El Atleti toma en serio la Copa
Golea al Majadahonda para meterse sin sobresaltos en octavos. Marcaron Cunha, con polémica, Lodi, Suárez, Griezmann y João. El francés, otra vez roto.
Porque si le tocaba debutar a Lecomte, la Copa, el torneo de todos los porteros a la sombra de Oblak, ayer ni eso.
De inicio, ahí estaba, Jan. Y ocho titularísimos el domingo ante el
Rayo Vallecano. Los mejores, a jugar, como decía Joaquín Prat. Y como si
el partido fuera una final de la Champions. Intenso, asfixiando. Comandados por dos ‘9’, Cunha y Suárez, delantera inédita.
A Abel Gómez de poco le sirvió salir con una muralla de hombres. En el
primer balón perdía a su guardián: el portero. Una falta botada por
Carrasco en la primera ocasión, la templó Kondogbia y Suárez, al ir a
embocar la pelota que se le escapó a Gorka, le pisó la mano. Su debut duró un minuto: se fue con el dedo magullado y entre lágrimas. Álvaro salió a un asedio.
El Atleti sólo atacaba, el Majadahonda sólo achicaba. La segunda pelota
del partido fue un disparo de De Paul por encima del larguero. La
tercera, un gol de Cunha que bajó del marcador por fuera de juego de
Lodi. El siguiente ya no y eso que el propio Cunha, su autor, estaba en muy en fuera de juego cuando Carrasco le robó a Casado en la salida para dejársela franca. Pero el linier no lo vio y en esta ronda no hay VAR. 1-0.
Lecomte hubiera podido jugar. El Majadahonda no pasaba del centro.
Oblak hubiera podido ser un holograma. Y Rubén Sánchez. No olió el
cuero. Todo pasaba lejos, a los pies de Álvaro. Kondogbia seguía con
imán en sus botas escoba. A partir de sus robos, el Atleti lanzaba
dentelladas. Llorente, con placa ya, ejercía de ‘2’ en defensa pero en ataque se arrancaba ese traje y se convertía en interior, en Súper Llorente,
mientras Carrasco se lateralizaba. A la izquierda, Simeone tenía un
cuchillo, ese que afila el regreso al 4-4-2: Lodi. Su banda fue una
senda. En ataque, Lemar daba un paso hacia dentro y se la dejaba completa. Y Lodi no dejaba de correrla como una bocina enfurecida.
Una bocina que se coló en la portería de Álvaro cuando Cunha robó el
enésimo balón, buscó a Carrasco que encontró a Lemar. El francés sintió
la bocina a su espalda y ahí lo pasó. Lodi lo envió a la red por la
escuadra. 2-0. El 3-0, la tranquilidad, fue más que un gol: levantó
esclusas en la cabeza de Suárez. Seco desde noviembre, de su bota brotó de nuevo, al patear un centro raso de Llorente como Súper Llorente. Su suspiro de liberación fue música para el Cholo.
La segunda parte comenzó sin Giménez y Kondogbia de central. Correa buscó el cuarto pero se topó con Álvaro justo antes de que João y Grizi regresaran. El partido era como un entrenamiento en el Cerro: minutos para todos, recuperar sensaciones. El Majadahonda dio unos pasos adelante para que Oblak saliera en la foto con alguna parada como la que le hizo a Iturraspe, embolsándose su disparo. La victoria del visitante que era local estaba en los números de la taquilla y no en el marcador: 17.769
espectadores. João llenaba los minutos de caños mientras que Griezmann
hacía el cuarto a portería vacía. Pero la felicidad no sería completa.
Un instante después se iba al túnel, con otro mordisco en la pierna,
lesión, recaída, él que nunca tenía. João cerró el marcador cuando
Simeone pedía: “Se acabó”. La Copa sin dientes ni cencellada en su
cabeza. Y el Atleti en octavos, adelante, que esta Copa va en serio.
Aunque sin Griezmann.