvieron su esposa Noelia y su hijo Felipe para vivir el retorno a la entidad que ama toda la familia.
Y la casualidad: el primer festejo personal durante su primera etapa fue muy similar a este nuevo debut goleador, con un centro de Frank Fabra (otro colombiano y desde la izquierda) y un cabezazo ganándole al primer central de Santamarina de Tandil, por la Copa Argentina 2016.
Aquel primer gol muy parecido, ante Santamarina
Benedetto ya había vuelto el 20 de enero, pero el impacto en la red ratificó que el goleador de jerarquía volvió con más hambre de gloria. Para ganar cosas y porque aspira a agigantar aún más su apellido: el promedio de goles lo mantuvo anoche en 0,59, manteniéndose por encima del de Palermo. Queda claro que el arranque es demasiado auspicioso.
Porque, encima, el gol lo liberó. Cuando arribó en 2016, más allá del tanto a los tandilenses, le costó varios partidos ganarse al público. Tanto que se recuerda la reprobación que sufrió de la hinchada cuando Guillermo Barros Schelotto lo sacó en un encuentro ante Godoy Cruz, en Mendoza. Hasta que llegó el triplete a Quilmes -que incluyó una asistencia de taco- y los 41 goles que le siguieron.
Anoche, entró a la cancha con otro aura. Se lo veía preparado para delirar junto al público en su presentación. Y fue recíproco: la gente fue a ver a Boca, pero también los goles del delantero. Por eso, además de camisetas de Juan Román Riquelme -el vicepresidente y cabeza del Consejo de Fútbol que se encargó de la negociación para la vuelta del ‘9′- y Carlos Tevez, hubo varias con el número y el apellido del gran protagonista de la noche.
Así que, una vez conseguido el gol, se lo vio más activo todavía para intentar buscar otro: reaparecieron sus inteligentes movimientos para ir al espacio o enloquecer al marcador sin pelota, yendo a buscar el cabezazo al primer palo y luego al segundo para terminar volviendo al sector más cercano al centro. En el segundo tiempo, Boca bajó revoluciones. Con ello, un Benedetto que no pudo hacer demasiado más que algunos destellos de un futbolista que trae la calidad del fútbol europeo, más allá de que su experiencia no fue destacada en Olympique Marsella ni en Elche.
Los 34 minutos del complemento fue el momento que eligió Sebastián Battaglia para reemplazarlo por el otro goleador, Luis Vázquez. En ese momento, otra vez la ovación ensordecedora. Ya habrá tiempo para mejorar colectivamente, acaso es apenas el debut ante un duro rival, en un año de muchas ilusiones.
“Esto es un equipo. La competencia es sana y tratamos de danos confianza uno al otro. Luis (Vázquez) es un chico que viene haciendo muchos goles. Me la pone difícil a mí y al técnico. Y eso está buenísimo”, valoró Benedetto. Acerca de la gentileza de Orsini al cederle la camiseta con el número 9 en su dorsal, destacó: “No sabía que Nicolás tenía la 9. El Consejo se la pidió y él me la cedió. Después le agradecí. Hay un lindo grupo, con cosas para corregir, pero un grupo sano y trabajador”.
Es cierto que el triunfo estaba casi concretado, pero el 1-1 de Lucas Beltrán -a cinco minutos del final- amargó una noche que aparentaba redonda. Boca, al menos, sacó una conclusión importante: volvió Benedetto con la garganta llena de gol.