Mourinho, del sueldazo a los Friedkin "enfurecidos"
La Roma sigue decepcionando a pesar de la llegada del portugués, que marcha lejos de la Champions y empeoró el rendimiento de Paulo Fonseca.
Los Friedkin se esperaban obviamente otra cosa incorporando a José Mourinho, el técnico más pagado de la Serie A (junto con Max Allegri) gracias a un sueldo que ronda los siete millones netos. Los números, de momento, dicen que los romanisti hasta empeoraron. En el curso pasado, con Fonseca, tras 21 jornadas sumaban nueve puntos más. Ahora marchan sextos, con los mismos puntos de Fiorentina y Lazio, y muy lejos de la zona Champions.
A pesar de todo eso, Mourinho dejó claro que la plantilla actual no vale más de lo que está expresando. Después del desastre con el Bodo Glimt afirmó que solo puede confiar "en 12-13 jugadores", castigando a varios de ellos por el 6-1. Futbolistas como Villar y Borja Mayoral, grandes protagonistas del curso pasado, han desaparecido del mapa, y tras la última derrota con la Juventus el portugués se alejó todavía más del equipo al que entrena.
"Debo conseguir que los jugadores llegue a mi nivel", afirmó el domingo, añadiendo: "Hay que salir de la comfort zone del sexto-séptimo puesto. Los chicos deben venir hacia mí a nivel psicológico, no al revés". Los 10 minutos de locura que causaron la remontada de la Juve, entonces, para el entrenador son responsabilidad del "colapso psicológico" que tuvieron sus futbolistas y nada más.
Haberle dado confianza y valentía al talento del joven Félix Afena-Gyan, que gracias a Mourinho se ha convertido en un posible hombre clave con apenas 18 años, no es suficiente para acabar con las críticas. El exmadridista, sin embargo, está muy tranquilo en su sitio: su despido es extremadamente improbable. Dan Friedkin le prometió confianza incondicional en el día de su fichaje y, además, echarle le costaría más de 30 millones de euros.
La Roma continúa confiando en su plan, y tras Maitland-Niles mañana incorporará a otras de sus peticiones: Sergio Oliveira, procedente del Oporto. Hay rabia y decepción, pero Mou es intocable y los Friedkin siguen invirtiendo por él a la espera de días mejores.