Combate nulo en San Mamés
El Valencia se llevó a su terreno el partido de ida de semifinales tras empatar Hugo Duro el choque en el que se adelantó el Athletic con Raúl García. Mestalla decidirá.
Más con dos pizarras tan notables. El Athletic de Marcelino es un equipo del copón, o el supercopón, un grupo que busca desde hace tres años, traducidos en 15 eliminatorias, a alguien que esté a su altura. Y el Valencia, con el sello de Bordalás, es granito puro. En la segunda parte se vino arriba, nadie le sacó de su propuesta y se hizo grande por las alas, especialmente con Bryan Gil. La primera entrega tuvo de todo, el esperado cóctel explosivo: mucha polémica arbitral, una monumental tangana, poco juego, faltas por todas partes y algún que otro desmadre.
Esta eliminatoria tiene aspecto de que va a ser muy larga. Que sí, que son 180 minutos, más hipotéticos suplementos en forma de prórroga y penaltis, pero en realidad hay que contabilizar las tres semanas que van desde la ida, en este febrero paticorto en días, hasta la segunda entrega en Mestalla allá por marzo, camino de la primavera. Y desde el sorbo inicial, da la impresión de que cualquier mínimo detalle puede inclinar la balanza. Así se entiende que a los diez segundos, solo por un saquecito de esquina forzado por los leones, San Mamés rugiera como una cueva con cien leones ante un solomillo. Bordalás sorprendió con un despliegue alto de su equipo. Había que explicar muy rápido que el Valencia no iba a ser un autobús estacionado en la dársena de Mamardashvili y de eso se encargó en el minuto 6 Hugo Duro con un cabezazo tras gran centro de Gayà.
Daba la impresión de que eran dos dragones con similar factura, bloques trabajados, duros y con el sello de su técnico, como cada uno ante la horma de su zapato. Había que emplear los cinco sentidos, si se dejaba uno fuera, podía ser la muerte. Bordalás huía de la tela de araña de Marcelino en la presión alta gracias al inicio del juego en largo. Eso enviaba la pelota a zona defensiva y desde ahí, sin el remolino en campo contrario, a los leones les costaba crear juego. Los visitantes se esforzaron por trabarlo, que no hubiera ritmo, que no acabara en las mismas fauces que devoraron a Barcelona y Madrid recientemente. Por eso el balón corrido no existía ni en sueños.
El Valencia quedó tocado por esa acción, perdió toda la solidez. Un error defensivo clamoroso casi le dispensa a Iñaki el 2-0, pero le quitaron el cuero en el último instante. El quebradero de cabeza para Bordalás era que su ejército empezaba a marchar desacompasado y los del talento dejaron de funcionar. Soler no estaba, Guedes y Bryan fallaban en el último pase y el rastro de Hugo Duro se extravió tras el primer cabezazo.
El volcán de San Mamés acabó quemando a los participantes en el partido en el descanso cuando desfilaban a vestuarios. Bronca monumental, de la que Maxi salió muy mal parado, pues acabó expulsado y no podrá jugar tampoco en la vuelta. Yeray, con problemas en la rodilla derecha, cerró ese acto inicial a dura penas. Así que del segundo tiempo disfrutó Vivian, la garantía de no perder: en sus 13 partidos anteriores como león, cero derrotas. No estuvo nada bien en esta ocasión el central vitoriano. De inicio, De Marcos se quedó en casa por el COVID. Si el primer período fue cemento en la boca de un desdentado, el segundo aún costaba más masticar. Trabado, con protestas continuas y sin el lujo de las ocasiones de gol.
Dani García pudo ser expulsado perfectamente tras un entradón sobre Soler. El Valencia no se podía ir mostrando solo su aire macizo. Alguna genialidad debía salir de la fábrica metalúrgica de Bordalás. Llegó en el minuto 66, en una acción que autorizó Foulquier. Pasó a Guedes, que maniobró muy bien desde la derecha; su buen centro picado le llegó a Bryan Gil, que remató de primeras y paró Agirrezabala. Hugo Duro aprovechó el rebote en el área y anotó junto al palo izquierdo. Bryan empezó a volar a partir de ese mazazo anímico, que dejó tocados a los leones, y eso que no valía doble. Gil eleva por sí mismo a un equipo a ser más candidato a un título. Tiene la personalidad de protestarlo todo, desafía, carga con la pelota y trabaja como un cosaco. El Athletic se quedó sin posesiones largas y los laterales no existían en ataque. El balón era un chispazo efímero en sus pies. El cuadro che se vio con fuerzas para salir victorioso. Lo pudo certificar Hugo Duro con una acción clara en la que se frenó y le tiró Vivian. No se pitó penalti, pero lo parecía. El billete queda pendiente para Mestalla. Segundo combate tras el nulo de Bilbao.