Sevilla baja al Atleti de LaLiga
Un gol del argentino en el 88' hiere de muerte las aspiraciones ligueras atléticas. Felipe había empatado de cabeza el golazo inicial de Rakitic. Llorente, lesionado.
Y eso que, eso, había comparecido en Nervión con perfil de campeón. Ahí estaba Lemar, ahí estaban Correa, Suárez, los delanteros de LaLiga. Y ahí estaba Trippier, en el lateral, de vuelta, para dar vuelo a Llorente, al fin unos pasos adelante. No le duró mucho, sin embargo. El Sevilla pronto se lo torció: estaba el partido aún en el tanteo cuando Rakitic, de un zapatazo, le reventaba la pizarra y el gesto a Simeone.
Pero la lesión de Montiel, otra más para una enfermería ya llena, le obligó a mover a Koundé al lateral derecho para dar entrada a Gudelj. Se descompuso el Sevilla. Y Felipe metió la cabeza en un córner botado por Lemar para devolver al partido al Atleti con aquello que lo había sacado: un gol inesperado. Se igualaba el tablero. También en las bajas. Ahora era Simeone el que veía a uno de los suyos alzar el brazo: Llorente. En los labios se le leyó: “Roto”. El Sevilla llegó al descanso como el Atleti de la primera media hora: desaparecido.
Con João
Cuando comenzó la segunda parte, entre los hombres del Cholo caminaba João Félix. Se sentaba Correa, cambiaba el sistema rojiblanco, 4-3-3, con Carrasco como extremo derecho y Lemar izquierdo. El Atleti mandaba, tenía el balón, toda intención. Lopetegui a los ocho minutos replicó con la entrada de Acuña y Rafa Mir y también otro sistema: cinco atrás, tres centrales. Rakitic estampó una pelota en el lateral de la red cuando buscaba la escuadra antes de que a su equipo se le llenaran de ácido láctico las piernas.
Porque se desplomaron los andaluces, fundidos, sin físico. Y eso que la entrada de João había sido pura espuma, apagado al poco. Pero Lopetegui parecía alzar la bandera blanca. Mandaba más el miedo a perder que las ganas de ganar. El Atleti trató de agarrar de la pechera un partido que se fue atascando, con Cunha buscando balones y desmarques a los pies de Bono con el hambre de Carpanta y en lugar de Suárez, que se fue negando y jurando en arameo.
El Sevilla respondió con corazón después de ver como Acuña se iba del partido, otra vez lesionado. También lo hizo Ocampos, en camilla. Pero antes, en el 88’, ya se había lanzado sobre ese córner para dejar al Atleti, y al Cholo, en la lona. Tan lejos ya. Del Madrid. De sí mismo.