El caso Djokovic: un sorteo caótico, la decisión del gobierno de expulsarlo y el plan del tenista para quedarse
Los organizadores tuvieron que modificar el horario del sorteo
La decisión del gobierno ya está tomada, según informan los medios australianos, y es la de cancelar la visa de Novak Djokovic. Y la medida sería comunicada este viernes. Los detalles del plan del ministro de Inmigración, Alex Hawke, no se conocen, pero el equipo legal del número 1 del tenis mundial también tiene un plan para recurrir inmediatamente a los tribunales para evitar la expulsión del país. Una deportación impediría que Djokovic vuelva a ingresar en Australia en los próximos tres años.
Entre los cuestionamientos, también estarán el incumplimientos de normas sanitarias en su propio país y en España, donde estuvo antes de llegar a Melbourne.
La próxima audiencia no debería ser tan prolongada como la anterior, dicen. Los abogados de ambas partes creen que podría acelerarse. Si Hawke todavía no comunicó la decisión, según indica el diario The Age, es porque quieren revisar hasta el último argumento en los escritos presentados por los asesores del jugador. Después de la derrota en el primer fallo del juez Anthony Kelly, que anuló la cancelación de la visa, no quieren más sorpresas.
Una conferencia de prensa que sacudió al torneo
El llamado a conferencia de prensa Scott Morrison hizo que los organizadores demoraran el comienzo del sorteo. Debía empezar a las 15 y no arrancó hasta las 16.15, cuando tuvieron la confirmación de que el primer ministro australiano no iba a dar una confirmación sobre el caso Djokovic. El campeón del Abierto de Australia debería comenzar la defensa del título ante Miomir Kecmanovic, número 78 del mundo.
Sin embargo, en esa conferencia, Morrison dejó ver algunos de los argumentos del gobierno para deportar a Djokovic. “Es importante distinguir entre el visado y la condición de entrada en la frontera”, dijo. Allí estaría el resquicio legal con el que planean expulsar al tenista, ya que consideran que no importa si un visitante extranjero tiene un visado, porque el proceso de aprobación no tiene nada que ver con el proceso en la frontera para demostrar el estado de vacunación.
Mientras tanto, el aumento de contagios de Covid preocupa al gobierno, que ya pidió que la presencia de público en el torneo no supere el 50% del aforo de los estadios. Según medios australianos, algunos días ya estaban vendidos hasta el 70%. Qué pasará con el excedente, es una duda todavía.
El escándalo fue cuestionado por el líder de la oposición, Anthony Albanese, que arremetió contra el gobierno. “¿Cómo es que se concedió un visado en primer lugar?”, dijo. Y completó: “Esto ha sido diabólico para la reputación de Australia. Y es extraordinario que todavía no sabemos cuál será la decisión”.
La opinión pública también empieza a pesar en medio de la tormenta. Una parte fundamental en el cambio del estado de ánimo de los australianos respecto de la situación de Djokovic fue lo que pasó en la jornada de ayer, cuando el tenista reconoció que se expuso en reuniones públicas incluso después de saber que había dado positivo en un PCR.
“Expulsar a Novak Djokovic del país es la única decisión que puede tomar un gobierno serio”, escribió el periodista Anthony Galloway. Y argumenta: “El proceso es innecesariamente desordenado y prolongado. La tenista checa Renata Voráčová fue expulsada del país el pasado fin de semana por este motivo. Por lo tanto, sería totalmente absurdo dejar que Djokovic se quede. (...) Incumplió descaradamente los requisitos de aislamiento en su propio país menos de un día después de recibir un resultado positivo. Nunca se le debería haber permitido entrar, pero eso no significa que tenga que quedarse”.
Una de las cosas que apuntalan la imagen positiva de Morrison fue su comportamiento estricto cuando cerró las fronteras en 2020. “Salvó miles de vidas”, dicen. Ahora, opinan que si permite que Djokovic se quede, estaría dilapidando esa credibilidad.
Otros tenistas a los que se les canceló la visa eligieron volver a sus países, para no afrontar lo engorroso (y costoso en caso de perder) del proceso legal o estar retenidos en centros de inmigración. Djokovic sigue luchando, tal como lo hace dentro de la cancha. Y le está dando un enorme dolor de cabeza al gobierno australiano.