La lesión que casi termina con la carrera de Jordan: su recuperación a escondidas, la pelea con los Bulls y la zapatilla especial que usó para volver
A comienzos de la temporada 85-86, la leyenda de Chicago sufrió una fractura en su pie izquierdo que lo alejó durante 64 partidos de la temporada regular. La decisión que tomó para anticipar su regreso y el final de un año que marcó para siempre a la NBA
Mientras ya mostraba que podía desafiar la gravedad y de la mano de una campaña comercial su apodo Air era furor entre los jóvenes que querían ponerse sus zapatillas, Jordan sufrió uno de los peores golpes de su carrera como jugador. El 29 de octubre de 1985, recién en el tercer partido de su segunda temporada, MJ padeció una dura lesión. “Jugaba contra Golden State, me lanzaron un globo y cuando aterrizo, aterricé con el pie entero, sin balance. Cuando hicieron la tomografía, era una clara fractura y estaba terminado”, recordó Su Majestad en un fragmento del documental The Last Dance.
Jordan alcanzó a jugar 18 minutos aquel día que los Bulls le ganaron a los Warriors. Como él mismo se encargó de decir luego de dos décadas, estar tanto tiempo fuera de las canchas pareció el fin. Las crónicas de la época marcaron la desazón de una franquicia que se había acostumbrado a tener, tal vez por primera vez en su historia, a un líder de tamaña envergadura.
‘’No me siento muy bien. Nunca antes había pasado por algo así y no sé cómo lidiar con eso. En este momento, puedo llorar toda la noche y despertarme mañana y descubrir de qué se trata. Todo en lo que podía pensar era en acostarme, mirar televisión y no hacer nada’', dijo Jordan tras conocerse su lesión en el Chicago Tribune.
¿Qué le ocurrió al 23? Una fractura traumática del hueso escafoides o también conocido como hueso navicular, un pequeño elemento óseo que se sitúa en la zona tarsiana de los pies. Según los primeros reportes, Jordan iba a estar unas seis semanas fuera del equipo, pero ese tiempo se extendió. El doctor John Hefferon, médico de los Bulls de 1984 a 1996, dio detalles de lo que sucedió con la lesión de la principal arma anotadora de Chicago.
“Es una zona del cuerpo que a veces no sana muy rápido porque no irriga mucha sangre. Puede tardar en sanar entre seis a 12 semanas, o incluso más. Y en ocasiones, esa fractura nunca se suelda”, analizó el profesional de la salud. Esa referencia provocó que la gerencia de la franquicia, con el propietario Jerry Reinsdorf, y el gerente general Jerry Krause, tomen la decisión de no arriesgar el estado físico de la esperanza ganadora de los Bulls. La idea era que el escolta se pierda toda la temporada, pero el jugador creía que podía regresar para el final de la fase regular. Y así lo hizo.
Bajo esa premisa, Jordan comenzó a padecer el tiempo sin competencia. “Estaba devastado porque jamás me lesionaba. Quedé enyesado, no podía hacer nada. Estaba ansioso. Seguro que estaba irritable para muchas personas”, rememoró Su Majestad. “Era imposible dejarlo en el banco. Mi esposo y yo le decíamos: ‘Michael, no estás listo’. Y él nos decía: ‘Ustedes no saben. Yo sé cuando mi cuerpo está listo’”, explicó Dolores, su madre, sobre el sentimiento que tenía su hijo frente a la primera lesión de su carrera.
Cansado de ver perder a Chicago sin poder ayudar a sus compañeros, Michael tomó una drástica decisión. Dejó la ciudad y volvió al lugar donde terminó de forjar su capacidad competitiva y pulir sus destrezas como jugador.
“Estaba desesperado por hacer algo, entonces los Bulls me dejaron ir a la universidad. Empecé a ir al gimnasio, a practicar tiros. Y luego comencé a jugar uno contra uno, dos contra dos, tres versus tres. Luego, cinco contra cinco… y los Bulls no se enteraron de nada”, mencionó Jordan entre risas en la serie que repasó su vida y la de otras figuras del equipo que ganó seis títulos de la NBA en la década del 90.
Las imágenes de finales del ‘85 son elocuentes: se lo puede ver a MJ trabajando en una pileta del campus de la universidad para reforzar la zona afectada por la fractura. En ese mismo lugar fue donde volvió a jugar y recuperó la potencia en su pierna afectada. Tanto que cuando volvió, se dio cuenta que estaba listo para ponerse la capa y salir al rescate de un equipo que estaba condenado a otro año fuera de la postemporada.
“Cuando volví con los Bulls, la pantorrilla de la pierna lesionada estaba más fuerte que la pantorrilla sana. Lo primero que me dijeron fue: ‘¿Qué rayos hiciste?’”, contó Jordan en un segmento del documental. En ese contexto, la sorpresa de la dirigencia fue total. Sobre todo cuando el propio jugador les explicó que había estado practicando básquet.
“No sabíamos que había estado jugando hasta que nos lo contó. Michael dijo: ‘Vengo jugando una hora y media por día la última semana. Y a mi se me paró el corazón, me dejé caer, no lo podía creer”, fueron las palabras de Krause que marcaron el desconocimiento total de la franquicia de los pasos que había seguido su máxima estrella para intentar volver antes del final de la fase regular.
Y Jordan lo logró. Se perdió 64 partidos de aquella temporada. En ese lapso, el equipo que dirigía Stan Albeck se cayó a pedazos. Sufrió tres rachas de cinco derrotas consecutivas y en un pasaje de la campaña perdieron siete juegos al hilo. Es más, llegaron a caer por 29 puntos ante Milwaukee en noviembre. La marca de Chicago sin Su Majestad fue de 21-43.
Una vez que MJ volvió a la ciudad con la intención de jugar, se encontró con la negativa de la gerencia de los Bulls liderada por los Jerry’s, Reinsdorf y Krause. El jugador, que por entonces tenía 22, pensaba que los dirigentes querían que Chicago acumule derrotas para terminar con el peor registro posible y así tener más chances de tener una mejor elección en el Draft del año siguiente.
En el primer careo que tuvo el propietario con Jordan, expuesto en The Last Dance, se vio la contraposición de ideas. Los Bulls querían que su figura se quede sentado hasta el final de la campaña, mientras que el N° 23 necesitaba volver a competir y clasificar a su equipo a los playoffs por segunda temporada seguida.
“Michael preguntó qué porcentaje había de que se lesionara si volvía a jugar. Y el médico dijo un 10%. Y le pregunté a los médicos qué pasaba si se daba ese 10%. Y me dijeron que ese sería el final de su carrera”, explicó Reinsdorf sobre aquella situación que mantuvo en vilo a la franquicia que luego ganó seis campeonatos con Jordan como estandarte.
“Perdí los estribos. Dije: ‘Habrá un 10%, pero hay un 90% de que no me lesione’. Todos pensaban en la parte negativa. Yo veía el vaso medio lleno, pero los demás lo veían medio vacío”, recordó MJ sobre las charlas subidas de tono de cara a su vuelta a la NBA.
La parte final del relato no tiene desperdicio y desenmascaró el carácter feroz de aquel joven que luego mostró su sed de competir frente a cualquier escenario deportivo.
“Le dije a Michael: ‘No entiendes la relación riesgo-beneficio. Si tuvieras una terrible jaqueca, y yo te diera un frasco de pastillas, y hubiera nueve que te curan y una que te mata, ¿tomarías la pastilla?’”, le preguntó Reinsdorf a Jordan. ¿La respuesta? “Lo miré y le dije: ‘Depende de cuánto me duela la puta cabeza’”.
Finalmente, el regreso de Michael se produjo el 15 de marzo de 1986 con sólo 12 partidos por jugarse de la fase regular. A pesar de tener chances de alcanzar el octavo y último lugar de cara a los playoffs en la Conferencia del Este, la directiva de los Chicago Bulls le impuso una medida al entrenador que provocó la ira de Jordan: Albeck podía utilizar a su jugador estrella durante siete minutos por mitad. O sea, un total de 14 por partido.
“Si puedo participar de prácticas de dos horas tan intensas, luego, cuando llegó el partido, me dieron una ventana de siete minutos para jugar. Fue entonces cuando me sentí más frustrado que cualquier otra cosa. Sentí más que nada que se estaban posicionando para el draft, y no me sentí bien siendo parte de eso. Sentí que era un jugador total que no hacía nada a medias, y ellos querían ascender (en el draft). Yo era un jugador. Quería jugar”, confesó Su Majestad en una entrevista que le concedió a ESPN ya retirado.
Con esa premisa, de saber que la regla de tiempo era para conseguir un beneficio futuro, Jordan igual se apropió de nuevo del juego de los Bulls. Promedió más de 22 puntos en su regreso y lideró a Chicago a la postemporada. El equipo perdió cinco juego al hilo en su vuelta, pero ganó el más necesario contra un rival directo y no fue gracias al poder anotador del que fue elegido en cinco ocasiones como el Jugador Más Valioso de la NBA.
En uno de los últimos encuentros de la temporada, MJ y compañía visitaron a los Indiana Pacers. Tras un duelo intenso, a poco más de 14 segundos para el cierre, los locales tenían la ventaja de un punto. El entrenador de los Bulls pidió tiempo para formular la jugada del final y se dio cuenta que el que no tenía más tiempo para seguir en la cancha era Jordan, que ya había llegado a la marca impuesta por la directiva. Entonces, ¿quién fue el salvador? Un tal John Paxon, que llegó en medio de la campaña proveniente de San Antonio, y anotó el doble que le dio la victoria a Chicago por 109-108. Sí, el recordado número 5 que anotó el triple en el juego 6 de las finales contra los Phoenix Suns en 1993 que le dio el primer tricampeonato a la franquicia.
Con otros dos triunfos -ante Atlanta y Milwaukee-, los Bulls terminaron con récord de 30-52 y se clasificaron a los playoffs. El premio fue enfrentarse a los Boston Celtics de Larry Bird en la primera ronda, que venían de caer en las finales del año anterior contra los Lakers de Magic Johnson. Pero más allá de esa serie, en la que Jordan promedió casi 44 puntos y tuvo el famoso encuentro que deslumbró al mundo entero al anotar 63 tantos, la historia final de la vuelta de Su Majestad tuvo un capítulo especial.
La llegada de Jordan a la NBA provocó una revolución. Pero no sólo por su juego y su capacidad de mantenerse en el aire, sino por el acuerdo comercial que cerró con la empresa Nike. El nacimiento de la figura del 23 estuvo acompañada por otro hito: la creación de la marca Air Jordan, que generó una atracción y ventas nunca antes vistas en el público para la época.
Con el paso del tiempo se divulgó que MJ usó un calzado especial en su pie izquierdo para contener la zona afectada por la fractura. La zapatilla fue modificada y se le sumó una tira ancha que sale por encima del tobillo para contenerlo. A su vez, tenía una correa de nylon que pasaba por el interior y, en el costado exterior que se ajustaba para darle soporte extra al tobillo una vez que volvió a jugar luego de la lesión.
Según una firma encargada de vender piezas de colección, varios de aquellos modelos que se reconvirtieron para que Jordan los usará se vendieron en subastas por miles de dólares, en otro signo distintivo que tuvo la carrera de uno de los jugadores que más impactó al mundo entero y en la historia de la NBA.