Ecuador - Brasil: un empate que acerca al equipo de Alfaro al Mundial y una pésima tarea del árbitro (y el VAR lo salvó tres veces)
Como pocas veces, la tecnología evitó los errores en continuado de Wilmar Roldán, en una intensa y polémica igualdad en Quito
Se equivocó tanto, y fue tantas veces salvado por el VAR (tres, al menos, las que fue a consultar la televisión), que fue una muestra inequívoca que el “convivir con el error” es una frase del pasado. Por fortuna.
Quiso dar córner, pero al final dio pique y la pelota se la quedó el arquero. Le pegó al balón y acabó el espectáculo. Fue un final que representó cabalmente lo que ocurrió.
El espectáculo tuvo de todo durante los primeros 30 minutos. Un gol y tres expulsiones, pero el llamado del VAR evitó un error mayúsculo de Wilmar Roldán, el árbitro, de pésimo desempeño. Primero, Casemiro abrió el marcador, de arremetida, a los 5 minutos.
Luego, por una patada de karate sobre Cunha, fue expulsado Alexander Domínguez, el arquero de Ecuador. Con pasado en Vélez, ahora actúa en Deportes Tolima, de Colombia.
Hernán Galíndez (nacido en Rosario, de paso inicial por Central y nacionalizado ecuatoriano) ocupó el arco; ingresó por Alan Franco, cuando Brasil manejaba los tiempos, la pelota y el factor psicológico. Pero casi de inmediato, en una decisión apresurada, sufrió la roja Emerson, por una doble amonestación. La segunda pareció un exceso del árbitro colombiano.
Al rato, el juez, fuera de forma y lejos de las acciones, decidió mostrar otra roja, a Alisson, que salió con vehemencia a cortar un avance de Ecuador, lejos estuvo de una agresión sobre Enner Valencia: cuando la pierna caía, rozó con el cuerpo del delantero. El VAR salvó al árbitro, que dispuso de 9 minutos de descuento, ya que el primer capítulo casi no tuvo movimiento, acción.
En el desorden general, Tite dispuso el ingreso de Dani Alves por Coutinho, en una decisión que llamó la atención, porque era el regreso del Mago al equipo titular, se esperaba una conexión con Raphinha, amonestado, al igual que el arquero (se cambió la roja por amarilla) y Militao.
Algo de fútbol se vio durante los minutos finales, con Ecuador más decidido (y con mayor precisión, algo que le faltaba) y Brasil, con espacios, pero sin claridad. A los 3 minutos, Ecuador empató...., pero la pelota se le había escapado a Estupiñán, en la acción previa. Rápidamente, sin dudar, no fue el gol no fue convalidado. Plata lideraba los avances del equipo local, con picardía, velocidad y potencia física, pero no tenía compañía, al menos, de su misma envergadura.
Roldán estiró su mal desempeño al cobrar penal por una falta de Raphinha (en complicidad con Dani Alves) sobre Estupiñán. Fue un roce, el delantero se dejó caer en el área. El VAR le advirtió otra vez: lo llamó para que pudiera ver la acción en cámara lenta, con detenimiento. El colombiano se tomó cinco minutos. Y, como se esperaba, no convalidó la acción.
¿Cómo hace el juez, repleto de decisiones desacertadas, seguir manejado el encuentro? Lo bueno es que el partido tuvo ritmo, emociones, intensidad en los minutos finales. Galíndez se convirtió en figura, Ecuador fue al frente, Brasil se sintió a gusto con los espacios, con la pradera enorme para explotar la velocidad. Hasta que el equipo que dirige Alfaro encontró el empate: Torres, de cabeza, luego de un córner de Preciado. La pelota parada siempre fue una virtud para el entrenador que pasó por Boca.
Y en el final, en el tiempo de descuento, Alisson salió a buscar una pelota, llegó primero, chocó con Ayrton Preciado y Roldán cobró, otra vez, penal. Además, le mostró amarilla al arquero y, como tenía otra tarjeta, debía ser expulsado. El VAR lo llamó una vez más: no era tan clara la jugada.
En el primer golpe de vista, no pareció penal. Luego, con la ayuda de la tecnología, el juez cambió la decisión. Rechazó el penal, sacó la amarilla. En el medio de la confusión, luego, quiso cobrar córner, pero al final le cedió la pelota a Alisson. Un bochorno del árbitro, sin dudas. Y el VAR le ganó por amplio margen, en una tarde repleta de polémicas, en la que la tecnología salvó a Roldán de un desastre.