Chelsea y Liverpool no logran decidir qué equipo
debía seguir disputando el título de liga al Manchester City, y el
empate en Stamford Bridge permite que los de Guardiola sigan su escapada
en solitario.
Que iba a ser un duelo intenso se intuía antes de empezar. A
los seis segundos llegó la confirmación, en la primera acción polémica
del duelo. Mané saltó con Azpilicueta junto a la banda y golpeó su cara con el brazo. Vio amarilla,
aunque los locales pidieron la roja. Fue uno de esos partidos en los
que no dejan de pasar cosas. Los dos equipos respondiendo a la acción
previa del rival. Así abrió el Liverpool el marcador, con Sadio Mané aprovechando un error de Trevoh Chalobah para abrir el marcador. El décimo gol del diez en la temporada. El primero en diez encuentros. Christian Pulisic gozó anteriormente de una oportunidad similar,
quedándose solo en el área tras un mal despeje de Trent
Alexander-Arnold. Kelleher, en esta ocasión, se lanzó a sus pies para
arrebatarle la pelota.
La iniciativa era local, pero el golpeo lo tuvieron los visitantes. Pese al tanto inicial, fue el Chelsea quien empezó mejor. Suyos fueron los duelos aéreos y los balones divididos. Sin embargo, cuando el Liverpool empezó a discutir este dominio, dobló su ventaja con un gol extraordinario de Mohamed Salah. Otro más. Recibió un balón de Alexander-Arnold al espacio y encaró a Marcos Alonso. Se
deshizo del español con un movimiento de hombro. Lo engañó. Le hizo
pensar que iría en una dirección y fue por la otra. A Edouard Mendy le
ocurrió lo mismo cuando salió a tapar el disparo del egipcio, que marcó
por el palo corto. Pudo llegar un tercer tanto, pero Chalobah
se desquitó de su error en el primer gol con una acertada entrada a ras
de suelo para desbaratar una nueva acción ofensiva de Salah.
Andaba desquiciado el equipo de Thomas Tuchel, que solo logró meterse nuevamente en el partido en el tramo final del primer tiempo. Con estilo y con eficacia. Mateo Kovacic enganchó una volea desde la frontal después de un despeje de Kelleher. El irlandés evitó el tanto de Marcos Alonso en una falta lateral, pero no pudo hacer nada ante el remate del croata. Pulisic, que erró una ocasión clara bien pronto, aprovechó la que tuvo bien tarde. Al borde del descanso. Nadie acertaba a bajar la pelota al césped. Rudiger se adelantó a Salah en la divisoria, Kanté prolongó y Pulisic recibió dentro del área. Sin presión, el estadounidense igualó el marcador. Tablas.
Y vuelta a empezar. Más ritmo. Más velocidad. Más prisa también. Si
en el primer tiempo el Liverpool estuvo siempre por detrás de su rival,
en cuanto a juego y dominio, en el segundo estuvo más vivo que su
oponente. Suyas fueron las primeras ocasiones, las más claras. Salah disparó desde lejos a portería en el 56. Mendy, que también estaba lejos de su meta, pudo desviar la trayectoria de la pelota en el último instante. Luego fue Mané
quien puso a prueba a su compatriota después de dos paredes para
penetrar desde la izquierda hasta el centro. En el otro fondo, Kelleher sacó una media volea de Pulisic,
que fue quien más lo intento en el cuadro local. Creció el Chelsea
cuando se hizo con el centro del campo tras la entrada de Jorginho. Marcos Alonso buscó el gol en un libre directo, y Antonio Rüdiger cabeceando un córner ya en el último tramo del partido.
Se encendió el duelo. Prendió fuego en los últimos minutos. Un empate
era casi tan valioso como una derrota, por lo que ambos conjuntos
echaron el resto. Sin miedo a perder, con pavor a no ganar. Un encuentro
de liga disfrazado de eliminatoria copera. Una eliminatoria, entre londinenses y liverpulianos, que ganó el Manchester City. La ventaja de los de Pep Guardiola es ahora de diez puntos sobre el Chelsea, que tiene los mismos partidos, y once sobre el Liverpool, que ha jugado un duelo menos.