La suerte golea al entusiasmo

Un Madrid flojo resuelve la eliminatoria con dos golpes de fortuna en los últimos minutos. El Alcoyano, superior durante la primera mitad, mereció más.

Luis Nieto
As
El mismo Alcoyano, valiente, entregado, crecido, pero con peor suerte fue incapaz de repetir un milagro que no lo hubiera sido tanto. El Madrid puso empeño en tropezar en la misma piedra, jugó mal y sin ganas, permitió el thriller y salió vivo en dos jugadas postreras de pinball. Estará este viernes en el bombo pero llegará con la preocupación de que no hay un plan B. Slo cumplieron sus centrales titulares y, al margen del resultado, le quedó celebrar el regreso de Ceballos. A poco que apriete, tiene sitio.

"Una ilusión enorme... y un frío de cojones que les hará sufrir". Raúl González, jugador del Alcoyano (e involuntario  responsable de la eliminación de su equipo), explicaba en la SER, en vísperas del duelo ante el Madrid, por qué todo es posible en la Copa. Los grandes tardan en coger la temperatura de la competición y todo les parece incómodo en esta fase inicial: el campo, la climatología, la fiereza ajena, la pereza propia, la obligación (moral y física) de poner a los peores y la certeza de que las victorias ante adversarios menores (el Alcoyano tiene el mismo tamaño que el Castilla a efectos federativos) se olvidan en un segundo y las derrotas se recuerdan un siglo. Incluso los menos habituales acaban por confundir una oportunidad con un marrón y les da por pensar qué demonios pintan allí. De eso se salvaban los canteranos, para los que la Copa suponía un rito de iniciación, pero rascar ahí le cuesta un mundo a Ancelotti.

Y con ese aire amaneció el partido de El Collao, esta vez con público, viento de cola para un equipo agigantado por el plus de que ya lo hizo una vez. Y con muchos de los que jugaron este miércoles. Cierto es que, pese al mensaje cauto de Ancelotti en la víspera, hubo más suplentes (ocho) que titulares (tres) en el Madrid, pero diez de los once del cartel de salida son o han sido internacionales en selecciones de primer nivel.

Un mal comienzo

Pues a ese Madrid b (con minúsculas) lo acorraló el entusiasmo del Alcoyano en un inicio tormentoso. La cabeza de Camavinga evitó un gol de Fran Miranda, Militao le quitó otro a Dani Vega y Andy cortó el área como una centella para estrellar su zurdazo en el lateral de la red ante un Madrid atónito, distraído, desganado. Ancelotti resoplaba en su banquillo ocultando el disgusto tras una mascarilla que más que proteger enmascaraba. Nadie mejor que él sabe que hay cuestas de enero que, mal asfaltadas, llegan hasta el final de la primavera.

El Alcoyano aprovechó hasta el hueso en esos primeros minutos: el balón parado, la banda de Marcelo, la falta de cooperación defensiva del trío de ataque del Madrid, los desplazamientos en largo. Y así apretó y no se sintió apretado. Incluso se quedó el balón, último refugio del poderoso.

Al Madrid no se le ocurrió nada. Hazard regresó a su versión de caso perdido, a Mariano siempre le faltó finura para buscarse la vida en partidos en que le falta compañía, Rodrygo y Camavinga siguen en el cascarón, Valverde parece haberse quedado a medias, Marcelo no discute su decadencia... Y ahí, en medio del desplome y después de una buena parada de Lunin a disparo de Carlos Blanco con bote revoltoso en sus narices, se elevó la cabeza de Militao en el primer palo para rematar a la red un córner lanzado por Rodrygo. Así saldaba la deuda de Getafe, así repetía el inicio del encuentro del curso pasado (también adelantó al Madrid a centro de Marcelo) y así engañó al marcador. Fue un gol entre la niebla de un equipo con demasiados futbolistas archivados en el banquillo. Un castigo extremo para un Alcoyano superior en voluntad, profundidad y remate.

Golazo... y hundimiento

Ni siquiera ese gol permitió salir del túnel al Madrid, que a vuelta de vestuario se vio sin su único delantero, Mariano, caído por su enésima lesión muscular. Con la entrada de Asensio fue Hazard quien quedó como falso ariete con mejor tono que en la banda izquierda. Sin embargo, el equipo pareció adquirir un mayor sentido del deber, alejó al Alcoyano de su área y recuperó el balón. Con reparos, porque si bien se vio menos exigido atrás, arriba creÓ entre poco y nada. Ni en el juego posicional ni a la contra. Dos zurdazos desviados de Alaba que no cogieron portería fueron su primeras medio ocasiones en mucho tiempo. Poca cosa ante un rival con más peso en las piernas y en el ánimo que, como el año anterior, supo sobreponerse.

Dani Vega marcó así el tanto del empate.

En su peor momento, Dani Vega entró como una flecha por la derecha, recortó de tacón a Casemiro y Militao y superó con la zurda a Lunin. Un gol mayúsculo, buscado, merecido... e inútil.

Porque era el día de suerte del Madrid. Un tiro manso de Asensio lo envenenó el toque en la cadera de Raúl González. Y de inmediato, el más difícil todavía: un balón perdido al borde del área lo despejó Pablo Carbonell contra la espalda de un compañero y acabó en Isco, que había entrado para amarrar la nave y que fue capaz de tocar el balón hacia la red antes de ser atropellado por José Juan. Un choque en cadena y una eliminatoria resuelta de la que el Madrid poco podrá presumir.

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