¿Cábala? En los últimos títulos de Racing hubo un colombiano
Lo mejores y los peores: el caso Ibargüen; además..., la contratación de Paula Valbuena
Los que allanaron el camino a principios del 2000 fueron los zurdos Gerardo Bedoya y Alexander Viveros. Lejos de la época de los scouting y el big data, Reinaldo Merlo los tenía apuntados desde su paso por Atlético Nacional de Medellín. Y los pidió cuando llegó a la Academia. En 2001, Racing fue campeón tras 35 años. Bedoya fue pieza clave del equipo, con un gol que se volvió icónico ante River. Y Viveros era el primer cambio que tenía a mano Mostaza cada partido. Fueron la vanguardia cafetera en Avellaneda. Detrás vino Andrés Orozco, defensor central. Jugó dos temporadas irregulares entre 2002 y 2003: 52 partidos, 6 goles. Cuando Merlo regresó a Racing en 2006 buscó un lateral izquierdo para recordar al Bedoya del 2001. La apuesta por Javier Arizala no salió. Jugó tan solo cuatro partidos.
En 2010 la llegada de Giovanni Moreno hizo ruido. “Hablé con Andrés Orozco y Gerardo Bedoya que me recomendaron pasar a este club. Quiero hacer historia en Racing”, dijo el zurdo, con 24 años, por quien Racing pagó 2,1 millones de dólares por el 37,5% de su pase, la compra más cara en tres décadas para el club.
Moreno, un enganche elegante, brilló en una primera etapa hasta que sufrió la rotura de ligamentos cruzados en un partido ante All Boys, luego de un cruce con Hugo Barrientos. Ante la baja de Gio, Miguel Ángel Russo, el entrenador académico en ese entonces, buscó un reemplazante también colombiano: Teófilo Gutiérrez llegó en 2011 como un nombre desconocido.
Tardó nada en presentarse: en su primer partido como titular, ante San Lorenzo, en el Nuevo Gasómetro, anotó dos goles. Le siguieron otros 18 en 40 juegos, una gran marca. Aunque Teo también se hizo conocido por su personalidad: se agarró a los golpes en una práctica con el arquero Mauro Dobler, demoró su regreso de Colombia en la previa de un partido importante ante el líder Boca cuando Racing marchaba escolta y, el colmo, se fue del vestuario visitante de la cancha de Independiente en un taxi, por separado de sus compañeros, después de haber mostrado un arma de juguete durante una discusión con el capitán Sebatián Saja.
Roger Martínez asomó en 2013, luego de una breve adaptación en reserva. Ya mostraba su talento y su explosión. Aunque nunca se terminó de afirmar en una delantera que contaba con Diego Milito, Lisandro López y Gustavo Bou, el Jiangsu chino puso más de 10 millones de euros por él en 2016. El cartagenense fue el último nombre colombiano que dejó una marca.
También usaron la celeste y blanca los delanteros Wason Rentería (jugó solo dos partidos en el torneo de 2014 en el que Racing fue campeón), Wílder Guisao (cuatro encuentros en 2016) y Mateo Casierra (llegó a préstamo del Ajax en 2019, con apenas dos partidos, aunque se dio el gusto de dar la vuelta olímpica). Otro que tuvo un paso discreto fue Andrés Ibargüen, que llegó con el cartel de ser la compra más cara de la historia del club, por unos 4 millones de dólares, y sólo dejó algunas gambetas y un gol para cortar una racha de 465 minutos sin gritos.
La conexión colombiana, sin embargo, no se termina en esos doce nombres. Tampoco es necesario remontarse a la huella que dejó el mítico Oreste Osmar Corbatta en Medellín, la ciudad en la que murió Carlos Gardel, donde Racing colocó en 2017 una placa en el monumento que lo recuerda en el aeropuerto Olaya Herrera. La misma semana que el antioqueño Cardona firmó su contrato, el plantel femenino de Racing también anunció la contratación de Paula Valbuena, una mediocampista con mucha técnica y buena pegada, con características parecidas al ex número 10 de Boca. Valbuena no es la única colombiana del plantel: desde el año pasado Lina Gómez juega como delantera.
“Cuando se dio mi presentación en el club –cuenta Gómez, también aislada por Covid, a la espera de poder sumarse a las prácticas– mucha gente me comentaba que siempre que hubo colombianos en Racing, eso funcionaba como una cábala. A ‘Valbu’ la conozco desde los 12 años. Ya he estado pendiente de que se sienta cómoda en el club. Creo que ven al jugador colombiano como alguien con mucha técnica. Eso es lo que más gusta a nivel internacional y más en Argentina, donde el juego es muy de roce y de choque”.
En sólo un año, Lina Gómez se llevó el vínculo con Racing en la piel: tiene tatuado el Cilindro de Avellaneda, al lado del Campín de Bogotá. “Son los dos estadios más lindos en los que jugué. Lo hice por el significado de estar en un equipo importante y para dejarlo marcado”, explica la delantera, que asegura que ya conocía la historia de la Academia incluso antes de desembarcar en Argentina. En mayo pasado, cuando Colombia atravesaba un estallido político y social, el plantel femenino posó con la bandera colombiana luego de un partido ante Boca.
Gómez relata que la había llevado para mostrarla en el festejo si hacía un gol y así dar un mensaje de apoyo. El gol no llegó. Pero el mensaje sí: sus compañeras la alentaron a hacer la foto grupal, que luego el club subió a su cuenta oficial con la leyenda #FuerzaColombia. Hasta el momento, recuerdan en el club, ese fue el segundo posteo con más interacciones en las redes sociales desde que Racing abrió sus cuentas. Quizá, algún gol de Edwin Cardona logre superarlo.